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Blogs French 75 por Salvador Sostres

Arturo y la eternidad

Salvador Sostresel

Ni una sola de las mujerzuelas que ayer le llamaron machista preferiría que la trataran como a una camionera que con la delicadeza, la gracia y el arte con que siempre Arturo Fernández -en paz descanse- trató a las mujeres. Ni una sola camionera, feminista, ruda y desesperada, renunciaría al sueño romántico y patriarcal de dejar de serlo para que Arturo con su encanto la elevara a la condición de princesa.

Basta de hipocresía, basta de mentiras, basta de propaganda barata de causas que tienen como único fin llenar los bolsillos de las cuatro histéricas que las propagan. Ni Arturo Fernández fue un machista, ni se puede tratar a una señora como si fuera un compañero de tu equipo de fútbol, ni hombres ni mujeres somos iguales, ni es de recibo no cederles el paso y no pagar las cuentas de los restaurantes.

Y eso lo sé yo, que soy un hombre. Y eso lo sabe cualquier mujer, aunque luego salga a gritar tonterías de cerveza en vaso de plástico. Una mujer es una dedicación especial de la naturaleza y como tal tiene que ser tratada. Yo soy padre de una niña, y se nota que no es un niño. Ella es mi hija, y no me trata a mí, que soy un hombre, igual que a su madre, que es una mujer. Todo puede negarse en las pancartas, pero en la vida, la naturaleza insiste y prevalece.

Ni un hombre es una construcción social, ni una mujer es una lucha de clase. Somos hombres y mujeres, encarnaciones de Adán y Eva, con nuestras diferentes características y roles. Arturo Fernández no fue un machista, fue un hombre. Arturo Fernández no discriminó a ninguna mujer, y a todas con las que trató las distinguió con su educación, su porte y su galantería, siempre con el matiz del humor sobre sí mismo, y con el don de la generosidad que sólo poseen los muy grandes.

Ni una sola mujer, ni una sola, le habría negado a Arturo un baile. Todo lo demás es resentimiento contra la eternidad, cloaca de Twitter, la inevitable merma de Dios para mantenernos libres.

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