La costumbre general de practicar algún deporte o hacer ejercicio ha llegado para quedarse. Por suerte, hay que mirar muy lejos para recordar los tiempos en los que dedicar una parte del día a cuidarse físicamente era considerado como algo superfluo o vanidoso sin más. El movimiento es salud. Los beneficios del deporte, innumerables. Si en tu vida no estás incorporando el ejercicio físico de ninguna manera, no sabes lo que te pierdes ni el daño que estás haciéndote.
Todo fantástico ¡yuhuuu! Vamos a ponernos nuestras mejores zapatillas y a darle caña. Con el tiempo, somos más y mejores. El nivel de las disciplinas deportivas sube cuando se trabaja desde las bases. Cada vez los profesores de educación física y los entrenadores de los colegios están más formados, es evolución natural que aparezca el talento en niños y adolescentes. En la televisión vemos las grandes finales de cualquier deporte. Aunque el fútbol sea el rey, ahora hay variedad para todos los gustos y si no lo ves por la tele, llegará a tu Instagram el vídeo de ese momento épico del oro. De la victoria. Nos identificamos con el ganador. El ganador al que le ha compensado todo, quien podrá vivir del deporte que ama e incluso, unos pocos elegidos, ser multimillonario/a.
Pese a mi defensa a ultranza del ejercicio físico en general y del entrenamiento de fuerza en particular, la competición es harina de otro costal. Hoy toca hablar de la élite y no me refiero a hablar de lo fantástico que es ver a Nadal ganando, que es un espectáculo y una delicia. Hoy me gustaría por todos los medios que aquellas personas ajenas al deporte entiendan lo que esa victoria significa. Lo normal es pensar que los campeones “echan muchas horas” o que tal gimnasta “hace 300 abdominales al día”. Echar muchas horas o hacer 1.000 abdominales al día es lo de menos. El deporte de élite es una trituradora de seres humanos. Si eres capaz de acceder a la élite por tus cualidades, a partir de ese momento tiene que quedarte clara una cosa: lo que prima es el resultado, la marca deportiva, no tu salud. La lógica de todos los valores del deporte se invierte. Lo saben entrenadores y deportistas, es un acuerdo mutuo, conocen el riesgo y lo aceptan. Han decidido ir por el Oro. Aunque sepan que es muy difícil ganar, el motor de su vida será la victoria o la clasificación al siguiente nivel de maestría, llegar a la élite mundial al menos. Tu vida habrá cambiado.
A los padres que podáis estar leyendo esto y que tengáis hijas o hijos en algún equipo del colegio, no os habrá pasado desapercibido la proliferación de progenitores con un espíritu competitivo digno de unos Juegos Olímpicos, que empujan a sus vástagos a rendir como si están jugándose en ese momento el patrocinio de una marca deportiva. Quizás sueñan con tener en casa al próximo Cristiano Ronaldo o Rafa Nadal. La próxima Simone Biles o Lindsei Vonn. Pues bien, ésta es la vida que hay detrás de cada súper estrella. Porque detrás de ese número uno hay cientos de miles que sufren igual o más. Y se quedan por el camino. Pensarás que en un equipo de fútbol hay más de veinte jugadores en plantilla ganando un pastón. Esto solo ocurre en algunos equipos de la primera división y teniendo en cuenta que al fútbol juega prácticamente todo el mundo en algún momento, quizás sea estadísticamente más probable que llegues a la élite del kárate, por decir un deporte, que a la élite del fútbol. Que no te confunda la televisión.
Hay que empezar por el principio y no por el final ¿Cuál es el principio? Todo comienza despuntando en un deporte tan nítidamente que llega el momento de plantearse coger el camino profesional. Salvo casos en los que todo corre a favor del deportista y que casi no existen, llega la primera decisión crucial: Los estudios. Cuando entrevistamos a Lydia Valentín, ella misma nos decía que lo que más le costó en su carrera fue ese paso en el que se duplican los entrenamientos y se intenta cuadrar todo dentro del plan de estudios normal. Lo más común y lógico será empujar al adolescente (o pre adolescente) a no abandonar los estudios por lo que pueda pasar en un futuro. Comienza como mínimo la presión psicológica. Algunos amigos empiezan a descolgarse, porque los fines de semana con planes de pandilla serán cada vez más difíciles y cuando se hacen, ser la persona que dice no a la pizza y saca una pieza de fruta te posiciona como bicho raro.
¿Sigues destacando? Fantástico. Sus primeras marcas en competiciones quizás supongan un paso más hacia la élite que normalmente consiste en pasar de competir como integrante de un club federado a ser parte del equipo de tu federación regional. Depende de la estructura federativa y organizativa de cada deporte, pero suele ser así. Los puntos/marcas/clasificaciones son las que permiten ir accediendo a competiciones de más nivel. Aquí pueden llegar los primeros bofetones de realidad. Igual en un año y medio se pasa de ser la reina o el rey del cole, a ser de los buenos en el club, uno más en la federación y un paquete a nivel nacional. Pero nosotros vamos a suponer que nuestro atleta avanza. Va a llegar al Olimpo de los Dioses del deporte.
¿Siguiente paso? Destacas en competiciones nacionales por lo que no tardas en entrar en el equipo nacional. En casi todos los casos esto supone pasar temporadas en un CAR (centro de alto rendimiento). Puede que en tu ciudad exista uno, pero para muchos atletas esto supone de inmediato la separación de su entorno familiar y de sus amistades. Se pierden unas referencias, llegan otras. Todo esto ocurre en unas edades en las que cualquier persona ya pasa por dificultades emocionales propias de ese momento vital. Es otro cruce de caminos en el que muchos atletas quiebran, igual no inmediatamente, pero se producen las interferencias que cortan su camino a la élite máxima. Pero recordemos que vamos a ir hasta el final, porque nuestro hipotético atleta va a llegar.
Avanzamos. Primeras competiciones internacionales, viajes, calendarios deportivos. Lo de seguir estudiando en este momento suele tornarse imposible. El atleta pasa a ser dependiente de las becas deportivas que están supeditadas a su rendimiento y el rendimiento no es si se esfuerza mucho o poco o si es buena persona, son marcas deportivas en competiciones reguladas. No vale batir un récord del mundo con un amigo en un parque. Creo que ha quedado claro, pero lo digo de otra manera, si no llega donde tiene que llegar no hay sustento. Al margen de la presión por ganar que cualquier atleta profesional siente porque la lleva dentro, le incorporas una presión económica. Se produce una nueva selección deportiva natural. Solo los mejores pueden seguir apostando toda su vida al deporte. Nuestro atleta dejó atrás a familia, amigos y ahora a compañeros. A estas alturas ya habrá visto otro tipo de abandonos, los más duros porque pueden producirse en atletas que están destinados a ser los mejores. Hablamos de las lesiones graves o con consecuencias que hacen incompatible la práctica deportiva profesional.
Llegamos al final. Estamos entre los 40 o 50 mejores del mundo. Has conseguido unos patrocinadores. Ellos quieren que acudas a una serie de eventos que tienes que cuadrar con tus citas y preparación deportiva. Estás en un nivel donde un segundo de desconcentración, una gastroenteritis inesperada o un entrenamiento desaprovechado hará que subas o bajes del podio. La presión es máxima. Absoluta. Llegados aquí y con la competición donde te juegas absolutamente todo no hay medias tintas. Si hay dolor al entrenar, antiinflamatorios si son necesarios. Infiltraciones. Vendajes. Fisios. En algunos casos habrá medalla y premio, pero no es así siempre. Y si no es así, más pronto que tarde, surgirán voces que dirán ese típico “es que está acabado”. Y le estamos diciendo que está acabado a alguien que igual tiene 27 años, que lleva su vida entregada en cuerpo y alma al deporte, que ha sufrido por su profesión lo indecible a una edad en la que el resto de los mortales está dando sus primeros pasos en sus respectivos campos laborales. Con presión deportiva. Con presión económica. Con presión social. Posiblemente con un par de cirugías en su cuerpo derivadas de su desgaste deportivo. Con juicios públicos sumarísimos sobre si lo hace bien, mal o si “está limpio”. En algunos casos con un incierto futuro por delante.
Yo no desearía a un ser querido pasar por esto. Le respetaría profundamente si decide emprender este camino e intentaría apoyarle con todas mis fuerzas, porque creo poder imaginar por lo que va a pasar. Mi voz de alarma va hacia todas aquellas personas que empujan y exigen demasiado a quien no deben. La élite es eso, un grupo pequeño que se desenvuelve en unos parámetros que no son aplicables nada más que a ellos.
La televisión y, sobre todo las redes sociales, nos enseña siempre la parte bonita y lo que todo el mundo quiere ver y oír. Busca la mejor versión de ti mismo. Madre mía qué frase. El problema es que tu mejor versión no es salir brincando de casa porque has hecho un like a una persona que ha puesto esta frase en su muro, ilustrada con una fotografía estereotipada. Tu mejor versión llega tras mucho sufrimiento. Deportivo. Laboral. Personal. Lo que quieras, pero cuesta mucho llegar.
Para ahondar en un tema que nunca tendría fin, quiero dejaros con un vídeo motivacional y tres documentales que, con enfoques y ejecuciones muy diferentes, tocan diferentes aspectos de las consecuencias y exigencias de la élite deportiva. Para todos los amantes del deporte que quieren poner en perspectiva esta entrega, os recomiendo verlos. Alguno es largo, así que guárdate el enlace de esta entrada y vuelve para verlos si no puedes ahora, no te arrepentirás:
How bad you want it
No existe una traducción literal, pero sería algo tipo “cuánto estás dispuesto a dar”. En él vemos a un portento físico entrenando mientras se escucha una voz en off que cuenta una historia a modo de fábula en la que un joven acude a un gurú para que le explique qué tiene que hacer para ser el mejor y ganar mucho dinero. Con algunos tópicos y exageraciones, me encanta porque no hay una sola concesión o clemencia para quien quiere llegar a lo más alto, cosa que es muy real.
El reverso de la medalla:
Documental que ha sido retransmitido en la noche temática de La2 de Televisión Española. En él numerosos atletas de diferentes disciplinas cuentan su experiencia vital tras haber llegado a lo más alto. Se habla de presión social y económica, de depresión tras el retiro profesional y del oscuro mundo del dopaje que hay detrás del deporte de competición:
El precio de las medallas
Impresionante documental sueco que analiza el precio físico que pagan los atletas por sus excesos entrenando. Se centra en los casos personales de muchos de los atletas de la llamada generación de oro del atletismo sueco. Tremendo:
The Climb
Documental de RedBull television que narra el suplicio físico y mental que vivió la esquiadora Linsey Vonn tras su gravísima lesión compitiendo. Para los que no la conozcáis hablamos de la esquiadora con más títulos de la historia de ese deporte, una súper estrella de las que llegan cada muchísimos años que consiguió rehacerse de una lesión que retiraría a prácticamente todo el mundo y volver a ganar la copa del mundo de esquí. El documental nos abre la puerta a lo que hay detrás de la gloria de un campeón.
https://www.redbull.com/int-en/films/lindsey-vonn-the-climb
Espero que os haya resultado interesante. Recuerda, en la vida del deportista de élite, el número de abdominales o de kilómetros que hace al día, nunca es la parte más difícil. Que la fuerza os acompañe siempre.
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