Por María Fidalgo Casares. Doctora en Historia del Arte.
Muchas veces he escrito que Augusto Ferrer-Dalmau es un extraordinario pintor. Pero la realidad constata que va mucho más allá y alcanza esferas que hace pocos años no se planteaba ningún creador. Ha pasado de ser un prodigioso autodidacta a ser reconocido como Académico y creador de una corriente artística -Histórico Militar- a la que se han sumado otros artistas. Ha conseguido despertar valientemente los sentimientos de muchos españoles, ser testigo de excepción a través de sus pinceles de una Historia que parecía olvidada y convertirse casi en un fenómeno sociológico dentro del panorama artístico español.
Una de las singularidades que presenta el Pintor de Batallas –así se le conoce – es despertar en sus seguidores, que ya son legiones, no sólo admiración ante sus obras, sino gran expectación ante sus obras futuras, aquellas que están en proceso de ejecución. Y en las conversaciones sobre el artista es habitual oír frases como: se oye, se comenta, me han dicho. .. Que va a pintar esta escena, a un determinado personaje o una famosa batalla. Casi nunca aciertan porque sólo unos pocos afortunados tienen la codiciada información que guardan como un tesoro, entre ellos y el más informado, su amigo Arturo Perez-Reverte que le aporta ideas en los cuadros importantes .
El pintor catalán es consciente de las ansias que despiertan en el público sus proyectos en curso y en deuda con sus seguidores, por primera vez, ha decidido desvelar y compartir parte de su proceso creativo. Los lectores de ABC, serán los privilegiados que van a ser partícipes de la gestación de su próximo lienzo que promete ser uno de sus clásicos.
Como crítica de arte, y especialista en su obra, he sido invitada a ser la voz del maestro, aunque en realidad más que la voz, voy a escribir casi subtítulos, porque como comprobarán las imágenes son tan potentes que prácticamente no se necesitan palabras.
Llego a su estudio y los rayos del sol se filtran por las ventanas y un potente olor a pigmentos baña la estancia donde pueden verse desperdigados sables, espadas, e incluso alguna casaca con sus botonaduras, me llama la atención su paleta pegada a una mesita, donde ha ido acumulando con los años una montaña de oleo, como si se tratara de una obra vanguardista …
Se oye la voz al fondo del pintor hablando con alguien… parece que están confrontando ideas.
-Es Luis Sorando, comenta al colgar… lo tengo mareado con mis consultas…
Luis Sorando es el asesor en uniformologia de este cuadro, que junto al historiador David Nievas , el TCol Jose Manuel Guerrero y otros eruditos, son responsables del extraordinario rigor documental de sus obras.
Enseguida los ojos se me van a una serie de bocetos clavados en la pared, intuyo que previos al cuadro, y que semejan pequeñas obras maestras. Los protagonizan bravos jinetes captados en el fragor de una carga. Cornetas, fusiles y sables son tan protagonistas como los caballos y los propios soldados… en cuyos rostros, esta vez parece que el artista ha acentuado la expresión… Todos ellos singulares y con una majestuosidad asombrosa, en posturas diferenciadas sobre veloces monturas, algunos más definidos que otros, peros todos compartiendo un espléndido dibujo, una captación del movimiento imbatible y provocando un gran impacto en el espectador que no puede permanecer indiferente a su visión- juzguen ustedes algunos de los bocetos-.
Quedo cautivada por la fuerza de estas imágenes y confirmo con Augusto si son los personajes que aparecerán en el cuadro.
No y si….-responde a la gallega- Cuando voy a pintar un cuadro importante empiezo haciendo estos apuntes “a modo de chuleta” mas o menos definidos.. me voy familiarizando con el tema. .. Voy entrando en situacion… Algunos de ellos se quedan en boceto, otros pasan al cuadro con grandes o pequeñas modificaciones. Es sobre todo un ejercicio, un entrenamiento para abordar la escena y no emborronar mucho el lienzo. Aun teniendo muy claro lo que voy a pintar… la obra la sigo retocando y modificando las perspectivas hasta que paso al pincel .
Recuerdo entonces un día que hablé con él, mientras retocaba una obra terminada. Me confesó, que casi quería que se la llevasen ya, porque si no, continuaría modificándola, cual non finito.
Cuando por fin veo el lienzo, uno de grandes dimensiones, todavía sin color, se despiertan sentimientos ambivalentes… la perfección del dibujo y la captación del ambiente es tan logrado que por un lado dan ganas de que el pintor no siga y que lo deje cómo está… pero por otro está la certeza de que cuando el color invada la escena, cobrará vida y se convertirá en una obra maestra para la posteridad.
Ya me avanzó antes de la visita que no desvelaría ni la batalla, ni la época, ni siquiera el país en el que se desarrollaba la escena. Quería guardarlo para el día de la presentación del lienzo, y dada la generosidad en abrirme su estudio y dejar que los lectores de ABC contemplaran los bocetos en primicia, aunque me mata la curiosidad, no intento ni que me dé una pista… Lo que he visto sería extraordinario fuera cual fuera el ejército o la contienda narrada. Parece que agradece mi discreción y promete invitarme en breve para que vea el avance del lienzo y lo siga compartiendo con los lectores.
Lo cierto es que todos sus cuadros son magníficos… pero algunos tienen una espectacular acogida en el público ..( Gálvez en Pensacola, El Glorioso o Cervantes por ejemplo). Le pregunto si él intuye cuales van a ser “mas popular”.
Tengo que reconocer que por razones sentimentales los cuadros de Caballería son mi debilidad y sí, a veces intuyo que una de mis obras van a ser más mediáticas que otras en función de la temática y época, no es complicado saber que temas son mas populares , pero tengo que abordar todas las épocas, tengo cierta edad y mucha historia que pintar: Este cuadro que estoy pintando, por ejemplo, quiero que sea una gran carga de Caballería, ya veremos si lo consigo…
Porque en este vaivén escenográfico que tanto gusta al artista, recién pintados sus dos cuadros de la Batalla de Pavía , con el cuadro crepuscular del gallego Pita da Veiga y continuar con el sol cegador del Norte de África y sus grandes horizontes en su homenaje a la Sanidad Militar, parece que su querencia natural a la caballería le reclamaba y ha despertado con gran ímpetu.
Y es que aquellos que siguen y conocen la obra de Ferrer Dalmau tienen la sensación que sus soldados están impacientes por montar a la grupa de un caballo y estar de nuevo en sus pinceles… Como se comentó en aquel documental de TVE sobre el pintor ,llamado El ejército del Pintor – “está volviendo a la carga”, nunca mejor dicho . Y estaré ahí para irlo narrando a los lectores de ABC.
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