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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Fotografías que despertaron conciencias

Fotografías que despertaron conciencias
Pablo Delgado el

Juan Manuel Castro Prieto (Premio Nacional de Fotografía en 2015) define al buen fotógrafo como una persona que debe tener sensibilidad, talento, disciplina, conocimiento de la historia de la fotografía, de su técnica y sobre todo, ser observador. Henri Cartier-Bresson escribió en 1963 “observo, observo, observo. Comprendo a través de los ojos”, definiéndose así como una persona que buscaba siempre lo visual, siendo la imagen como el lenguaje más utilizado a lo largo de su vida.

“La imagen es una construcción simbólica que depende de las  culturas en las que se produce, y tiene una amplia gama de variantes. A partir del mundo griego, donde a la vez que hay una abstracción del pensamiento y del lenguaje, en paralelo hay también una abstracción de la forma, es donde se sitúa el nacimiento de un arte”, afirma el Doctor en Filosofía y Catedrático de Estética y Teoría de las Artes Visuales, José Jiménez. Un arte que está al servicio de la información y como tal, debe cumplir una función objetiva de contar aquello que ve, aquello que está ocurriendo en un momento determinado, captando ese instante preciso. La fotografía tiene múltiples variantes y significados. La función de cualquier modalidad alternativa de fotografía es incorporarse a la memoria social y política, en lugar de servir de sustituto que predispone a la atrofia de esa memoria, por lo tanto, en su variante informadora es imprescindible para dejar constancia de una memoria y así no llegar a perderla. Es el medio que permite a través de la captación de imágenes, dar testimonio de algo que está ocurriendo en un preciso instante.

Ceremonia del «Golden Spike» (Clavo de Oro) en Promontory (Utah), el 10 de mayo de 1869, símbolo de la finalización de las obras de construcción de la primera vía férrea transcontinental

“La fotografía, no es más que una operación de la inteligencia. La vivacidad, la intuición, la geometría, todo ello se cultiva a través de la mirada crítica y juiciosa que debe tener un fotógrafo que quiera transmitir, es un medio de interrogar al mundo y, al mismo tiempo, de interrogarse a uno mismo. La fotografía no es algo que se pueda calcular, no se va con una intención explícita, se tiene una intuición y más tarde se decide si eso se tiene en pie o no. Fotografiar es una actitud vital”, comentó Cartier-Bresson.

En ese testimonio y testigo de lo efímero la fotografía como documentalista de hechos históricos, el fotógrafo debe estar preparado y tener intuición para en algunos casos adelantarse a ese momento que va a ocurrir. Pero como todo principio, la fotografía tuvo sus comienzos como mera prescriptora de una realidad que ha ido evolucionando a lo largo de los años para encontrarnos en un presente totalmente distinto a un pasado no muy lejano, aunque lo parezca.

Larry Burrows. Guerra de Vietnam

Desde los comienzos de la fotografía vemos una evolución humanística, tecnológica, y por desgracia, de autodestrucción que ha ido sufriendo el hombre. En “100 fotografías que despertaron conciencias” (Blume), vemos un diario de experiencias históricas a través de imágenes que marcaron -y lo siguen haciendo- un hito en la humanidad. Muestra cien fotografías que documentan esos momentos estelares de una historia universal marcada por las guerras, los ideales y la tecnología. Desde un comienzo, como fue la construcción del primer ferrocarril transcontinental de los Estados Unidos que unió la ciudad de Omaha (Nebraska) con Sacramento en 1860, uniendo así la red de ferrocarriles del Este de los Estados Unidos con California, en la costa del Pacífico, acelerando la colonización del lejano oeste americano, y dando un gran paso para la industrialización; hasta la dramatización humana de un desembarco de refugiados en Lesbos en 2015.

Tyler Hicks. Lesbos. Ganadora del Premio Pulitzer.

Un libro de fotografía que significa algo más. Un libro que cuenta una historia, que documenta y da fe de unos acontecimientos pasados y claves del último siglo y medio. No se trata de una historia de la fotografía, sino de fotografías de la historia. Una historia entendida como un documento cinematográfico basado en hechos totalmente reales en donde cada doble página es un fotograma de una película que ha ocurrido y en donde se recogen instantáneas de esos acontecimientos y personajes que han marcado casi dos siglos de recorrido histórico. Los principales actores que forman la historia son mostrados muy distantes y diferentes, configurando un conjunto esencial para crear una imagen general de una era llena de promesas y contradicciones.

A menudo, esas fotografías realizadas por las cámaras de Robert Capa, Cartier-Bresson, Dorothea Lange, Cecil Benton, Elliot Erwitt, Abbas, Eugene Smith, Kevin Carter, Larry Burrows, Jean Gumy, Alexander Joe, Malcom Browne, Charles Levy entre otros, se han convertido en iconos más efectivos que ningún otro testimonio, en un siglo marcado por el poder de la imagen sobre la palabra escrita. Fotógrafos que a través de su coraje o la suerte buscada han dejado documentos visuales muy importantes para la humanidad. El libro también goza de un valor añadido como es la inclusión de directores que revolucionaron la imagen en movimiento, de cuyas películas se extrajeron fotogramas con una enorme fuerza simbólica, como los hermanos Lumière y Sergei Eisenstein. Porque el cine también es imagen y un fotograma extraído de una película se convierte en una imagen estática que no pierde su fuerza descriptiva ni contextualizadora de una historia que se está contando. Además las fotografías están acompañadas por los textos de varios autores como son Francesco Biselli, Michele Buzzi, Claudia Galal, Giulia Gatti, Ilaria Ghisletti, Margherita Giacosa, Lorenzo Marsili, Gianni Morelli, Roberto Mottadelli, Paolo Paci, Paola Paudice, Elena Rossi, Marco Santini, Chiara Schiavano, Larissa Soffientini. Cuentan a grandes rasgos la historia de cada una de las cien imágenes, contextualizando su hecho narrativo y acercando la imagen al lector para así éste pueda abrir una nueva ventana al conocimiento del hecho histórico, del personaje que lo protagonice o del propio fotógrafo.

Elliott Erwitt. Jackie Kennedy en el funeral de su marido.

Para Cartier-Bresson el fotógrafo busca la geometría en la abstracción ya que la estructura le viene dada, y el realismo es la carne y la sangre que le dan la vida. No obstante, la fotografía jamás debe ser artificial. Hay que saber reconocer intuitivamente ambos elementos. La imagen es la proyección de la personalidad del fotógrafo. Testigo de lo efímero. Un fotógrafo no tiene que correr, sino caminar infatigablemente, entonces podrá captar lo que ofrecen las aceras, la esquina de la calle, en definitiva, la vida. Esto es lo que capta “100 fotografías que despertaron conciencias”, la cruda realidad de una vida cruel en la mayoría de los casos y que debe de servir de documento de crítica. Cien fotografías que en su mayoría son más que conocidas pero que reunidas bajo este paradigma de crítica, de despertar conciencias se observan desde un nuevo punto de vista enriqueciéndolas aún más ante una época como la actual que debería echar la mirada atrás y no seguir cometiendo los mismos fallos de terror, guerras y guardando una pequeña ventana que debería hacerse más grande para el progreso, la lucha de los derechos individuales, la tecnología y la cooperación entre humanos. Hechos que la fotografía nos ayudará siempre ha recordar, guardar para como bien decía John Berger que ese “acto de mirar lo que hacía era darse cuenta de que se encontraba constantemente suspendido entre la existencia y la verdad”.

100 fotografías que despertaron conciencias” // Editorial Blume // Varios autores // 24,90 euros // 2016

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