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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

La infancia en dibujo de Catherine Meurisse

La dibujante de «Charlie Hebdo», publica un nuevo cómic que se basa en los recuerdos de su infancia en el campo, para así, relacionar ese mundo pasado, de imaginación, naturaleza y libertad

La infancia en dibujo de Catherine Meurisse
Pablo Delgado el

Cuando somos niños tenemos totalmente libertad para «hacer» prácticamente lo que queramos. Pero sobre todo, tenemos todo el tiempo del mundo para imaginar, soñar, descubrir, compartir y hacer. Una libertad casi absoluta que irá marcando el desarrollo para pasar a la edad adulta. Estos recuerdos los comparte la genial Catherine Meurisse (1980) con su último cómic publicado en español Los Grandes Espacios (Impedimenta). 

Dibujante, caricaturista, ilustradora, guionista, reportera, Meurisse ha llegado a ser una gran artista prolífica. La autora de La Comedia literaria,La levedad (ambos en Impedimenta), nos trae ahora un cómic plagado de libertad y ensoñación, cargado de esos recuerdos de infancia en los que se vuelve a sumergir la dibujante francesa. A través de ellos, capta todo un mundo que está en constante movimiento. Un mundo plagado de naturaleza y cultura que se entrelazan para dar una obra genial y muy atractiva.

Todo «estalla» cuando se trasladan a la finca que sus padres están renovando en pleno campo. Los progenitores estaban muy familiarizados con el campo y lo que forma parte de el, como son las plantas, los árboles, y sobre todo, sabían cómo cultivarlos y cuidarlos. No eran unos de esos superecologistas activistas, pero sí, personas que aman el campo. Meurisse recuerda cómo el campo sufre, viéndolo cambiar a toda velocidad por la acción del hombre en el sentido opuesto al que estaban haciendo en esos momento sus padres, que era cultivar, plantar y cuidar. Los setos se cortaban para que los tractores pasen más fácilmente, los campos apestan a componentes químicos, los fraccionamientos de tierras crecen sin sentido común, la desaparición de insectos, el productivismo, toda esta procesión de aberraciones que le llegó a romper el corazón.

Junto con su hermana Fanny, se sensibilizaron desde el principio a todos estos problemas, en esta mirada retrospectiva. Con Fanny, tenía un vínculo fuerte, una relación armoniosa. En el cómic hace de ella un personaje exclusivamente literario, aparece sistemáticamente con un libro en la mano, una niña que tenía unos gustos literarios algo adultos: Pierre Loti, Zola, Marcel Proust…

La literatura se ve cómo ha influido en ella. Los libros, están muy presente en sus obras y en su vida diaria y en Los grandes de espacios no es una excepción. Meurisse demuestra que por vivir en el campo no estas aislado, por lo que la cultura nunca está lejos. Su madre, por ejemplo, es una gran amante de Puccini. Y las hermanas visitan el Louvre, o también su madre se inspira en darle a Catherine un pequeño jardín como el de Versalles. Cuando el lector llega a esa fase del Louvre verá un cambio significativo en la atmósfera gráfica mostrando unos dibujos que se plasman en las páginas, siendo así muy precisas, detalladas y ¡muy hermosas! 

Pero no todo era leer, dibujar o incluso crear un museo de boñigas. También vivían al aire libre en contacto con sus vecinos y otros chicos de la escuela, participando en fiestas o en la matanza de cerdos. Esa relación con sus amigos también la explora y recuerda. Meurisse describe cómo la naturaleza también tiene que ver con la sexualidad, las complejas estrategias de seducción de las flores con las abejas, las mariposas y otros insectos polinizadores. Evoca este aspecto y traza un paralelo con su propio despertar o más exactamente con el de los demás, ya que dibuja con ese sentido del humor particular, su personaje que no sale de la inocencia, las insinuaciones, o las alusiones sexuales que lanza sin darse cuenta ya que no son obra suya. El deseo aquí está en la cabeza de los demás y ella no era particularmente muy precoz en ese ámbito.

Su obra muestra un agudo sentido de la observación y del humor. En su adolescencia, descubrió a Gotlib, Grandville y Gustave Doré, desarrollando una doble cultura humorística y gráfica, por lo que sabe cómo lograr que su gusto por el arte y la literatura sea el verdadero hilo conductor y se refleje en su trabajo de forma magistral. Agudizando su mirada y su trazo durante más de quince años en numerosos títulos de la prensa y en particular en Charlie Hebdo, produce tiras cómicas donde el espíritu de la seriedad no tiene cabida. Su mirada curiosa capta el detalle que duele y hace reír. Aquí lo demuestra, sin nostalgia alguna, hace reír.

En definitiva, Meurisse establece un diálogo pacífico entre ella y el mundo, a través de un trazo que mezcla lo caricaturesco de los personajes con lo impresionista de sus paisajes, en los que el detalle ensalza la belleza de sus dibujos. Retrata mediante esa aguda visión de la sociedad, su sentido de la narración, su gusto por los otros lugares y su obsesión por el dibujo esa infancia cargada de libertad, cultura y naturaleza, sumergiendo al lector sin dicha nostalgia alguna por un tiempo pasado, en un paraíso colorido, lleno de luz y belleza del campo sin pesticidas ni urbanizaciones, y sobre todo, en un regreso sensible, divertido y conmovedor a su infancia. Un recipiente de recuerdos, libertad y aire puro.

Los grandes espacios // Catherine Meurisse // Impedimenta // Traducción de Rubén Martín // 2021 // 21 euros




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