La ciudad más poblada del paÃs, con más de 3 millones de habitantes (empadronados según datos del INE de 2016), en estas fechas vive uno de sus momentos más álgidos en lo que corresponde a visitas. Los momentos navideños son los que marcan su aspecto y visten las calles y edificios de Madrid, por los que han pasado (y lo siguen haciendo) millones y millones de personas; además, esas construcciones han sido testigos de los acontecimientos históricos que han marcado -en su mayorÃa- la historia de España.
Desde que el sucesor del Rey Carlos I, Felipe II decidiese instalar la corte en Madrid el 12 de febrero de 1561. La ciudad ha sufrido una evolución que a dÃa de hoy no para. Este hecho histórico y decisivo para la capital, harÃa en esa época, que los avatares del paÃs y la monarquÃa, en mayor o menor medida, influyeran en el destino de la ciudad. Salvo un breve periodo entre 1601 y 1606, en que la corte se trasladó a Valladolid, la capitalidad serÃa consustancial a Madrid. Una famosa expresión indicaba esa identidad: «sólo Madrid es corte», lo que, de forma conceptista, también se entendÃa al revés: «Madrid es sólo corte». Una “corte” que es sufrida y vivida por sus habitantes de diversas partes del mundo, en la que puedes encontrar todo lo imaginable: cine, teatro, museos, exposiciones, gastronomÃa, parques…
Pero no todo es oro lo que reluce en Madrid, ya que hasta que no llegó Carlos III a la ciudad, a mediados del siglo XVIII, ésta era de aspecto miserable. Barro, basura y excrementos componÃan una lamentable y maloliente imagen de la cabeza del Estado. Ante esta estampa, Carlos III se propuso encabezar una transformación que la marcarÃa para siempre. Se inició asÃ, un ambicioso plan de ensanche en el que se proyectaron grandes avenidas, plazas con monumentos como Cibeles y Neptuno de estilo neoclásico realizadas por Ventura RodrÃguez; se construyó el JardÃn Botánico, el Hospital San Carlos (sobre el que hoy se levanta el Museo Reina SofÃa) y el edificio del Museo del Prado (que iba a ser destinado al museo de Historia Militar) y el palacio del Buen Retiro. También se intervino para establecer un servicio de alumbrado público y de recogida de basuras, se adoquinaron las calzadas y se excavó una red de alcantarillado para recoger el agua de la lluvia. Se engalanaron las principales puertas de entrada a la ciudad. La más célebre es la Puerta de Alcalá, aunque también le acompañan otras como la Puerta de Toledo o la desaparecida de San Vicente. El Rey consideró que esta era la mejor carta de presentación para los visitantes de la ciudad.
A lo largo de la historia de Madrid, ha sido fuente de inspiración para las artes, desde pintores como Goya, Velázquez, Juan Gris, Antonio López, pasando por escritores como Pedro Calderón de la Barca, Benito Pérez Galdós, Juan Ramón Jiménez, Pio Baroja e innumerables intelectuales. Es una ciudad que no para, llegando hoy en dÃa a ser un poco estresante, por la cantidad de tráfico rodado que absorbe a diario la gran ciudad. Pero que una vez estás dentro se hace amable, gentil, acogedora, comunicada, en la que recibe con los brazos abiertos al extranjero, al emigrante.
Desde que la ciudad recibe a los conductores que acceden a ella por las diferentes carreteras de acceso, en concreto desde la M30, quienes pasan por debajo del puente peatonal que une el Parque de Roma con Moratalaz pueden leer que se dirigen «De Madrid al cielo». Es decir, que como en la capital no se está en ningún sitio.
Por lo tanto, Madrid ha sido retratada de múltiples formas, amada y odiada, a través de la imagen, la palabra, o la pintura, siendo asà enriquecida desde diversos puntos de vista.
Una de las últimas a las que he tenido acceso es una magnÃfica y muy bella publicación realizada en formato libro llamada Madrid. Acuarelas de viaje (Anaya Touring). En ella podemos ver más de 80 acuarelas realizadas en las calles y los jardines de Madrid por el madrileño Fernando Blasco a lo largo de más de cinco años. A estas bellÃsimas ilustraciones acompañan los inspirados textos de Pepo Paz, que realiza, a través de una serie de itinerarios que comienzan en la Puerta del Sol, haciendo un recorrido breve por la historia y el urbanismo de la ciudad en la que reside, y bajo su mirada va desgranándose el devenir de sus gentes, calles y plazas, edificios, fuentes, palacios y conventos.
Un recorrido muy enriquecedor, sobre todo, por ese compañero de viaje que son las acuarelas de Fernando Blasco. Unas acuarelas que son una herramienta ideal para transmitir las percepciones (luminosidad, movimiento, reflejo, transparencia) y el modo de entender la ciudad que tiene el artista. Bajo una una técnica seductora que utiliza sus múltiples atractivos parece que la acuarela, en principio, ofrece una engañosa facilidad, pero no es asÃ, ya que se observa a la perfección cómo el artista no escatima en detalles de la realidad madrileña.
Con esos colores diluidos en agua y que, emplea como blanco el color del papel, hacen de un medio por el cual se transmite al papel la cualidad y calidad del color de una ciudad como Madrid, de su cielo, sus jardines, de las calles escoltadas por majestuosos edificios en las que los distintos pigmentos se diluyen aglutinados con otras sustancias como por ejemplo el carboncillo del lápiz, traspasando asà a la ciudad una de las principales caracterÃsticas de la acuarela que es su transparencia.
En las acuarelas de Fernando Blasco, Madrid se convierte en dicha ciudad transparente, elegante, como si estuviera decorada en un papel de seda o papel de arroz como hacÃan en el siglo VIII los chinos; siendo un trayecto hacia la memoria de la capital. Un descubrimiento de ciudad y de perspectivas insospechadas repleta de exuberantes arquitecturas, de plazas recónditas, de fachadas evocadoras y de fuentes monumentales.
El libro no es una guÃa en si misma, es una muestra original enfocada desde una perspectiva totalmente artÃstica y evocadora. Estructurado en varios capÃtulos: El Madrid de los Austrias, Barrio de las Letras y Lavapiés, El Madrid ilustrado, De Cibeles a Moncloa, El Manzanares y la Casa de Campo, El Madrid moderno, Otros barrios, y concluye con un glosario en el que se describen los monumentos y edificios recorridos por los autores, como por ejemplo la Biblioteca Nacional, el Campo del Moro, la Casa de Campo, el Palacio Real, La Plaza Mayor, la Puerta del Sol, el complejo AZCA y asà muchos más monumentos y edificios emblemáticos de una ciudad que quién la visite no le dejará indiferente, igual que este libro, una obra de las que cada página merece ser enmarcada y puesta en cada una de las casas de aquellos que “odiamos” y amamos al mismo tiempo esta magnÃfica ciudad.
ArteIlustracionesLibrosMedios