Una mancha de tinta dispersada en el agua no puede volver a concentrarse en un pequeño volumen. El sentido de evolución de los procesos reales es único ya que son irreversibles. Pero hay una anomalía humana, que sólo existe en un universo, la que no para de evolucionar y tansformarse y que es capaz de invertir los procesos de la termodinámica. Se dispersa y vuelve otra vez, pero con más fuerza, es una anomalia y esa anomalia se llama Luther Arkwright.
Cómic de adulto al estilo europeo, escrito y dibujado por Bryan Talbot (Wigan, Lancashire, Reino Unido, 1952) “Las aventuras de Luther Arkwright” (Astiberri) es la primera novela gráfica contemporánea de ciencia ficción británica que trasciende todo lo que se había realizado hasta el momento en el cómic comercial e incluso en el “underground”. Talbot comenzó en 1978 su saga de este agente secreto, cuya edición en tres volúmenes le valdría 8 nominaciones a los premios Eagle, de las que obtuvo cuatro premios.
Talbot consiguió crear una historieta de aventuras inteligente con toda la riqueza de una novela. Dibujada con un nivel de calidad propio de un trabajo de ilustración, no con el estilo abreviado prevalente en la mayoría de los cómics de superhéroes de la época. Arkwright contiene drogas, sexo, violencia, personajes malhablados que vomitan -en aquel momento este tipo de personajes resultaban chocantes verlos en un tebeo-, y caos, mucho caos, agudizado por un dibujo en blanco y negro cargado de muchísima connotación catastrófica.
Alejado de las tramas y las fórmulas más tópicas del mainstream, con una composición interna astuta y nada ostentosa, a través de un equilibrio visual, Talbot crea una narración muy compleja con multitud de niveles que hace que requiera la total atención por parte del lector -no vale distraerse ni un ápice-, en donde trata en una profundidad real temas políticos, religiosos, sexuales, filosóficos, pero sin dejar de ser una ventana alucinante a un mundo -que digo a un mundo-, a múltiples mundos paralelos que engloban un multiverso distópico, desestabilizado por los locos que se transportan entre Tierras paralelas y el superhumano emergente Luther Arkwright que está atrapado en una retrógada Gran Bretaña puritana alternativa, que huye de si mismo y de los disruptores, en busca del “Fuegohielo” que es el origen y final de toda vida.
Cuenta Talbot que además de inspirarse en el prolífico escritor de ciencia ficción y fantasía Michael Moorcok, Luther Arkwright estuvo influenciado por los libros de Robert Anton Wilson, Alfred Bester, Colin Wilson y Norman Spinrad. En el plano visual sus influencias vinieron de las películas de Sergio Leone, Alfred Hitchcock, Sam Peckinpah y, particularmente del polémico director de cine de culto y fotógrafo Nic Roeg. Esto propició que en Arkwright apareciesen recursos narrativos que entonces eran experimantales. El dibujo está influenciado por el artista y narrador británico del siglo XVIII William Hogarth. Talbot emula el rayado de sus grabados fusionándolo con su estilo de ilustración para aportar cierta patina histórica a las escenas de la Inglaterra puritana.
En Arkwright predominan la ausencia de efectos sonoros, así como de bocadillos de pensamiento o las líneas cinéticas que emulan la sensación de movimiento de un personaje o un objeto, de hecho prescinde de todo aquello que pudiera ser considerado de tópico infantil o anticuado para la época. Nos podemos encontrar con joyas del denominado por Will Eisner “arte secuencial” de secuencias a cámara lenta que aparecen por primera vez en un cómic, plasmando por ejemplo, seis segundos en 72 viñetas.
La estructura narrativa busca motivar al lector a conectar los puntos desentrelazados en su cabeza, que se van sucediendo en una estructura no lineal de la historia, consiguiendo que la narración detonase a un nivel mucho más íntimo de lo que es posible, en una progresión lineal tradicional y que solo pasada más de la mitad de la narración, llega a convertirse en dicha estructura lineal. Una historia de marcado carácter antifascista con tintes paralelos con el Chile de Pinochet, Irlanda del Norte y de una forma clara y evidente con el tercer Reich.
“Las aventuras de Luther Alrkwright” es, en definitiva, una historia alternativa del Imperio Británico y sus consecuencias (revolución inglesa, la primera guerra mundial en un paralelo de los múltiples universos, la batalla de Londres que es uno de los ejes principales de la historieta), que puso los cimientos para un nuevo tipo de cómic orientado hacia una ciencia ficción de marcado estilo distópico muy politizado. Según afirma Warren Ellis en el epílogo, a día de hoy sigue siendo “una de las obras más ricas del medio”, y seguirá siéndolo, por ser una de las experiancias creativas más explosivas que ha dado la historia del cómic. “Las aventuras de Luther Arkwright” tuvo su secuela con El corazón del imperio (Astiberri, 2015, edición integral).
“Las aventuras de Luther Arkwright” // Astiberri // Bryan Talbot // 26 euros
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