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La batalla por Cartagena en 1741, según el diario de Blas de Lezo

La batalla por Cartagena en 1741, según el diario de Blas de Lezo
La flota inglesa de vernon sale de Jamaica
José María Blanco Núñez el

Mañana se inaugura en Madrid la estatua de Blas de Lezo, en la Plaza de Colón. No hay mejor día para recordar como fue la batalla más memorable de su carrera.

Primeras líneas del diario de D. Blas de Lezo, conservado en el Museo Naval de Madrid

El día 13 de Marzo de 1741 los atónitos neogranadinos residentes en Cartagena, divisaron en el horizonte 135 velas, de las cuales  36 eran navíos  “of the line” y el resto transportes. Y comenzó la gran función de  Cartagena de Indias.

En marzo y mayo del año anterior, Vernon había bombardeado la ciudad de Cartagena de Indias, entonces al mando de D. Blas de Lezo y el heroico “Mediohombre”, tomó medidas  para mejorar la calidad de baluartes y baterías, y la eficacia de sus fuegos.

El almirante Edward Vernon, pintado por Phillips

Cuando el virrey de la Nueva Granada, D. Sebastián de Eslava, tuvo conocimientos de la venida en fuerza de Vernon para tratar de conquistar Cartagena, como la plaza se hallaba sin Gobernador militar,  decidió, y eso le honra, tomar personalmente el mando de la defensa por lo que Don Blas de Lezo, jefe del apostadero y escuadra (seis navíos de línea) quedó como su inmediato subordinado.

Eslava montó, en principio, un frente de mar en el cual, a las órdenes de Don Blas de Lezo, se integraron todos los fuertes y castillos de la costa inmediata a Bocachica, paso escogido finalmente por el enemigo para forzar la entrada en bahía. Bocagrande, por aquella época, se encontraba impracticable por falta de calado y la vecindad de la ciénaga de Tesca y caño de Juan de Angola a la Boquilla, desaconsejaron al almirante Vernon desembarcar por esa parte como en principio se había proyectado.

Fotograma de la reconstrucción de Cartagena de Indias

El coronel de Ingenieros D. Carlos Desnaux (a quien Lezo llama  “de Enaut”)  fue nombrado segundo de Don Blas, con su puesto de mando en el castillo de  San Luis de Bocachica y el capitán de Batallones de Marina D. Lorenzo de Alderete y Barrientos tomó el mando de los fuertes de  “San Felipe” y “Santiago” con dependencia directa del anterior.

Don Blas fondeó en Bocachica a cuatro de sus navíos, izando su insignia en el Galicia desde el cual dirigió las operaciones durante los primeros 17 días del asedio, fundamentales días que minaron la resistencia inglesa por la tenaz defensa española, el daño que sufrieron del fuego de buques y baluartes, y por el insano clima tropical. Los otros dos navíos quedaron fondeados ante Bocagrande. Don Blas utilizó diversas embarcaciones mercantes, que se encontraban en bahía, para diversos cometidos logísticos y de enlace entre sus diferentes fuerzas, e incluso llegó a armar una de ellas con 30 cañones.

Vista de Cartagena según la renderización 3d

Desarrollo de las operaciones.

El plan inicial del enemigo preveía desembarcar en la orilla Sur de la Boquilla para, tras vadear el caño de Juan de Angola, tomar la Quinta y atacar desde allí, el castillo de San Felipe de Barajas o San Lázaro, al tiempo que otro destacamento se hacía cargo de la desembocadura del Sinú, en Pasacaballos, para cortar totalmente los abastecimientos a la Ciudad y así poderla rendirla por hambre.

Vernon zarpó de Jamaica el día 07.02.1741 (las operaciones de salida habían comenzado el día 3 en que salió la 1ª de las 3 divisiones en que se organizó la escuadra) en demanda de Guadalupe para cerciorarse de que la escuadra francesa estaba en Port Louis y seguramente con intención de destruirla para no dejar enemigos a barlovento pero, tras ciertos errores en las informaciones que recabó, llegó a la certidumbre de que Antin había zarpado para Europa el mismo día en que él lo había hecho de Jamaica. Tras reunir Consejo de Guerra de oficiales generales, arrumbó a Cartagena.

Vista de Cartagena de Indias, según la renderización que se expuso en el Museo Naval como parte de la muestra dedicada al Mediohombre

El día 9 de Marzo, Vernon destacó al Capitán de Navío Knowles con los navíos Wermouth y Experiment, y la corbeta Spencer, a reconocer la costa cartagenera para preparar la recalada y elegir fondeaderos para escuadra y convoy. Los informes que rindió Knowles, que indicarían seguramente los terrenos  pantanosos que rodean la ciénaga de Tesca y la falta de fondeaderos abrigados en las costas inmediatas a la hermosa bahía, hicieron cambiar el plan inicial, pasando a primera prioridad el forzamiento de Bocachica y la ocupación de dicha bahía, antes del definitivo asalto a la Plaza. Esta división Knowles, fondeó el día 13 del mismo mes al abrigo de Punta Canoa. Ese mismo día comenzó D. Blas de Lezo a redactar su diario, en el cual anotó lo que dispuso y ordenó para preparar la defensa y los informes y órdenes que recibió, las fricciones y disentimientos que tuvo con el Virrey y el detalle de las operaciones.

El día 15 la escuadra inglesa y el convoy de tropas, quedaron fondeados en Playa Grande. Don Blas de Lezo, tras recibir las órdenes del virrey, se dirigió, al día siguiente a Bocachica embarcando en su insignia y  halló los baluartes y castillos: “…faltos de un todo, e inmediatamente di providencia de enviar a todos víveres y gente, pólvora, balas, cartuchos…” Ese mismo día 16, el enemigo efectuó una diversión sobre la Boquilla con múltiples movimientos de lanchas y botes, pero los españoles se dieron cuenta enseguida del amago y D. Blas se afanó en mejorar el estado de defensa de su frente.

El día 20, Lezo percibió francamente que el enemigo intentaría forzar Bocachica y, efectivamente, a las 11:00 horas de ese mismo día, dos navíos ingleses comenzaron a batir los fuertes de San Felipe y Santiago, iniciándose las operaciones de Bocachica que terminarán el día 5 de Mayo con la retirada de las fuerzas españolas supervivientes a la ciudad de Cartagena y el hundimiento de los cuatro buques que apuraron hasta el límite de lo imposible la defensa de aquella bocana. La precipitación con que se dio la orden de retirada del fuerte de San Luis de Bocachica, estropeó, en parte, la disposición que había tomado Lezo para cegar la canal con el sacrificio de sus buques; no obstante, para los ingleses fue una dura proeza marinera entrar en bahía espiándose y ayudándose con embarcaciones menores.

Entre las muchas críticas que vierte D. Blas de Lezo en su diario, sobre esta fase de la lucha la más importante es la que muestra su clara visión sobre la debilidad de las operaciones anfibias en el momento mismo del desembarco, momento en que el defensor debe de echar el resto para no dejar pisar la orilla a los asaltantes. Usar las reservas con agilidad, multiplicarse para no ignorar el desembarco de cualquier destacamento, impedir el desembarco de la artillería de sitio…. talar para impedir al enemigo el abrigo del bosque, arpillerar para proteger a los sirvientes de la artillería propia, y sobre todo “ATACAR” a los primeros destacamentos desembarcados con energía y decisión, fue lo que él recomendó y en lo que, al parecer, no fue escuchado, sin embargo su numantina obstinación en la defensa contribuyó al posterior triunfo en San Lázaro.

A View of Cartagena with the several dispositions of the British Fleet under the Command of Admiral Vernon. Isaac Basire. London 1741

Los diecisiete días de resistencia en Bocachica, más las dificultades que los buques ingleses tuvieron  para entrar en puerto, hicieron que el grueso de las tropas inglesas no pudiesen desembarcar en el Tejar de Gracia hasta el Domingo día 16 de Abril. En ese mes y tres días, además de las numerosas bajas habidas en combate, la fuerza inglesa sufrió mucho de las enfermedades y del terrible clima tropical al que no estaba acostumbrada.

El Domingo día 9 de Abril es bastante decisivo en la historia de esta defensa de Cartagena y  las decisiones que tomó ese día el virrey Eslava motivaron una profunda amargura en Don Blas de Lezo, el cual expuso que: “…(para él) era muy sensible se abandonasen el castillo (Grande, por recomendación de Desnaux) y navíos sin la defensa correspondiente y sin que los enemigos nos precisasen á lo que me respondió que siendo el remedio único (como todos lo decían) de que echados á pique los dos navíos se cerraba el canal pa que no pudiesen entrar los enemigos… a batir esta ciudad…”.

Vernon, tras ablandar  lo que pudo las defensas de los fuertes que defendían la ciudad por el SW, ordenó el desembarco en la Isla de Manga para la operación que preveía finalizar con la toma de Cartagena. A las 0200 del domingo día 16 de Abril, desembarcaron 1.400 hombres a los que se incorporaron en tierra 200 americanos y un destacamento de negros los cuales ocuparon La Quinta y el convento de La Popa,  preparando a continuación el asalto a San Felipe de Barajas o San Lázaro. Dado el tiempo transcurrido desde el comienzo de las operaciones, la impaciencia del almirante inglés y sus graves desavenencias con el Jefe de la fuerza de desembarco General Wentworth (mucho más duras y groseras que las sufridas en nuestro bando) no esperaron a tener la artillería de sitio dispuesta para abrir brecha y los ingleses, con la valentía que les caracteriza, se lanzaron cuesta arriba, en las primeras horas de la mañana del día 21 de Abril, al asalto del castillo de San Lázaro por la parte de la quebrada del Cabrero, que estaba defendida por dos piquetes de Marina y tres del regimiento de Aragón, siendo derrotados por nuestras fuerzas. Don Sebastián Eslava, apoyado decisivamente por Lezo a pesar de las desavenencias, utilizó  juiciosamente sus escasas reservas y, a 07:00H, el enemigo huía precipitadamente dejando en el campo 170 muertos y 459 heridos que, según el relato inglés, fueron tratados con la mayor humanidad por los españoles.

El día 30 de Abril, a petición del mando inglés, se realizó un canje de prisioneros y por estos los mandos españoles se enteraron de que los ingleses habían proyectado un segundo ataque a San Felipe de Barajas más desistieron debido a que la tropa se negó a realizarlo: “… por lo que hubo necesidad de retirarla de tierra después de diezmarla, pasando por las armas 50 hombres por desobediencia manifiesta ante el enemigo”. Quizás la cifra sea exagerada pero no cabe duda  que los ingleses estaban derrotados, habían perdido la voluntad de combatir.

Monedas acuñadas en Londres con la captura de Cartagena, que nunca ocurrió

 Vernon para cubrir la avalancha de críticas que presentía se le vendría encima, pues tras haber entrado en bahía creyó el caso resuelto y había despachado a Londres una fragata comunicando la victoria y habían empezado a circular las famosas monedas acuñadas con la “humillación española”, hizo armar en batería flotante al maltratado Galicia y montó un bombardeo que fue rechazado tan enérgicamente que el pobre ex -insignia de Lezo se fue a pique.

En vista de la imposibilidad de tomar la ciudad los ingleses tocaron retirada y tras reembarcar a las tropas, enfermos y heridos, zarparon para Jamaica.

Monumento a Blas de Lezo en Cartagena de Indias

El escorbuto en la mar, la falta de aguada, que se palió en parte cuando la escuadra inglesa entró en bahía, los mosquitos en tierra y las conocidas enfermedades tropicales: fiebre amarilla (o vómito negro), malaria, disenterías tropicales, etc., ablandaron a los ingleses más de lo que podían imaginar.  Las líneas logísticas no estuvieron bien montadas, los destacamentos que enviaron al interior para procurar alimentación fresca no tuvieron éxito, las discusiones por los repartos de agua y comida entre marinería y tropa minaron la moral de los combatientes, de cualquier forma es de admirar la valiente carga inglesa, cuesta arriba, en plena noche y con el material para escalar los muros de San Felipe de Barajas al hombro que, hecha por infantes, recuerda la inutilidad de la hecha por su caballería en Balaclava en el Siglo siguiente.

Estatua de Blas de Lezo que Don Juan Carlos inaugurará el sábado 15 de noviembre en Madrid. FOTO José Ramón Ladra

Las pérdidas totales de los ingleses se evaluaron en:

–          Seis navíos incendiados por ellos mismos al quedar inservibles.

–          Diecisiete malparados.

–          9.000 bajas

–          Gastaron 18.000 balas de cañón y 6.068 bombas.

Las pérdidas españolas:

–          Seis navíos auto-hundidos

–          Seiscientas bajas

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En 8 y 28 de Junio, el Virrey Eslava escribió sendas cartas censurando y previniendo a S.M. el Rey contra Don Blas de Lezo, fruto de ellas fue la R.O. de 21 de Octubre del mismo 1741, destituyendo a Lezo que, como había fallecido el 7 de Septiembre del mes anterior, nunca se enteró de tal injusticia.

La fragata Blas de Lezo, a su vuelta a Ferrol después de unas maniobras

La Armada ha recordado siempre con orgullo la figura legendaria de Don Blas de Lezo, guardiamarina de formación francesa, leal oficial español, devoto de su Rey y de su patria, vasco nacido en uno de los viveros más generoso de la Real Armada. Un cañonero, un crucero, un destructor han lucido  su nombre en letras de latón dorado sobre metopas de madera pintada de encarnado, quizás para evocar la mucha sangre por él derramada durante sus cuarenta años de Servicio. Actualmente su nombre lo ostenta una fragata de las de la clase “Almirante D. Juan de Borbón”.

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