“SabÃa que navegando en el océano, se observaban cosas admirables…determiné de cerciorarme por mis propios ojos de la verdad…tanto para entenderlos como para hacerles útil y crearme, a la vez,  un hombre que llegase a la posteridad”.
“Antonio de LombardÃa”, cronista de la expedición.
La geografÃa de buena parte del mundo todavÃa estaba por explorar para unas potencias europeas que soñaban con liderar el comercio del producto más lucrativo: las especias.
América era solo un obstáculo entre España y las riquezas de Catay, Cipango, Indias y las Molucas. La ruta por tierra hacia los tesoros de oriente, resultaba extensa y difÃcil, al tiempo que conllevaba el pago de impuestos a una retahÃla de intermediarios. Quien se aventurase a cruzar el océano dirección oeste, serÃa el amo del mundo, con nuevas tierras que reclamar.
La visionaria idea de un gran hombre, no fue atendida en su paÃs. El proyecto se inició al servicio, del Rey de España, Carlos I.
Fernando de Magallanes y su honorable gesta, comienzan su exploración, la premisa era sencilla: con destino a Las Molucas.
Más de catorce mil cuatrocientas setenta leguas, en casi tres años de aventuras, reales, las de entonces.
En 1515, se rumoreaba que marineros portugueses habÃan descubierto el paso al Mar del Sur y se habÃa estudiado un mapa, el de MartÃn Behaim.
Puerto de Sanlúcar de Barrameda, 20 de septiembre de 1519,
Una flota de 5 embarcaciones, mas de 250 hombres, capitaneadas por el portugués Fernando de Magallanes, zarpan a la mar con rumbo aún desconocido, un destino mágico que estarÃa salpicado de problemas, encuentros, rebeliones, hambre, enfermedades, luchas, placeres y también, descubrimientos. Una epopeya allà los espera, en “el fin del mundo.”
Nada escapa a la pluma del cronista, enrolado como voluntario y destinado a la nao Trinidad, junto al capitán y otros 53 marinos. Afortunadamente, observa y describe minuciosamente, las visiones en los espejos del mar, el firmamento, luego las tierras, su fauna, su flora, los nativos, su vocabulario, vestimentas y costumbres. Algunas veces… se deja llevar por el entusiasmo y describe como vistas por él, fantasÃas escuchadas y exagera sobre el tamaño de los indÃgenas Patagones, con quienes toman contacto y asà les llaman, en relación a un personaje de ficción de la época. Todo escrito dÃa a dÃa sin interrupciones, y su suerte, gozaba de una buena salud. Relación de Antonio Pigafetta, primer viaje entorno al globo, 1524.
Elabora, 24 mapas, entre ellos el primer mapa del extremo sur de Argentina, Patagonia: un sitio con memoria e inhóspitas bellezas.
Surcando las dificultades oceánicas, entre vientos alisios y corrientes incontrolables, desplazándose sobre enormes olas, con sus cinco naos y el crujir de maderas azotadas, junto a un sinfÃn de maniobras de velas al viento… visiones y monstruos marinos, rezando piedad y encomendados a Dios…avanzan en su desafÃo.
Islas Canarias, Cabo Verde, BahÃa Santa LucÃa, RÃo de La Plata, navegando al sur por toda la costa sudamericana, se aproximan al destino, naves de la expedición desviadas por un temporal avistan las islas Malvinas. El 21 de octubre, desembarcan en el sitio que denomina “Cabo de las Once mil VÃrgenes” y el dÃa 31 a la BahÃa San Julián, dónde fondean y se resguardan del invierno. Lo inhóspito de aquellas costas junto a la llegada del invierno, y sometidos a un intenso racionamiento de vÃveres, la tripulación se iba infectando por una temible mezcla de miedo y rabia denominada motÃn.
“Este portugués acabará con todos nosotros”, querÃa reforzar la exclamación, pero no se atrevÃa por temor a perder mas dientes. Su cuerpo iba al unÃsono con el barco: el escorbuto parecÃa desintegrar sus huesos del mismo modo que el mar y las tormentas carcomÃan el casco de la embarcación.
Gaspar de Quesada, y Juan de Cartagena fomentan el descontento en tres de las naves y (viene a cuento mencionar, que Juan Sebastián Elcano era uno de los amotinados), una conspiración contra Magallanes que el mismo, logra sofocar, aunque la nao San Antonio y muchos de sus tripulantes regresan a España, “SabÃa que era preciso pasar por aquel estrecho”. Lo habÃa visto en viejos mapas y leyendas.
Continúan, adentrándose en la bahÃa descubriendo un anhelado canal, que denomina en honor a ese dÃa, “El canal de todos los santos”, siendo posteriormente llamado “El estrecho de Magallanes”.
Costeando, reconociendo, denominando y cartografiando todas sus costas.
“Cruzar el canal no ha sido fácil dado a lo complicado de las costas. Las aguas no eran calmas y las tempestades nos dejaban sin fuerzas, aquellos vientos atormentaban las mentes y las almas”. Hemos visto humos misteriosos y a esas tierras las denominamos “Tierra del Fuego”.
  28 de Noviembre de 1520, “después de 22 dÃas conseguimos desembocar del laberinto, la nao Santiago, se hizo añicos contra las rocas, la San Antonio, sublevada habÃa regresado, navegábamos con tres naos y menos hombres, pero llevábamos de esclavos, a un nativo de Brasil y ahora: a un Patagón…”
“El Mar del Sur, nos sorprendió tan serenamente al desembocar, que le llamamos, PacÃfico. Ese enorme e interminable mar, en el cual navegamos durante tres meses y veinte dÃas, sin probar ni un alimento fresco, comiendo serrÃn, bebiendo agua podrida, nos vimos obligados a comer el cuero de vaca que cubrÃa los palos y por cada rata se pagaba medio ducado. TenÃamos las encÃas hinchadas, una temible enfermedad  y muchos incluso los nativos esclavos, murieron.”Se encomiendan a La Virgen de la Victoria y a la Virgen de Santa MarÃa la Antigua.
Arriban a Filipinas, donde acontece la batalla de Mactán, Magallanes pierde su vida en una absurda lucha con indÃgenas, aún asÃ, moribundo cubre a sus hombres para que estén a salvo.
El objetivo principal del viaje es logrado. Las circunstancias llevan a Elcano a tomar el mando. Con solo una embarcación, llegan a las Molucas, navegando hacia el oeste e intentando evitar contacto con portugueses, la nao Victoria, iba cargada de especias.
Casi sin recursos y sin hombres, (algunos habÃan decidido quedarse en las maravillosas islas, inducidos por las bellezas del lugar), doblan el cabo de la Buena Esperanza, arriban a las islas de Cabo Verde.
Puerto de Sanlúcar de Barrameda, 6 de septiembre de 1522, la Nao Victoria, capitaneada por Elcano, y su tripulación de solo 18 cansados y hambrientos hombres, arriban a la BahÃa de Cádiz.
Y con ellos, la gloria eterna, Juan Sebastián Elcano, Fernando de Magallanes y su gesta, en su titánica misión.
“Primus circumdedisti me.”
Hace 494 años, la primera circunnavegación de la historia, y con ella, un estrecho descubierto, fuente de sucesivas e intensas exploraciones. Futuros sucesos, que acontecerÃan entre españoles, ingleses, holandeses, franceses…y con ellos, también  memorias, representadas en un sinfÃn de cartografÃas soñadas, que serán frutos de otras historias.Â
- Jansson,Magellanica, 1640.