Óscar González el 18 dic, 2013 Hoy quiero abordar un tema al que damos especial importancia en la Escuela de Padres con talento: las etiquetas que ponemos a nuestros hijos. Es algo que solemos hacer los padres muchas veces sin darnos ni cuenta: etiquetar a nuestros hijos. En ocasiones decimos a nuestros hijos cosas como: “eres un vago”, “te portas mal”, “eres un auténtico desastre”, etc. Hemos de tener mucho cuidado al hacer esto porque corremos el riesgo de que nuestro hijo asuma ese rasgo que le estamos asignado. Sobre todo en las primeras etapas del desarrollo cuando el niño está formándose una imagen de sà mismo cobra especial importancia aquello que le decimos pues su propia imagen la van construyendo con los mensajes que reciben del exterior y especialmente de nosotros, los padres. Si continuamente les estamos repitiendo que se porta mal, irá construyendo su autoimagen en base a lo que le decimos, creyendo que esto es asà y actuará asumiendo ese papel, ese rol. Por este motivo, es necesario que dejemos a un lado las etiquetas y cuando queramos corregir alguna de sus conductas lo hagamos explicándole de manera concreta qué nos parece mal y cómo lo puede mejorar. Pongo un ejemplo clarificador: – En lugar de decirle… “eres un desordenado” deberÃamos decirle… “tienes que recoger tus cosas, los juguetes están fuera de sus sitio”. Es algo mucho más concreto y fácil de entender por el niño pues de este modo aprende qué se espera de él. Tenemos que decirle claramente lo que no nos gusta pero sin generalizar concretando al máximo para que el niño aprenda qué es lo que esperamos de él. Siempre tenemos que dar al niño la opción de mejorar. No podemos estar siempre bombardeándolo con mensajes negativos que le lleven a asumir que esa es su forma de ser. En ocasiones no seremos los padres los que “etiquetemos” al niño sino otros adultos que intervienen en la educación del mismo: los abuelos, los tÃos, la escuela, etc. En este caso deberemos actuar para evitar que aquello que dicen de él le condicione y acabe creyendo que realmente es asÃ. En este sentido debemos actuar todos como un auténtico equipo educativo. Comparaciones También debemos evitar al máximo las comparaciones del tipo “a ver si aprendes de tu amiga” o “tu hermana saca mejores notas que tú”. Este tipo de afirmaciones muestran al niño que “es inferior” en algún aspecto y con toda probabilidad asumirá este papel convencido de que lo que le decimos es verdad: es peor que su amiga y menos inteligente que su hermana. Hemos de tener en cuenta que además, las comparaciones entre hermanos son una fuente de celos y conflictos entre ellos. Por tanto está en nuestras manos evitarlo. ¿Qué debemos hacer? Evitar asignar etiquetas a nuestros hijos transmitiéndoles el mensaje de que cada uno de ellos es un ser único y especial. Por tanto debemos tratarlos como tal: –   Diciéndoles cuanto les queremos, valorándolos y tratándolos con confianza. –   Felicitándolos siempre por sus pequeños progresos y esfuerzo realizado. –   Reconociéndoles en público sus habilidades y logros. –   Haciendo uso del poder del elogio. “Las etiquetas son para la ropa, no para las personas” Otros temas Comentarios Óscar González el 18 dic, 2013