Ángel González Abad el 15 may, 2015 Saúl Jiménez Fortes estaba destinado para ser torero, por parte de madre y de padre. Y en Saúl también el destino insiste en poner a prueba un valor que parece no tener límite. Solo con echar un vistazo a su hoja de servicios sobrecoge repasar las cornadas, que han sido muchas y graves. Por eso ahora, que acaba de salir del más terrible de todos los percances sufridos, es de justicia recordar que en la plaza madrileña de Las Ventas ya de novillero sufrió una cornada de 20 centímetros en la feria de 2011, y que el año pasado el doctor García Padrós le tuvo que atender de un cornadón de 30 centímetros el 14 de abril y de otras dos cornadas el día 20 de mayo en aquella tarde de mal recuerdo en la que David Mora y Antonio Nazaré también acabaron en la enfermería. Pero el destino ha jugado con Saúl muchas veces más. La de Bilbao en los genitales en 2012, y la del año siguiente en la misma plaza cuando un pitón le atravesó el muslo izquierdo, unos días después de sufrir otra grave cornada en Marbella. La fortaleza que siempre ha demostrado para sobreponerse, el valor para seguir en la brecha sin volver la cara, pisando los terrenos más comprometidos, merece algo más que un respeto. Toros Tags cornadaJiménez FortesMadridSan Isidrotoros Comentarios Ángel González Abad el 15 may, 2015