Miguel Ángel Perera ya sufrió en sus carnes su paso por el extinto G-10 y ahora en el G-5, el grupo exclusivo de las figuras. Y lo ha sufrido en verse apartado de ferias importantes, relegado cuando sus colegas de guerrilla se mantenían en el machito. Pues bien, el patito feo del G-5 se desperezó en Las Ventas en una tarde rotunda en la que toreó con un temple y una profundidad apabullantes a su primer toro de Victoriano del Río y se pegó un arrimón de figura de toreo en el que cerró plaza. Total, tres orejas y la Puerta Grande de par en par.
En los dos últimos días han pasado por la plaza de Madrid todo el G-5, y salvo Talavante y su mano izquierda, del resto nada pasará a la historia. Los aficionados solo se acuerdan de que Morante estuvo muy lejos de destapar su tarro de las esencias, pues ni El Juli ni Manzanares dejaron la menor huella.
Quien hasta ahora ha dado la cara de verdad de ese controvertido G-5 ha sido Miguel Ángel Perera, que esta dispuesto a dejar de ser el patito feo del grupo.
Entre barreras
por
Ángel González Abad