Ángel González Abad el 23 may, 2012 Lo de Morante de la Puebla es para bien o para mal, es para despertar la máxima expectación y después provocar la mayor de las decepciones, o la mayor de las pasiones. La primera tarde de Morante se saldó con unas verónicas en el quite del perdón. Poco es, pero llegó el ¡morantazo! pleno de personalidad de arte, de lentitud. Poco fueros esas dos verónicas que despidieron una tarde marcada por esa decepción en que se suelen convertir las tardes en las que se ponen las mayores ilusiones. Mala por descastada al límite la corrida de Juan Pedro Domecq, y muy poco, casi nada por parte de Alejandro Talavante, y una demostración de que el novel mexicano Juan Pablo Sánchez tiene el secreto del temple en sus muñecas. Y entre todo el ¡morantazo!, que esta vez fue un ¡ay que pena!, más que el siempre esperado ¡cómo ha estao este tío! En la imagen, Morante ante uno de los toros de Juan Pedro Domecq. Foto: De San Bernardo Toros Comentarios Ángel González Abad el 23 may, 2012