Llovía a cántaros por media piel de toro. Se tuvieron que suspender la mayoría de los festejos anunciados: Soria, Fuengirola, Mojados… Se salvó la Feria del Pilar, gracias la cubierta de la plaza de la Misericordia. Pero la cubierta tenía goteras, y la lluvia se filtró hasta el ruedo y los areneros se afanaron por paliar los charcos que se formaban.
La gente miraba al cielo, perdón, a la cúpula, que sonaba como un tambor cuando los goterones caían. Fue la mayor distracción del público, porque la verdad lo que se cocía en el ruedo era más soso que un guiso sin sal. La culpa: los toros de Montalvo, tan descastados que provocaron el enfado de la afición maña
La gotera de la cubierta se sumaba a las muchas otras que tiene la Fiesta. Pero eso es capítulo aparte…
Toros