Ángel González Abad el 16 oct, 2016 Palomo se llama, Antonio para más señas, y ha caído en la Misericordia de Zaragoza como podría haberlo hecho en cualquier plaza de España. Esa suerte hemos tenido los aficionados aragoneses, que nos ha caído Palomo, y no del cielo precisamente. Este Palomo ya hizo sus pinitos en la Feria de hace un año, pero en este Pilar de 2016, se ha lucido de principio a fin. En la intensa y plena de emociones tarde del sábado, la de Padilla, Morante y Talavante, es difícil ser tan insensible para negarle a Juan José Padilla la segunda oreja del sexto de la tarde. Al margen de sus gustos o los míos, dónde estuvieron los fallos que a juicio del usía le frenaron en la concesión del doble trofeo. Y, sobre todo, cuál es su criterio para la concesión. Si una oreja es una oreja, en qué se parece la que concedió a Padilla con otras que salieron de su mano en esta misma Feria. La que otorgó a López Simón, por ejemplo. Del blanco al negro, del norte al sur. Para qué ahondar en la entrega del torero en los tres tercios, para qué insistir en la emoción que transmitió al público, para qué… Si no lo entendió entonces, ya no merece la pena. Toros Tags Antonio PalomoEl PilarJuan José PadillatorosZaragoza Comentarios Ángel González Abad el 16 oct, 2016