El Juli toma el relevo en Barcelona

Finalmente José Tomás no podrá acudir a su cita anual con Barcelona. La gravísima cornada de Aguascalientes le ha pasado factura y le tendrá apartado de los ruedos toda la temporada. Todos éramos conscientes de que volver a torear tras aquella brutal herida era una temeridad, pero nos cegábamos por la ilusión de volverlo a ver en la arena monumental, por todo lo que eso significa, que es mucho.
Desde su reaparición, aquel 17 de junio de 2007, su presencia ha sido un revulsivo para los aficionados catalanes, un puntal en el que agarrarse en esa lucha que están viviendo por la Fiesta. José Tomás, el último ídolo de la Barcelona taurina, es el heredero de Manolete, que no en vano tuvo en la Ciudad Condal su gran feudo pues aquí toreó más que en ningún otro sitio; y también de Chamaco, aquel torero de Huelva que revolucionó como nadie a la afición barcelonesa en los años cincuenta.
Desgracidamente, el torero de Galapagar va a faltar este año a su cita con la Monumental cuando más falta hacía. Puede que en ese 18 de julio la Fiesta ya este prohibida por ley en Cataluña, puede; pero lo que no habrán prohibido, si es que finalmente se atreven, es el sentimiento de miles de personas a vivir una afición, a sentir un arte. Por eso, ese próximo 18 de julio va a ser tan importante para los que luchan en Cataluña por la pervivencia de un espectáculo maltratado y malherido.
Va a ser una reivindicación más, aunque la tarde, con probibición o no, va tener tintes nostálgicos, aires de lo que pudo haber sido y no fue.
No va a estar José Tomás, aunque en el patio de cuadrillas ese día va a liarse el capote de paseo otro torero que ha demostrado también su apuesta y su compromiso con esta plaza y con su afición. Madrileño igualmente, El Juli ha aceptado el reto, sin importarle sustituir a nadie, porque en esta ocasión sustituir a José Tomás es algo más que entrar en el cartel por la puerta de atrás. El Juli vuelve por la puerta grande, por esa misma puerta que abrió de par en par el pasado día 6 tras una tarde triunfal. Cuatro orejas cortó aquel día y lo sacaron en volandas, senyera en alto, hasta la Gran Vía. Un triunfo de ley, un éxito que reconforta. Y lo mejor de todo fue la dimensión de torero que ofreció. Un aval perfecto para tomar el relevo del ídolo herido. Un soplo de aire fresco contra el ahogo. Lo mismo que supuso José Tomás, lo ofrece ahora otro hombre que ha demostrado ser una auténtica figura del toreo, conceptos al margen.
No voy a perderme ese cartel que completan El Fundi y José María Manzanares frente a toros de Victoriano del Río, y espero que para ese 18 de julio hayan quedado retratados todos y cada unos de los representantes políticos de los catalanes. Sea cual sea la votación final, los aficionados de esta tierra saben que no están solos, el espíritu de José Tomas sobrevuela la Monumental, igual que del capote y la muleta de El Juli