-¡Oiga, oiga! Apague el puro, por favor.
-¿Qué? Estoy en los toros, si aquí ya no se puede fumar…
-¡Que apague el puro le he dicho! ¿No ve que han cerrado la cubierta y está prohibido fumar?
-¡Anda ya!
-¡Acomodador, acomodador! Este señor fuma.
-¡Cómo si bebe!
-Que esta fumando, le digo. ¡Quítele el puro!
Tumulto en el tendido, unos a favor, otros en contra. Que si huele, que si el riesgo de los fumadores pasivos, que si la ley de ZP, ¡Qué venga un guardia!
Y la cubierta de la plaza que ahora se abre, que ahora llueve y hace viento y se cierra. Ahora se puede fumar, ahora ya no; y lo peor, como la cosa te coja con el habano de 30 euros a la mitad y el acomodador te de dos palmaditas en la espalda: “Apague el puro, por favor”
-¡Cállense! Un respeto, que hay un torero en el ruedo
-Pero si antes lo he visto fumar en el callejón…, ¡y menudo veguero!
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