Cerca de veinte puntos de ventaja y a un paso del 48 por ciento de los votos. Con más del 95 por ciento escrutado, ese es el resultado de Mauricio Macri, jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, que ayer buscaba su reelección en las urnas. A Macri le faltó el empujón final para evitar un ballotage frente a Daniel Filmus, el candidato designado por el Gobierno de Cristina Fernández para intentar conquistar la capital de Argentina, un territorio que, una vez más, demostró no querer saber nada del peronismo que encarnó y encarna la familia kirchner.
Macri puede proclamarse justo vencedor de los comicios. La segunda vuelta, el 31 de julio, tendría que enredarse hasta el infinito y más allá, para que se le escapara de las manos. La diferencia con su adversario es, según los pronósticos, irremontable. El ex ministro de Cultura de Néstor Kirchner necesitaría absorber, prácticamente, el voto de todos los que no votaron a Macri para desmontarle de la Jefatura de Gobierno de la ciudad, un puesto a caballo entre alcalde y gobernador. La misión, en este escenario, resulta imposible hasta para los más optimistas.
Claro el vencedor, el derrotado no es sólo Daniel Filmus (27 por ciento) , el fracaso salpica directamente a la presidenta de Argentina. Cristina Fernández sufre un revés esperado pero el bofetón alcanza una dimensión inusitada cuando se analiza el papel desempeñado por el cabeza de lista de legisladores. La jefa del Estado colocó en ese lugar, como apuesta personal, a Juan Cavandié, hijo de desaparecidos apropiado por represores y emblemática figura de la Cámpora, organización juvenil que tiene como referente al vástago de la presidenta, Máximo Kirchner. El resultado es desolador, no obtuvo siquiera el 15 por ciento, frente al 44 por ciento largo de la lista de Macri que encabezaba el rabino Sergio Bergman. Esta secuencia se complica más al revisar el papel desempeñado por los otros “muchachos de la Campora” en las papeletas de “comuneros” (representantes barriales). Las quince “comunas” de la capital, es decir, la totalidad estarán presididas por el “macrismo”.
El panorama no puede ser más triste para las fuerzas de Cristina Fernández de Kirchner, cuya popularidad ronda hoy el 50 por ciento. Su reelección, en juego en el mes de octubre, no parece peligrar pero su criterio para elegir candidatos ha demostrado ser un fracaso. Buenos Aires no es Argentina pero tampoco es otro país ni está en las antípodas.
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