Salgó en una hora para Lima. No había otro vuelo antes. Confío en que no haya más temblores de tierra y el avión pueda aterrizar. Las últimas noticias hablan de más de trescientos muertos y, al menos, un millar de heridos. Los accesos por tierra a los lugares más afectados, Ica y Tasco, están cortados. Intentaré llegar como pueda.
Angélica, la señora que trabaja en mi casa no para de llorar. Es peruana. La familia de su marido vive en Tasco y no sabe nada de ellos. Cristina, la persona que la reemplaza los fines de semanas, me ha llamado ahogada en un mar de lágrimas. Su hija y sus padres son de Ica. Tampoco ha podido contactar con ellos. Me llevo las direcciones y los teléfonos de todos.
En Buenos Aires la colectividad de peruanos es la más numerosa fuera de su país. Estimaciones oficiales calculan que son unos 250.000. El 70 por ciento de estos tiene papeles, el resto son “ilegales”. Se fueron en busca de un futuro mejor. Buena parte de sus seres queridos se quedaron allí y viven de las remesas que les mandan todos los meses.
Las imágenes de la televisión son terribles. Otros corresponsales españoles viajan hoy. Jorge Marirrodriga, de EL PAIS y Robert Mur, de La Vanguardia, han conseguido pasaje en un vuelo de por la tarde. Llegarán a medianoche a Lima. Todos sabemos que nos esperan escenas de dolor y desgracia. Pobre Perú.
El talón de América
por
Carmen de Carlos
Perú
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