Digan lo que digan, el peronismo acompaña hasta la puerta del cementerio pero no entraEl ex presidente Néstor Kirchner goza de mala salud. La noticia no es nueva, tampoco que sus crisis, estomacales y cardiacas, provocan un contagio inmediato en el Gobierno de su esposa y en el peronista Partido Justicialista (PJ) que él mismo preside. Considerado el verdadero poder en la sombra, los achaques, cada vez más seguidos, del actual diputado y secretario general de Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas), ponen en riesgo el proyecto hegemónico del matrimonio de instalarse, de por vida, en el poder.
Las sucesivas convalecencias de Kirchner, como se refiere a su marido la Jefa del Estado, provocan realineamientos y especulaciones políticas de inmediato. Su insistencia en volver a ocupar, como titular elegido en las urnas, la Presidencia de Argentina ahora está en duda. La operación de la noche del sábado, una angioplastia, no es poca cosa. Las elecciones son el próximo año y Kirchner trabajaba duro para imponerse como candidato pese a que los sondeos, todavía, arrojan una imagen algo mejor de Cristina Fernández.
El sábado por la mañana, cuando el ex presidente aún se sentía un hombre fuerte, la pareja más poderosa del país no consideraba otro candidato que no fuera uno de ellos. Hoy, con el nuevo susto que le dio a Kirchner su corazón enfermo, las cosas pueden cambiar.
Ambos son consciente de que los elegidos para el futuro pueden, muy a su pesar, no ser ellos. Pero, animales políticos, a fin de cuentas, se resisten a bajar la cabeza y tratan, en última instancia, de transmitir a la población que el ex presidente es de hierro. Esto explica el alta meteórica e insólita del paciente argentino. En menos de 24 horas Néstor Kirchner estaba de regreso en la quinta de Olivos, su casa, o lo que es lo mismo la casa privada de los presidentes.
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