La última discusión pública entre el dimitido Martín Lousteau y Guillermo Moreno, secretario de Comercio con poder de súper ministro, dejó una imagen imborrable. La televisión retransmitió el instante en el que Moreno se pasaba el dedo índice por la garganta como si tuviera un cuchillo en la mano. El aviso o amenaza, esta vez, estaba dirigido al titular, sobre el papel, de Economía.
La escena se produjo en plena semana de cacerolazos y crisis de desabastecimiento por la huelga del campo. El gesto de Moreno es uno más de los que definen al hombre que hace las veces de matón de barrio sentado en un despacho oficial bajo las órdenes directas de Kirchner (Néstor).
Perro de presa del Gobierno del matrimonio K, Willy, como le llaman sus amigos, impone los precios en los supermercados, prohíbe las exportaciones para presionar a los productores agropecuarios, amenaza en persona y diseña, según el sueño kirchnerista, un falso índice de precios al consumo.
El argumento más convincente de Willy es una pistola sobre la mesa y una demostración verbal de su virilidad. Los empresarios locales y extranjeros incluidos españoles- ya no se sorprenden. Los ministros de Economía sí. Por eso, nadie quería el puesto de Lousteau.
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