El día después del accidente ferroviario más grave del último medio siglo en Argentina, transcurre con el debate abierto en busca de culpables. El último balance del siniestro arroja once muertos y más de doscientos heridos, como consecuencia del triple choque entre un autobús y dos trenes en el porteño barrio de Flores.
Filiberto Gallardo, el conductor del autobús que se saltó el paso a nivel, falleció. Su nombre es el más mencionado por su presunta conducta temeraria pero sus compañeros le defienden. “No funcionaba la barrera, el guardabarreras se fue… Además –declaran en el diario La Nación- para tener visibilidad tienes que pasarte con el coche y después no tienes tiempo para reaccionar”.
Las responsabilidades también se extienden, por abandono y negligencia, al Gobierno nacional, provincial y municipal. A ellos apuntan, en buena medida, las críticas de los pasajeros habituales de esta línea y los vecinos de Buenos Aires. “Lo que sorprende –aseguran- es que la tragedia de ayer no se repita con mayor frecuencia”.
En la ciudad de Buenos Aires y la provincia, las vías del ferrocarril se esparcen como una tela de araña. Barrios céntricos como Palermo, centro turístico de moda, o el de Flores, de clase media, conviven con cruces de trenes que no cumplen las condiciones adecuadas de seguridad. Los conductores denuncian que llegan a esperar cuarenta y cinco minutos para poder cruzar las vías donde, no siempre, hay personal de vigilancia o funcionan adecuadamente la señalización.
Las cámaras de vídeo confirman estas afirmaciones. Eso es lo que parece que, entre otras razones, sucedió antes del fatídico martes 13. El encargado de controlar el paso, como señalaron los compañeros de Filiberto, no estaba y la barrera se encontraba a unos 45 grados del suelo. Es decir, ni claramente levantada ni baja del todo. Además, imágenes anteriores mostraban cómo un vehículo había seccionado una parte de la misma. “Pasa mucho, a veces se sujeta con un palo”, aseguran los vecinos.
Sólo en la capital argentina hay 104 pasos a nivel que, por seguridad, deberían estar en pasos subterráneos. El de ayer, en los últimos cuatro años, se anunció, en otras tantas ocasiones que su “soterramiento” (túnel bajo tierra) estaba en marcha.
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