[if gte mso 10]>
La suerte, compañera inevitable de éxitos y fracasos junto al esfuerzo, parece no acompañar a Obama en su mini gira iberoamericana. Aterrizar en Brasil cuando caen las primeras bombas en Libia para frenar a Gadafi no fue augurio de buena cosecha. El presidente de Estados Unidos comprobaría rápido que el pronóstico era una realidad. El viaje, finalmente, no parece muy oportuno y la recepción recibida tampoco resultó ser la mejor. Luiz Inacio Lula Da Silva rechazó compartir mesa y mantel con él y Dilma Rousseff, que insiste, como sus antecesores, en reclamar un asiento permanente para su país en el Consejo de Seguridad de la Onu, se abstuvo en la resolución que dio luz verde a la intervención en Libia.
Como nada es gratis en política -y en general en la vida- “el hombre del imperio”, como llaman los progres a Obama, se encargó de romper el sueño “brasilero” de estar para siempre en el Consejo de Seguridad. La noticia no es buena para Rousseff, -sí para Argentina que pide lo mismo y tendrá menos– pero, como apuntaba temprano el ex presidente Ricardo Lagos en Radio Continental, “¿Para qué quiere Brasil un asiento permanente si se abstiene en momentos históricos? En situaciones como ésta la abstención, -continuó Lagos-, equivale a una oposición”. La misma lectura debió hacer Obama o si no, muy parecida.
Otros temas