Carmen de Carlos el 16 jun, 2016 Mauricio Macri, aunque sabía, no alcanzaba a imaginar la dimensión de la corrupción kirchnerista. El presidente de Argentina, cuentan los que le rondan, sigue sorprendiéndose cada vez que le ponen sobre la mesa un nuevo escándalo de su antecesora y de los suyos. El de José López, el último, superó con creces cualquier pronóstico. La imagen del sujeto que estuvo pegado al matrimonio Kirchner, durante más de dos décadas, intentando ocultar 160 bolsos con millones de dólares en un convento, era imposible de creer pero resultó cierta. El escándalo de López, después del de Lázaro Báez (contando kilos y kilos de dólares) aunque parezca increíble, podría ayudar a Macri o, al menos, darle un aplazamiento entre los que ya empezaban a alzar la voz por la inflación y los tarifazos de los servicios públicos. Pero el recuerdo del kirchnerismo, hoy más muerto que vivo, despierta los peores fantasmas al confirmarse, de nuevo, cómo funcionaba una estructura de poder pensada y desarrollada para el saqueo de un país. A estas alturas, el Frente para la Victoria que fundó Néstor Kirchner, es una caricatura de lo que fue. Conserva a su “lideresa”, “Cristina”, pero es una mujer vencida por la corrupción que es lo mismo que decir derrotada por sí misma. Los peones van cayendo pero Argentina y el mundo saben que la “reina” o la jefa de la banda siempre fue ella. Pareciera que ala viuda más rica de Argentina le gusta bailar ante el peligro. Aún está a tiempo de cambiar de abogado y compartir la de López, una chica animada y con menos vueltas que Raúl Zaffaroni, su asesor en las sombras al que le acaban de retirar la matrícula pero sigue, pese a ello y en contra de los estatutos, en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Otros temasPolítica Comentarios Carmen de Carlos el 16 jun, 2016