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Blogs El talón de América por Carmen de Carlos

La bala perdida de Al Kassar

Carmen de Carlos el

Frente a lo que Mariana debe sospechar, la detención de Al Kassar, el único traficante de armas, en los tiempos modernos, que no tenía reparos en salir en las revistas y en los periódicos, no ha caído como una bomba en Argentina.
Los diarios han reflejado la noticia en sus portados y le han dedicado entre una y dos páginas interiores pero no ha sido un tema que se haya instalado en la calle. La gente parece estar más interesada en el posible parricidio, con presunta violación de Nora Dalmasso, -que ahora explicaré-, y en la segunda vuelta de las elecciones a Jefe de Gobierno de Buenos Aires, equivalente a alcalde, que en el último gatillazo en sentido figurado- de Al Kassar.
El caso Dalmaso se ha convertido en el culebrón del año. Para los que no lo conocen les hago un resumen. Mujer entrada en los 50, guapa, casada con un médico apuesto y con dos hijos, apareció muerta en su casa de Rio Cuarto (Córdoba) semanas antes de navidades. Las primeras investigaciones indicaron que la señora había mantenido relaciones sexuales previas a su fallecimiento, por ahorcamiento, con el cinturón de su bata.
Policías y periodistas comenzaron a tirar de la manta de la vida íntima de la víctima y expusieron un prototipo de mujer adúltera y libertina capaz de meter entre sus sábanas poco menos que a media provincia de Córdoba.
Entre sus presuntos amantes sobresalían figuras relevantes de la política y del círculo estrecho del matrimonio. Los varones bajo sospecha corrieron a hacerse la prueba de ADN para demostrar su inocencia. En el camino, un joven pintor de brocha gorda quedó detenido. Un perejil (un pringao), clamó la población incrédula. El muchacho quedó puesto en libertad pero esta semana el caso dio un vuelco inesperado.
Facundo, el hijo de Norita, sombra de su padre en las intervenciones públicas de éste, quedó como imputado al coincidir las muestras biológicas halladas en el cadáver con su código genético. El joven, homosexual declarado, se quedó sin coartada cuando su pareja confesó que no habían estado juntos toda la noche del crimen como el chico había declarado.
Difícil de digerir para la sociedad provinciana -y para cualquiera-, la presunta violación, seguida de asesinato de Nora Dalmasso a manos, presuntamente, de su hijo, se compara su muerte con la de María Marta García Belsunce.
También entrada en los 50, como Norita, María Marta vivía en un country (barrio cerrado con vigilancia permanente), aunque en Buenos Aires. Alejada de los instintos básicos de la cordobesa, esta señora vivía entregada a causas humanitarias desde Missing Children, una fundación encargada de recuperar chicos perdidos. En octubre del 2002, su cuerpo apareció muerto en la bañera de su casa. Según la familia y un primer certificado forense, un resbalón le habría hecho perder el equilibrio y reventarse los sesos contra los grifos.
Enterrada a toda prisa, meses después se exhumó el cadáver. La autopsia reveló que le habían descerrajado media docena de balas en la cabeza.
El principal sospechoso es su marido, Carlos Carrascosa, pero buena parte de su familia, de apellido ilustre, está bajo sospecha por encubridora. El juicio se celebra estos días.
Entre uno y otro crimen han transcurrido cinco años. La sensación establecida es que nunca hallarán a los culpables.
Ambos sucesos serían inverosímiles si no fuera porque son ciertos y al menos dos asesinos andan sueltos. Independientemente del desenlace final, la lectura de la sociedad es que el poder del dinero ambas familias son acomodadas- es superior al de la Justicia argentina.
En este contexto, Al Kassar, su nacionalización argentina a velocidad meteórica durante el Gobierno de Carlos Menem, gracias a sus relaciones con el ex presidente y su ex familia política, son motivo de discusión en algunos programas de radio. También sirve de excusa perfecta para los medios favorables a Kirchner que vuelven a recordar los años 90, una década que tachan de ominosa y que identifican con Mauricio Macri. Pero, la verdad de la milanesa, utilizando expresión local, es que a la gente le importa más el caso Norita y Belsunce que el sirio que vivía a cuerpo de rey en Marbella. A fin de cuentas, otro bala perdida.

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