Carmen de Carlos el 15 ene, 2010 Mientras el mundo tiembla desde la distancia con el terremoto de Haití, se me viene a la memoria el de Pisco en Perú. Al caer la noche los muertos se sacaban con palas. Para no desfigurar los rostros, los voluntarios, bomberos y policías, se ayudaban con las manos. Después, se apilaban en la plaza del pueblo y los familiares trataban de identificar a los suyos. Como la mayoría de las construcciones eran de adobe, al derrumbarse se habían hecho arena y ahogado a los que podían haber sobrevivido entre los escombros. Vi filas de cuerpos que, de tan idénticos por la descomposición, parecían el mismo: Estaban hinchados y ordenados como soldaditos de arena. Recuerdo a las familias buscando entre los cadáveres de la plaza y después en camiones donde se apilaban los NN y los que tenían nombre y apellidos. También viví los saqueos, los abusos y la desesperación. Tengo la sensación de que con el terremoto de Haití la historia se repite, las víctimas se multiplican y el caos reina en tierra de muertos. El mundo no aprende. Otros temas Tags muertospiscoterremoto Comentarios Carmen de Carlos el 15 ene, 2010