El joven que hace amago de saludar pero de inmediato le retira la mano a Mauricio Macri, intendente (alcalde con más poder) de Buenos Aires, pertenece a La Cámpora, organización fundada por Máximo Kirchner. El “Cuervo” Larroque, cabeza visible del grupo y diputado, prefiere insultar a las mujeres o dar órdenes a los periodistas.
La presidenta, jefa real de todos, hacía oídos sordos a las solicitudes de audiencia del Papa cuando era el arzobispo de Buenos Aires. Cristina Fernández de Kirchner, ahora, tampoco le abre las puertas de la Casa Rosada a Macri o a cualquier otro dirigente que no sea incondicional suyo. Su ejemplo, visto lo visto, se perfecciona.