Al final casi cumplimos el objetivo de déficit. Por los pelos. Nos ha faltado una decimilla pero, según el ministro Montoro, con los cambios que va a hacer Europa sobre los cálculos del PIB, cumpliremos y con creces. ¡Ya podía haber hecho los cambios un poco antes! El ministro hubiera quedado mejor si hubiera podido presentar unas cifras dentro de los límites. No ha podido ser. Pero los mercados se lo han creído. Es verdad es que reducir el déficit con una economía cayendo un 1,2% es harto difícil. Hay que pagar más prestaciones por desempleo; más pensiones y más altas; abultados intereses de una deuda cada vez mayor; mientras cae la recaudación por la contracción económica. Y estos mayores gastos y menores ingresos consecuencia directa de la crisis hay que compensarlos con ajustes, bien por la vía de recorte de gastos o por la subida de impuestos. Y eso es lo que ha hecho en 2013 el Gobierno.
El descenso del déficit respecto a 2012 ha sido poco, apenas 3.000 millones, pero para reducir los números rojos en esos 3.000 millones ha habido que recortar y mucho. Quizás por eso tengo tantas dudas de qué medidas fiscales se podrán tomar el próximo año sin dañar mucho las cuentas públicas.
Este año 2014 hay que reducir el déficit en unos 8.000 millones para lograr el objetivo del 5,8% del PIB, pero en 2015 la reducción tiene que ser de otros 13.000 millones. La reactivación de la economía puede ayudar pero ¿tanto?
Es verdad que cada día que se presentan nuevas previsiones son para mejorar las anteriores. Esta semana ha sido el Banco de España quien mejoró las suyas. España crecerá un 1,2% este año y un 1,7% el próximo. Pero el supervisor advertía que, sin medidas, el déficit público se desviaría en 2015 en más de un punto (10.000 millones de euros) hasta el 5,5% del PIB. Mucho me temo que las alegrías fiscales vendrán con cuentagotas si queremos reducir los números rojos de nuestras cuentas.
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