Los halagos que la evolución de la economía española y las reformas puestas en marcha en nuestro país están recibiendo en los últimos días en distintos ámbitos internacionales no pueden hacernos olvidar los graves problemas que todavía tiene España. Los datos de deuda pública conocidos ayer son una buena prueba de que nuestros gobernantes deben mantener los pies bien pegados a la tierra.
Los números rojos acumulados por nuestras administraciones se acercan peligrosamente al cien por cien del PIB y aunque España se financia a un coste muy inferior al de hace un año, el incremento de la deuda hace que la partida destinada al pago de intereses crezca de manera exponencial y se coma buena parte de los efectos de los ajustes. Frenar este incremento de la deuda parece, por tanto, una tarea prioritaria.
No obstante, el Gobierno de Mariano Rajoy tiene en sus manos una oportunidad única para enderezar el rumbo de la economía española. Los inversores vuelven a confiar en nuestro país como prueba la caída de la prima de riesgo y la llegada de capital exterior dispuesto a invertir en España. Y además en Bruselas, y especialmente en Alemania, hay gran interés por que España salga rápido de la crisis ya que eso demostraría que las políticas de austeridad que nos han impuesto funcionan. No es, por tanto, el momento de la autocomplacencia o de bajar la guardia sino de pisar el acelerador de las reformas y de trabajar todos juntos para superar la crisis económica más larga de la democracia. Ojalá que asuntos como las corruptelas varias que inundan este querido país nuestro o las aventuras secesionistas en las que algunos quieren ahora introducirse, no lo impidan.
Otros temas