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Nixon en China (y 5)

Emilio de Miguel Calabia el

¿Cómo se vivió en China el acontecimiento de la visita de Nixon?

Nixon fue recibido en el aeropuerto por Zhou Enlai, que tenía un instinto muy fino para soltar la frase histórica más adecuada. En este caso fue: “Su apretón de manos ha atravesado el mayor océano del mundo, veinticinco años sin comunicación”.

Zhou Enlai fue el guía de Nixon durante la visita porque Mao estaba demasiado enfermo para recibirlo (fallo cardiaco más una infección pulmonar). Sin embargo, saber que el presidente de EEUU había venido a cortejarlo, le dio un chute de energía tal, que aceptó recibirlo en su residencia de Zhongnanhai. Puede que la excusa de la enfermedad fuese cierta, pero yo no descartaría que Mao estuviese jugando al emperador inaccesible que como gesto gracioso y casi por compasión acepta recibir al visitante que viene de lejos.

El encuentro entre Nixon y Mao duró una hora. Tal vez Nixon no se diera cuenta de que Mao le recibió y trató con la displicencia con la que los emperadores antiguos trataban a los reyes bárbaros que venían a visitarlos. Mientras que Nixon se deshizo en elogios de Mao, todo lo que consiguió de éste fue el comentario: “Su libro, “Seis crisis”, no es un mal libro”. Como respuesta a la afirmación de Nixon de que “los escritos del presidente movieron a una nación y han cambiado el mundo”, va un poco de sobrada. Nixon trató de hablar con Mao sobre cuestiones geopolíticas, pero el emperador, digo Mao, sólo tenía ganas de conversar sobre cuestiones filosóficas.

A Mao le encantaba desequilibrar al contrario con afirmaciones chocantes. Nixon no fue una excepción. Mao le dijo: “Voté por usted durante sus elecciones. Me gustan los derechistas. Dicen lo que realmente piensan, no como los izquierdistas que dicen una cosa y piensan otra.” Creo que la afirmación puede leerse como una pequeña tomadura de pelo que tal vez esconda algo de verdad. Me imagino que Mao prefería a un político serio y que entendía las realidades del poder, a cualquier chisgarabís de izquierdas que le viniera con discursos buenistas.

A pesar de su actitud, Mao causó una impresión. Kissinger, que es un zorro al que es muy difícil epatar, dijo después: “Nunca me he encontrado a nadie que destilase tal voluntad de poder concentrada”. En cambio la recíproca no fue igual de positiva. En 1975, en una conversación con el dictador norcoreano Kim Il-Sung, Mao comentó que Kissinger era “mala gente” y “artero” y que estaba tratando de saltar hacia Moscú poniéndose sobre los hombros de China. Me sorprende la opinión de Mao, que sabía que el poder no es ético y que aquí Kissinger se estaba comportando como cabía esperar.

Sabemos por el médico personal de Mao, Li, que Mao había anticipado nerviosamente el encuentro con Nixon y que le gustó su estilo directo de hablar, sin irse por las ramas.

Aunque mantuviese esa actitud altanera, lo más probable es que Mao se estuviera muriendo de gusto de ver cómo el rey del mundo le hacía tanto caso. ¿La prueba? Permitió que su encuentro fuese filmado y retransmitido por la televisión china. El “People’s Daily” llevó al día siguiente a la primera plana la foto de Mao recibiendo a Nixon. La noticia fue muy bien recibida por la población. Después de los desastres de la Revolución Cultural parecía augurar el retorno a la estabilidad. Además suponía un toque de atención a la URSS si decidía atacar a China.

Aunque realmente eran los chinos quienes necesitaban el acercamiento más que los norteamericanos, éstos se comportaron de una manera muy obsequiosa y estuvieron dispuestos a hacer concesiones mayores a cambio de muy poco. Cuestiones que los chinos sabían que podían obtener de los norteamericanos eran: la entrada en NNUU y en el Consejo de Seguridad en lugar de Taiwán, el reconocimiento de la existencia de una sola China de la cual Taiwán era parte integrante. A la altura de 2023 resulta difícil darse cuenta de lo grande que era esta concesión. EEUU llevaba 23 años de relaciones estrechas con Taiwán y había un contacto muy estrecho entre las élites taiwanesas y las norteamericanas, sobre todo las del Partido Republicano.

Han pasado 50 años de la visita de Nixon a Pekin y no cabe duda de que marcó un antes y un después en el desarrollo de la Guerra Fría. La tristeza es que acontecimientos posteriores como el Watergate, la caída de Nixon y la anexión de Vietnam del Sur por el Norte en 1975, le quitaran algo de lustre.

 

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