En ausencia de Marco Antonio, Cleopatra gobernó Egipto razonablemente bien. El Nilo se comportó y hubo un pequeño boom agrÃcola. Sin las enormes deudas que habÃa contraÃdo Ptolomeo XII, hasta se habrÃa podido hablar de prosperidad económica. Sin Marco Antonio enredando, tal vez Cleopatra habrÃa podido tener un reinado discreto y tranquilo y haber dejado un Egipto próspero y medio independiente.
Pero no iba a ser. Marco Antonio tenÃa clavada la espinita de los partos. Dado que Octaviano tenÃa la ventaja de ser el heredero escogido por César, tal vez pensase, como revancha, llevar a término el sometimiento de la Partia, que era el gran proyecto que César no llegó a ejecutar por su muerte.
En el 37, Marco Antonio volvió a Siria y pidió a Cleopatra que se reuniese con él en AntioquÃa. Para hacerse perdonar y obtener su apoyo, le entregó la biblioteca de los reyes de Pérgamo, a modo de compensación por el incendio de la biblioteca de AlejandrÃa, y le cedió una serie de territorios en Asia que habÃan pertenecido anteriormente a los Ptolomeos. Esto último fue una inmensa cagada en términos de relaciones públicas. Según la ley romana, Marco Antonio carecÃa de facultades para disponer de territorios que pertenecÃan a la República. Lo de saber que uno de los triunviros andaba regalando terrenos a una zorra egipcia no sentó nada bien en Roma.
Marco Antonio habÃa minusvalorado la reacción del pueblo romano, pero habÃa calibrado bien la de Cleopatra. Ser reina está bien, pero ser emperadora es mejor. Ya se imaginaba redorando los viejos esplendores de los primeros Ptolemaidas, cuando Egipto era una potencia a la que tener en cuenta en Siria y el Egeo. Comenzó a datar su reinado con un sistema de doble datación: la primera fecha era la de su entronización; la segunda la de la recuperación de los antiguos dominios ptolemaidas. Y ya puestos, mientras Marco Antonio comenzaba su campaña contra los partos, Cleopatra hizo una gira triunfal por sus nuevas posesiones.
La guerra contra los partos fue un desastre sin paliativos. Marco Antonio habÃa minusvalorado a sus enemigos y sus preparativos logÃsticos fueron muy deficientes. Para diciembre del 36 estaba de regreso en Siria con las tres quintas partes de su ejército; los huesos de las otras dos quintas partes blanqueaban Mesopotamia. Mientras Marco Antonio se estrellaba contra los partos, Octaviano se deshizo de Lépido, el otro triumviro, y quedó como dueño único de Occidente.
Yo creo que fue con la derrota ante los partos que algo se rompió en Marco Antonio. A partir de ese momento se hizo más dependiente de Cleopatra tanto polÃtica como emocionalmente y su carrera adoptó tintes de tragicomedia.
En el 34 a.C. Marco Antonio, con fondos proporcionados por Cleopatra, atacó Armenia. Marco Antonio achacaba a su rey Artavazdes II parte de su derrota frente a los partos, ya que sentÃa que le habÃa traicionado. Fue una guerra menor en la que lo que consiguió fue botÃn y hacer prisionero a Artavazdes. No obstante, Cleopatra le preparó en AlejandrÃa un triunfo grandioso para masajearle el ego. Ya puestos a hacer las cosas a lo grande, Marco Antonio aprovechó la ocasión para hacer las denominadas Donaciones de AlejandrÃa. Determinó que Cleopatra y Cesarión heredarÃan Egipto, Chipre, Cirenaica y la Celesiria, es decir, las propiedades tradicionales de los Ptolemaidas; Alejandro Helios recibirÃa Armenia, Media y Partia (Marco Antonio obvió el detalle nimio de que aún no habÃa sido conquistada); y, finalmente, Ptolomeo Filadelfo, el hijo que habÃan tenido justo antes de la campaña contra los partos, recibirÃa Fenicia, Siria y Cilicia. Marco Antonio hacÃa todo a lo grande, incluso cuando se pegaba tiros en el pie.
La celebración de los triunfos por tradición se realizaba en Roma. El triunfo era una celebración polÃtico-religiosa que festejaba una gran victoria de un general. La celebración del triunfo alejandrino no pudo sino repugnar a los romanos, como le repugnarÃa a un cristiano que se bautizase a un bebé con gin-tonic en lugar de con agua. Más grave todavÃa eran las Donaciones de AlejandrÃa. A pesar de que la República estuviese en las últimas boqueadas, la institución monárquica seguÃa rechinando a muchos y no pocos romanos conservadores desconfiaban de las costumbres helénicas, que venÃan a pervertir las sanas tradiciones romanas. Marco Antonio, comportándose como un monarca helenÃstico y disponiendo alegremente de las posesiones romanas, le habÃa dejado en bandeja a Octaviano la victoria en la guerra de la propaganda.
Marco Antonio tenÃa una baza en su mano a la que Octaviano temÃa horrores: Cesarión. La legitimidad le venÃa a Octaviano del hecho de que habÃa sido el heredero designado por César. Eso le aseguraba la lealtad de las legiones. El hecho de que Marco Antonio controlase al hijo biológico de César, era un problema. Octaviano esquivó ese problema mediante una intensa guerra de propaganda, en la que se presentó como el defensor de los valores tradicionales romanos frente a una zorra egipcia que habÃa obnubilado a Marco Antonio y que atacaba los intereses romanos en Oriente. Los ataques virulentos contra Cleopatra de paso podÃan servir para echar un poco de basurilla sobre Cesarión. Aunque tal vez Octaviano estuviese sobrevalorando la astucia polÃtica de Marco Antonio: al haberle hecho beneficiario de las Donaciones de AlejandrÃa, que tanto habÃan escandalizado a los romanos, le habÃa hecho un flaco favor a Cesarión.
El 31 de diciembre del 33 a.C. el moribundo triunvirato expiró y ya no fue renovado. El 32 se fue en fintas polÃticas en las que Octaviano ganó. Al final del año el Senado y la opinión pública romana estaban de su lado. Octaviano hábilmente consiguió que el Senado votase a favor de declarar la guerra a Cleopatra. Indirectamente esto colocaba a Marco Antonio en contra del pueblo romano.
El plan de guerra de Marco Antonio era muy sencillo: concentrar sus tropas en la peninsula griega y desde allà cruzar a Italia. En sus planes Cleopatra jugó un papel clave: no sólo alimentarÃa a sus tropas, sino que le proporcionó 20.000 talentos para financiar la campaña. Sus generales le pidieron que enviase a Cleopatra de vuelta a Egipto, para no dar pábulo a las acusaciones de Octaviano de que Marco Antonio estaba controlado por la egipcia, que querÃa subvertir Roma. Marco Antonio no les escucho, posiblemente porque era verdad que Cleopatra le controlaba. Creo que para entonces Marco Antonio se habÃa vuelto dependiente psicológicamente de Cleopatra y que encontraba en ella la fortaleza que le faltaba. La visión de un Marco Antonio pelele en manos de Cleopatra puede que sà fuera cierta en esta etapa.
A comienzos del 31 los ejércitos estaban frente a frente. Octaviano tenÃa una leve superioridad numérica en infanterÃa y una superioridad más abultada en la armada. Los barcos de Octaviano eran más ligeros y maniobrables, pero también más frágiles. A su favor estaba que disponÃa de más marinos y que éstos tenÃan la moral más alta y estaban mejor entrenados que los de Antonio.
La campaña empezó con dos golpes de Agripa, el mejor general de Octaviano, que estaba al mando de la flota, que se hizo con Methone y con Leucas, cortando las lÃneas de abastecimiento con Egipto al ejército de Marco Antonio. Para empeorar las cosas, la flota de Marco Antonio se vio bloqueada por la de Agripa en la bahÃa de Accio.
El 2 de septiembre tuvo lugar la batalla naval de Accio. Ha habido muchas versiones sobre la batalla, pero la más verosÃmil es que el plan de Marco Antonio y Cleopatra era simplemente romper el bloqueo y huir rumbo a Egipto. Dos pruebas de que éstas eran sus verdaderas intenciones son que habÃan dejado las velas a bordo y que colocaron el tesoro de guerra en los barcos de Cleopatra. Efectivamente, en medio de la batalla, aprovechando un hueco en las lÃneas octavianas, la flota egipcia escapó. Marco Antonio siguió a los navÃos egipcios con algunos de los suyos. No está claro si su ala derecha no pudo romper contacto con la flota octaviana y por ella acabó pereciendo, o si Marco Antonio habÃa asumido que tendrÃa que sacrificarla para que el resto de la flota pudiera escapar. En términos morales, la victoria indiscutiblemente fue para Agripa, pero en términos prácticos fue Marco Antonio quien ganó, ya que consiguió salvar parte de su flota, asà como su tesoro de guerra.
Los historiadores antiguos le tenÃan tantas ganas a Cleopatra, que difundieron una versión de la batalla que la dejaba en mal lugar. Según esta versión, Marco Antonio habrÃa podido ganar la batalla, pero la huida inopinada de Cleopatra les desmoralizó a él y a sus tripulaciones y causó la derrota. Para echar aún más sal en la herida, esa versión llega a afirmar que Marco Antonio salio despendolado detrás de Cleopatra, olvidándose de la batalla y que cuando abordó su nave, lo primero que hizo fue recriminarle su huida. Como he dicho, es casi seguro que esta versión es falsa e interesada.
La historia de la huida de los barcos egipcios hace que normalmente uno se olvide que en Accio también habÃa fuerzas terrestres de Marco Antonio y que no eran pequeñas: 19 legiones y 12.000 jinetes. Marco Antonio habÃa encomendado a Canidio Craso que se retirase con sus tropas hacia Asia a través de Macedonia para continuar allà la guerra. Posiblemente éste fuera el principal error de Marco Antonio. Marco Antonio tenÃa carisma y sabÃa despertar la lealtad de sus subordinados. Probablemente las tropas le habrÃan seguido, si él las hubiese mandado. Con Canidio lo que sucedió fue que Octaviano les hizo una oferta tan buena que no la pudieron rechazar y se cambiaron de bando sin mayor problema.
En la huida Marco Antonio se dirigió a Cirenaica, para recoger las legiones que tenÃa allà estacionadas, mientras que Cleopatra iba a AlejandrÃa. No podemos más que admirar la sangre frÃa de Cleopatra. Sabiendo lo mal que les sentaban las derrotas a los Ptolemaidas, entró en AlejandrÃa como si hubiese salido victoriosa y pocos dÃas despues organizó un gran festival para celebrar la mayorÃa de edad de Cesarión. Mientras ponÃa cara de normalidad, ya estaba preparando su huida y para ello, transfirió su flota del Mediterráneo al Mar Rojo. Los nabateos quemaron su flota y le privaron de su posibilidad de escape. En esos últimos movimientos desesperados podemos apreciar su dureza. Seguramente siguiese amando a Marco Antonio, pero su reino y sus hijos eran más importantes que sus sentimientos.
Marco Antonio regresó a AlejandrÃa con las pocas tropas que habÃa podido rebañar. En julio del 30 Octaviano llegó ante AlejandrÃa. Marco Antonio hizo una salida y derrotó brillantemente a las tropas de avanzada de Octaviano, demostrando que era un táctico de calidad. Pero la suerte estaba echada. El 1 de agosto, sabiendo de sobra qué lado era el perdedor, las tropas que le quedaban le abandonaron.
La historia de la muerte de Marco Antonio y Cleopatra nos ha llegado por Plutarco. Según esta historia, Marco Antonio recibió un mensaje en el que se decÃa que Cleopatra se habÃa suicidado. Marco Antonio, desesperado, se clavó la espada en el vientre. Aún vivo, le llevaron a donde estaba Cleopatra, que no se habÃa suicidado, y murió entre sus brazos. Está extendida la creencia de que Cleopatra inmediatamente después se acicaló y se hizo llevar una cesta de higos en la que habÃa un aspid, al que provocó para que le mordiera. Eso de la muerte de ambos amantes en rápida sucesión es de Romeo y Julieta. La realidad es que Cleopatra no se suicidó inmediatamente, sino que antes tuvo un encuentro con Octaviano.
Y ahora vienen las preguntas, que son bastantes:
+ ¿Indujo al suicidio Cleopatra a Marco Antonio? Conociendo a Marco Antonio, debÃa de saber que una vez supiera que ella estaba muerta, habÃa muchas posibilidades de que se suicidara. Derrotado, sin soldados, a punto de caer en manos de Octaviano, no es que le quedaran muchas opciones. Aun asÃ, convenÃa darle el empujoncito final para que se clavase la espada en la tripa. Marco Antonio vivo era una molestia, pero con Marco Antonio muerto, aún podÃa intentar llegar a un acuerdo con Octaviano que le permitiese seguir reinando Egipto.
Esta teorÃa me gusta por lo maquiavélica, pero Cleopatra era muy inteligente y me cuesta creer que creyese que Octaviano iba a ser clemente con ella. A lo más que podÃa aspirar es a que la encerrase en una jaula dorada y tirase la llave.
+ ¿Intentó Cleopatra seducir a Octaviano? Me parece verosÃmil que Cleopatra lo haya intentado. Si ya le habÃa funcionado un par de veces en el pasado con generales romanos, ¿por qué no una tercera vez? Pero si lo intentó es obvio que fracasó. Ya tenÃa 39 años, no los 21 y 28 que tenÃa cuando sedujo respectivamente a César y a Marco Antonio. En lugar de estar lidiando con hombres que le sacaban más de diez años, ahora se las veÃa con un hombre seis años menor. Y no sólo eso. Octaviano era frÃo y calculador y las mujeres y el sexo le interesaban mucho menos que a los otros dos. En cambio el poder le interesaba tanto o más que a ellos.
+ ¿Qué ocurrió en el encuentro entre Octaviano y Cleopatra? Tito Livio dice que Octaviano simplemente le prometió que respetarÃa su vida, pero que más tarde Cleopatra supo por un liberto que Octaviano pensaba pasearla en triunfo por Roma. Fue entonces que, para ahorrarse esa humillación se suicidó.
Octaviano, calculador y algo cruel, tuvo algunos miramientos con Cleopatra, que acaso pueda atribuirse a que algo sà que le encandiló. Permitió que la enterraran junto a Marco Antonio, como éste habÃa querido, y se llevó a los tres hijos que habÃa tenido con Antonio a Roma, donde su hermana Octavia los educó. Alejandro Helios y Ptolomeo Filadelfo desaparecen de la Historia. Es probable que murieran siendo niños de enfermedad. Cleopatra Selene, en cambio, se casó con Juba, rey de Mauretania, y pudo reinar, aunque no fuera en un reino tan vistoso como Egipto.
¿Y qué fue de Cesarión? Roma era demasiado pequeña para dos hijos de César. Antes de que hubiese pasado un mes de la muerte de su madre, ya estaba muerto.
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