Emilio de Miguel Calabia el 11 abr, 2019 En 1981 el Coronel de Infantería estadounidense Harry G. Summers Jr. publicó “On Strategy. The Vietnam War in Context”, que es un estudio sobre cómo condujo EEUU la Guerra de Vietnam a la vista de los principios de Clausewitz. La conclusión es que los violó casi todos y así le fue. Para Summers lo más frustrante es que desde un punto logístico y táctico, EEUU logró siempre sus objetivos en Vietnam. En el momento álgido de su intervención, EEUU llegó a mover cada año casi un millón de soldados dentro o fuera de Vietnam y a mantenerlos adecuadamente abastecidos. En el campo de batalla el Ejército norteamericano fue capaz de derrotar una y otra vez tanto al Ejército norvietnamita como a las guerrillas del Vietcong. Y sin embargo perdió la guerra. La razón última de la derrota norteamericana fue que la voluntad nacional de combatir colapsó. En opinión de Summers, el problema fue que el pueblo norteamericano nunca sintió la guerra de Vietnam como algo propio. Cuando en 1964 patrulleras norvietnamitas atacaron a dos destructores norteamericanos en el Golfo de Tonkín, el Presidente Johnson logró que el Congreso le diera amplios poderes para responder al ataque. Si hubiera optado por pedir la autorización para declarar la guerra, seguramente el Congreso se la habría concedido. No lo hizo, porque le pareció innecesario; pensaba que con unos cuantos bombardeos, haría que los norvietnamitas recapacitasen; no era consciente de que se estaba metiendo en una guerra que duraría 10 años. Summers piensa que con una declaración de guerra y la involucración del Congreso, el pueblo norteamericano sí que se habría sentido implicado, habría visto la guerra como algo propio y su voluntad de combatir no habría colapsado de la manera en que lo hizo. Yo lo dudo. Vietnam siempre fue algo muy remoto para el pueblo norteamericano, que nunca tuvo claro lo que se les había perdido en Indochina. Además eran los tiempos del movimiento pacifista y de los hippies, que renegaban de todo lo militar. Otro factor que influyó en la derrota fue el burocrático. El Presidente no mantenía contacto regular con los mandos militares. Se dejó que la estrategia en Vietnam fuese decidida por analistas civiles, por profesores universitarios de políticas y por analistas de sistemas. [Quien esté interesado en el proceso de toma de decisiones durante la guerra de Vietnam en el que, efectivamente, los civiles tuvieron un peso abrumador, puede consultar “The Best and the Brightest” de David Halberstam]. Estos decisores, sin conocimientos de estrategia militar, intentaban aplicar criterios economicistas y racionales al campo de batalla. Eran muy buenos resolviendo los problemas logísticos, pero en lo que se refería a los problemas propiamente militares, eran como un fundidor capaz de hacer el sable más fuerte del universo, pero que no tuviera ni idea de esgrima. Los mayores defectos del sistema aportado por estos decisores civiles eran su convicción de que la misma solución servía para todas las situaciones y su falta de flexibilidad. Muchos de estos analistas venían de la Teoría de los Juegos y asumían que los jugadores siempre son racionales y tratan de maximizar sus ganancias y minimizar los riesgos y las pérdidas. Con este planteamiento, no conseguían entender cómo Hanoi no aceptaba la realidad de que no podía ganar y soportaba impasible los bombardeos y las grandes pérdidas humanas en los campos de batalla. La única explicación racional es que Hanoi iba de farol y que bastaría con apretarle un poco más las cuerdas, o sea bombardearle un poco más, para que se rindiese a la evidencia de que no podía ganar. Un tercer factor fue que la estrategia norteamericana se vio muy influida por el recuerdo de la guerra de Corea y dejó que dos temores influyesen en su elaboración: el temor a una escalada que terminase conduciendo a una guerra nuclear y el temor a verse envuelto en una guerra terrestre con China, como había ocurrido en la guerra de Corea. Estos miedos hicieron que EEUU enfocase el conflicto siempre como una guerra limitada y que se vedase a sí mismo acciones que sí que hubieran podido afectar a Hanoi y erosionar su resolución, como hubiese sido que tropas norteamericanas hubiesen cruzado el paralelo 17 y hubiesen invadido Vietnam del Norte. Y, el cuarto factor fue que EEUU luchó la guerra equivocada. Summers afirma que EEUU creyó que lo tenía entre las manos era la insurgencia del Vietcong y adoptó una estrategia de contrainsurgencia. No se dio cuenta de que la guerra verdadera era la convencional: Vietnam del Norte estaba intentando conquistar Vietnam del Sur con su Ejército; la insurgencia del Vietcong era algo secundario. La prueba de ello es que durante la Ofensiva Tet de 1968, el Vietcong fue casi exterminado y sin embargo la guerra siguió. Otra prueba es que cuando finalmente Vietnam del Sur cayó en 1975 fue por efecto de una invasión convencional del Ejército norvietnamita. El error de creer que se trataba de una insurgencia se vio agravado por el hecho de que EEUU dedicó sus tropas en buena medida a aplastar esa insurgencia. Una apreciación más exacta de la situación habría mostrado que la misión de las tropas norteamericanas era sellar la frontera con Vietnam del Norte y asegurarse de que el Ejército norvietnamita no estaría en condiciones de atacar Vietnam del Sur, mientras que el Ejército survietnamita se dedicaba a dar cuenta de la insurgencia del Vietcong y tras la protección norteamericana, el gobierno de Saigón podía concentrarse en estabilizar el país. Ese error crucial estuvo en la base de la falta de coherencia de EEUU a la hora de determinar cuál era su objetivo en Vietnam. En sus inicios, el objetivo era contener la agresión soviética y china en Asia; entre 1962 y 1968 el énfasis se puso en la contrainsurgencia; finalmente, en 1968 el objetivo cambió al de mostrar la firmeza del compromiso norteamericano. Curiosamente, el objetivo nunca fue derrotar a Vietnam del Norte, sino presionarle para que cesase en su apoyo al Vietcong. Los norvietnamitas, por su parte, tenían claros sus objetivos desde antes incluso de alcanzar la independencia: el establecimiento de regímenes comunistas en Vietnam, Laos y Camboya. Así aparecía reflejado en un documento secreto del Partido Comunista Vietnamita que el Cuerpo Expedicionario Francés encontró en 1952 y así acabó ocurriendo en 1975. La formulación del objetivo por parte norteamericana chocó también con una serie de imponderables. Para empezar, el Presidente, al tiempo que se ocupaba de la guerra de Vietnam, tenía que prestar atención a la política interna. El Presidente Johnson intentó conjugar la guerra de Vietnam con la puesta en marcha de sus ambiciosos programas sociales. Fracasó en ambos frentes y terminó no presentándose a la reelección en 1968. Por otra parte, para EEUU, la guerra de Vietnam formaba parte de un escenario mucho mayor, que incluía consideraciones sobre la contención de la URSS y China en otras partes del globo y el apoyo a sus aliados. A pesar de su superioridad bélica, EEUU se colocó paradójicamente en una actitud estratégica defensiva. Su objetivo era simplemente contener a Vietnam del Norte. Vietnam del Norte adoptó una estrategia ofensiva cuyo objetivo último era conquistar Vietnam del Sur. Tras la derrota que sufrió en Ia Drang en noviembre de 1965 a manos de EEUU, Vietnam del Norte pasó a la defensiva: el objetivo era desgastar al enemigo. Summers cree que hubiera habido una buena oportunidad de derrotar a Vietnam del Norte en una fecha tan tardía como 1972. Apostando a que EEUU, que había retirado a sus tropas de Vietnam, no intervendría, Vietnam del Norte lanzó el 30 de marzo de 1972 la denominada Ofensiva de Pascua: 12 divisiones invadieron Vietnam del Sur. El Ejército survietnamita, ayudado por los intensos bombardeos norteamericanos, resistió y el resultado fue una dura derrota para los norvietnamitas que sufrieron en torno a 100.000 bajas. EEUU y Vietnam del Sur no hicieron nada con su victoria, porque no habían abandonado la mentalidad puramente defensiva con la que habían conducido la guerra desde el inicio. Vietnam del Norte, por su parte, rehízo sus fuerzas y esperó a que llegase el momento. La debilidad de Nixon por el caso Watergate fue la ocasión que los norvietnamitas habían estado esperando. Cuando lanzaron la invasión definitiva en marzo de 1975, ya sabían que esta vez EEUU no acudiría al rescate. Tal vez, la lección final del libro que lo resume todo y que habría podido ir dirigida al Secretario de Defensa McNamara sea: “Menos escuelas de negocios y más leer a Clausewitz”. Historia Tags Guerra de VietnamHarry G. SummersHistoria militarPresidente JohnsonRichard NixonVietcong Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 11 abr, 2019