
A George H.W. Bush le correspondió recoger los frutos que Reagan había sembrado. Durante su mandato, los regímenes comunistas de Europa Oriental colapsaron y sus países comenzaron la lenta marcha hacia Occidente y la democracia. La URSS se hundió, se fragmentó y dejó de ser un rival. El momento unipolar de EEUU había comenzado.
George H. W. Bush fue la persona más indicada para guiar la política exterior norteamericana en ese período. Su formación en asuntos internacionales era inmensa. Había sido Embajador ante NNUU y representante norteamericano en China, así como director de la CIA. Durante sus cuatro años de mandato procuró trabajar con las organizaciones internacionales y con alianzas, como se vio con ocasión de la Operación Tormenta del Desierto, donde prefirió actuar bajo la égida de NNUU, antes que unilateralmente. Procuró mantener relaciones de cooperación con Rusia y evitó humillarla.
Zoellick termina su examen pormenorizado de la política exterior norteamericana con George H.W. Bush, el momento del apogeo norteamericano. Creo que hablar de las políticas exteriores de Clinton y George W. Bush ayudaría para ver de qué manera EEUU perdió por sus propios errores la posición de hegemonía absoluta que había alcanzado.
A diferencia de Bush padre, realista y con una visión clara, Bill Clinton era un idealista, que quiso moldear un nuevo orden internacional en el que EEUU fuera la nación indispensable. Sus principales herramientas fueron la promoción de la democracia y del libre comercio.
En cuanto a lo primero, puede decirse que fue exitoso. Según los informes de la Freedom House, se pasó de 76 países que eran democracias plenas en 1993-94 a 85 (un 44% del total) en 2000. Fueron los años en los que Fukuyama escribió su famoso libro “El fin de la Historia y el último hombre”, donde defendió que los sistemas democráticos eran la meta última de la Humanidad. Fukuyama ha recibido muchísimas críticas por su teoría, pero lo cierto es que en aquellos días de esperanza, parecía plausible que el mundo acabase siendo un lugar democrático.
En lo que se refiere al libre comercio, bajo su mandato se creó la Organización Mundial del Comercio, la misma que EEUU se ha cargado, entre otras cosas, bloqueando el Órgano de Apelación, el mecanismo de resolución de disputas comerciales, e imponiendo aranceles exorbitantes, que se salen de las reglas de juego de la Organización. Con Clinton, EEUU ejerció un papel director en APEC (Comunidad Económica de Asia-Pacífico) en la que había ingresado en 1989. Durante su mandato se produjo la firma del NAFTA, el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, una idea que había sido de Reagan, que H.W. Bush había negociado y al que Clinton tocó poner la guinda.
Durante su mandato, EEUU sí que consiguió ser la potencia indispensable en cuestiones tales como la guerra de Yugoslavia, que no habría terminado como terminó sin EEUU, o Somalia, donde el fracaso norteamericano determinó que la comunidad internacional se desentendiese del país.
La política exterior de Clinton también tuvo sus errores, errores que irían magnificándose con el tiempo. El primero fue coadyuvar al ascenso de China, pensando que se democratizaría como estaban haciendo otros países y que se convertiría en un buen segundo de EEUU en la tarea de gestionar el orden liberal internacional; nunca se hubiera imaginado que treinta años después, China habría superado a EEUU en varias áreas. El segundo fue no tomar suficientemente en consideración las aspiraciones rusas y tratarla como a un actor secundario y no como el colega que Rusia había pensado que sería al término de la Guerra Fría. El tercero fue no apreciar convenientemente la amenaza del yihadismo internacional, que acabaría siendo uno de los leit-motivs del mandato de su sucesor.
Clinton cometió errores en su política exterior, pero hubieran sido subsanables con un presidente que no hubiera sido George W. Bush.
George W. Bush llegó al poder en el momento en el que EEUU había empezado a pecar de hubris. Había vencido la Guerra Fría y era la única superpotencia. ¿Por qué no modelar el orden internacional a su antojo y crear un mundo en el que la hegemonía norteamericana se perpetuase? George W. Bush se rodeó de neocons que, después de los ocho años de Clinton, deseaban tomarse la revancha y aplicar las ideas que habían estado pergeñando desde la oposición.
El gran proyecto de la presidencia de Bush fue la invasión de Iraq. Iraq era un tema que le obsesionaba. Saddam Husein había intentado asesinar a su padre y le quedaba el regusto amargo de pensar de después de la victoria militar en 1991, su padre había dejado la cuestión resuelta a medias, porque Saddam seguía en el poder. Bush no podía entender que su padre, respetuoso de NNUU y de las alianzas, no hubiera querido ir más allá de lo que le autorizaba el mandato onusiano.
Aquí las manías personales de Bush con Saddam Husein coincidieron con los objetivos de los neocons. Incluso antes de la llegada de Bush al poder, éstos ya habían estado elucubrando con la idea de invadir Iraq, terminar con Saddam e implantar la democracia en el país. La operación prometía grandes réditos: hacerse con el control de las segundas mayores reservas de petróleo del mundo y crear una democracia, que serviría para reconfigurar Oriente Medio y convertirlo en un espacio de democracia. La Administración Bush incluso sopesó atacar Irán. Fueron los problemas que estaban teniendo en Iraq, lo que le quitaron esa idea.
La guerra de Iraq fue, en mi opinión, el gran punto de inflexión que marcó la erosión de la posición preeminente de EEUU. La invasión en sí dañó la imagen internacional de EEUU como potencia benévola y defensora de un orden internacional respetuoso con la Carta de las NNUU. Pero peor fue el daño que le hizo mostrarse incapaz de solucionar la crisis que él mismo había creado. La visión de unos EEUU omnipotentes pereció ahí y esa visión aún se vería corroborada con la crisis financiera de 2008.
Aquí paro esta entrada. Creo que nos falta perspectiva para hacer un juicio desapasionado de las políticas exteriores de los presidentes que siguieron a George W. Bush.
Historia