
El capítulo titulado “Política” comienza con una frase muy oportuna de “House of cards”, cuando el vicepresidente Frank Underwood le dice a un millonario: “Puedes tener todo el dinero, Raymond… pero yo tengo a todos los hombres con armas”. El dinero es importante, pero el poder político va más allá y en todo caso siempre habrá algo de ambigüedad en torno a él. Por ejemplo, ¿quién tiene más poder para poner en aplicación sus políticas, Donald Trump o Emmanuel Macron? La respuesta no es fácil e incluso puede cambiar a lo largo del tiempo, a pesar de ser una cuestión del máximo interés para los inversores.
Aquí entra el concepto del capital político. Un político con un gran capital puede gastarlo en reformas impopulares que, sin embargo, tendrán un impacto positivo sobre la economía a medio plazo. Un ejemplo fue el del presidente argentino Macri, que pensaba que disponía de capital suficiente para aplicar políticas dolorosas. Lo hizo, pero no logró la reelección. En una situación similar se ha encontrado el presidente Milei, quien, sin embargo, sí que consiguió ser reelegido.
Papic utiliza varios factores para calibrar el capital político: 1) La popularidad, que es la divisa clave y que les importa incluso a los líderes de Estados autoritarios; 2) El tiempo que lleva en el poder. Cuanto más tiempo, mayor erosión del capital político; 3) El juego de las mayorías en el Parlamento, que puede tanto favorecer o entorpecer. Un ejemplo lo tenemos con el presidente Obama, que a partir de 2014 tuvo que legislar, o al menos intentarlo, con un Senado y un Congreso republicanos; 4) Contexto económico. Un contexto económico desfavorable puede tener dos efectos: impedir las reformas necesarias y perjudicar las posibilidades de reelección del político; 5) El apoyo de grupos de interés, como serían los tecnobarones que han apoyado a Trump; 6) El contexto internacional. En ocasiones hay movimientos internacionales que se difunden por ósmosis y se extienden en gran número de sistemas políticos geográficamente cercanos. Un ejemplo sería el de las Primaveras Árabes.
Aplicando esta metodología a la presidencia de Trump, diríamos que lo tiene crudo en estos momentos. Su popularidad ha descendido al 36%. El contexto económico presenta luces y sombras. La principal sombra es un mercado laboral que se está enfriando y la influencia que esto pueda tener sobre la demanda interna; asimismo la inflación, que está en el 3%, podría subir en los próximos meses. Uno de los factores que contribuyeron a la derrota de Biden fue la elevada inflación. Los grupos de interés que le apoyaron, parecen estar distanciándose de él. Es decir, de 6 de las métricas, Trump tiene problemas en tres de ellas.
Papic otorga especial importancia al Teorema del Votante Medio. Este Teorema fue ideado por el economista Harold Hotelling en su artículo de 1929, “Stability in Competition”. El Teorema dice que los políticos, bien para retener el poder, bien para alcanzarlo, tienden a aproximarse a las preferencias del votante medio. Es de reseñar que los estudios empíricos no han confirmado 100% el Teorema. No obstante, Papic lo sigue y aplica los tres pasos que el Teorema dice que los decisores políticos deben dar: 1) Identificar la cuestión crucial del día; 2) Identificar la posición del votante medio sobre esa cuestión; 3) Aproximarse a esa posición. Un ejemplo que Papic aporta es el de Trump en 2016. Trump identificó correctamente que la cuestión clave era la tensión entre globalización y nacionalismo económico y advirtió que el votante medio apoyaba menos la globalización de lo que se había asumido. Trump, consiguientemente, adoptó una retórica antiglobalización.
El Teorema del Votante Medio sirve peor a la predictibilidad cuando el votante reacciona irracionalmente ante un tema. O cuando unos pocos influencers dominan la discusión anulando lo que pueda decir el Votante Medio. Esos pocos influencers se convierten entonces en el Votante Medio.
Una pregunta que se hace Papic es si el Teorema se aplica a países donde no hay elecciones, como China. Papic estima que sí puede aplicarse. A finales de los años 90, el entonces secretario general del PCCh, Jiang Zemin, formuló la teoría de las tres representaciones. La tercera decía que el Partido debería representar los intereses de la vasta mayoría de la población. Lo cierto es que las autoridades chinas no descuidan los intereses y deseos de la población, como se ha visto en sus políticas de lucha contra la corrupción o de lucha contra la contaminación atmosférica de las ciudades.
Una limitación adicional para el político es el marco constitucional y legal. No obstante,- advierte-, los políticos circunvienen las leyes más veces de las que nos pensamos. Un ejemplo ocurrió durante la crisis de 2008 en EEUU, cuando los bancos hacían frente a una crisis de liquidez. El US Financial Accounting Board enmendó la norma FAS 157 para permitir que fuesen los propios bancos los que determinasen el valor de sus activos basados en sus propias asunciones y no en los “inputs observables”, más conocidos como la realidad.
También existen las limitaciones macroeconómicas y financieras. Varias preguntas para identificar las limitaciones macroeconómicas: ¿cuáles son los principales motores de crecimiento? ¿es la productividad elevada o es simplemente el resultado del aumento de la mano de obra? ¿cuáles son los desequilibrios estructurales? ¿Está equilibrada la balanza por cuenta corriente?… En lo que se refiere a las limitaciones financieras, cabe que se produzca un entusiasmo entre los inversores con el país, a pesar de que sus bases macroeconómicas sean desfavorables. Fue lo que ocurrió con Grecia antes de la crisis de 2008. En ese caso ahí están los mercados para disciplinar a los políticos.
Papic es un tanto escéptico en cuanto al valor de la Teoría de Juegos. Sus practicantes suelen elaborar papeles que son muy elegantes matemáticamente y absolutamente inútiles a la hora de aplicarlos a la realidad. La clave de la Teoría de Juegos es determinar cuál de los actores en conflicto puede forzar al otro a cambiar de curso. En general tiende a sobrevalorarse el papel del poder material. Papic enumera las tres variables que deben tenerse en cuenta a la hora de medir las capacidades relativas de los actores. Éstas son:
1) El equilibrio de poder material. En el caso de la rivalidad China-EEUU, este criterio beneficia al jugador que depende menos del comercio, en este caso EEUU.
2) La tolerancia al riesgo. Es el jugador que está dispuesto a arriesgar más, que suele ser aquél que tiene más intereses en juego. En el presente caso sería China, que sigue dependiendo de las exportaciones para crecer.
3) Credibilidad. En estos momentos la credibilidad del Presidente Trump es baja. Ha dado varios bandazos significativos en su política arancelaria.
Viendo los parámetros en su conjunto, China gana en dos de las tres métricas. No obstante, la situación es más complicada de lo que parece. Ambos actores no sólo tienen una competición económica, sino que también están enzarzados en una competición geopolítica y doméstica. La competición doméstica establece las limitaciones a lo que pueden acordar y a las concesiones que pueden hacer en el escenario internacional y determina los umbrales de dolor.
Papic introduce métricas muy convincentes y que, sobre todo, son fáciles de aplicar. El principal problema es si realmente tienen la capacidad predictiva que les atribuye. Los ejemplos del libro, referidos todos a acontecimientos pasados, muestran una capacidad de analizar saliéndose del tiesto, que hace que acertase donde otros fallaron. Pero el ejemplo que aduje de su error a la hora de pronosticar la probabilidad de una guerra entre Rusia y Ucrania y la poca importancia que da a los individuos, hacen que sus métodos deban ser calibrados, prestando mayor atención a los individuos.
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