Emilio de Miguel Calabia el 13 jul, 2023 Pero no era oro todo lo que relucía. Detengámonos en la descripción que hizo de él Simón Leys en “El traje nuevo del presidente Mao” a mediados de la década de los sesenta: “… personaje flaco y secretivo, de cultura mediocre, desprovisto de prestancia y de elocuencia, de un nerviosismo extremo y de un aspecto aburrido y tímido, pero dotado por otra parte de una intensa capacidad de trabajo, de concentración y de cálculo, era un militar de profesión que en los límites de su oficio se había ganado la reputación de ser un estratega excepcionalmente competente.” Zhisui Li, el médico personal de Mao, que se lo encontró por primera vez en agosto de 1966, relata que fue a visitar a Lin que se encontraba enfermo. Se lo encontró en la cama, en posición fetal, llorando, con la cabeza en el regazo de su mujer Ye Qun, la cual le daba palmaditas consoladoras como a un bebé. Por si eso fuera poco, hablando con Ye Qun, Li descubrió otras cosas: que Lin tenía miedo del viento y por eso rara vez salía al exterior, que también tenía miedo del agua y su mero sonido le podía producir una diarrea y que nunca utilizaba el baño para hacer sus necesidades, sino que se ponía en cuclillas y lo hacía sobre una cuña que le ponía su mujer. Li se dió cuenta de dos cosas: la inestabilidad mental del personaje y la influencia que tenía sobre él su mujer. Muchos historiadores están convencidos de que Lin Biao tenía serios problemas mentales. Las dos etiquetas, que no se contradicen entre sí, que más se le han puesto son que tenía una personalidad esquizoide y que sufría de un síndrome de ansiedad social. Lo cierto es que rehuía las reuniones sociales y prefería estar solo. Emocionalmente solía ser frío y desapegado y transmitía la impresión de ser alguien reservado y distante. Todo esto podría explicar su escaso interés por la vida interna del Partido. En general tendía a la pasividad, rehuía la toma de iniciativas y su curiosidad intelectual era próxima a cero. Posiblemente se hubiese hundido y habría sido incapaz de desempeñar sus deberes políticos, sino hubiese contado con el apoyo de su mujer, Ye Qun. Es una pena que no se haya escrito más sobre Ye Qun y la relación que mantenía con su marido. Es obvio que allí donde su marido en ocasiones se mostraba frágil y poco estable mentalmente, era ella la que le sostenía. Ye filtraba la información que le llegaba a su marido, quien en todo caso tampoco mostraba un interés especial por lo que sucedía a su alrededor. Era una mujer inteligente y muy ambiciosa, más incluso que su marido. La relación que tenía con él se parecía algo a la que Jiang Qing tenía con su marido, Mao Zedong. La diferencia es que Ye Qun era quien llevaba las riendas, mientras que Mao utilizaba sutilmente a Jiang Qing. Lo más justo al hablar del ascenso y la caída de Lin Biao, sería hablar del ascenso y caída del binomio Biao-Qun. Realmente formaron una pareja indisoluble de ambiciosos hasta el final. La Revolución Cultural, para la que Mao fue calentando motores desde 1964 y que estalló en 1966, fue la gran oportunidad para Lin Biao. Lin comprendió la importancia ideológica que tenía la Revolución Cultural para Mao y también la lucha descarnada por el poder que escondía. Se arrimó aún más a Mao, trabó una alianza de conveniencia con Jiang Qing y ayudó a Mao a deshacerse de todos los que podían oponerse a la Revolución Cultural. Lin se encontraba convaleciendo de uno de sus alifafes, cuando Mao le ordenó que fuera a Pekin para que asistiese al 11º Pleno del PCCh del 8º Comité Central, que iba a comenzar el 1 de agosto y en el que se iba a clavar el último clavo del ataúd de Liu Shaoqi, que hasta entonces había ejercido de Vicepresidente del Partido y que durante muchos años fue visto como el posible sucesor de Mao. Pero Liu había cometido el imperdonable pecado de haberse opuesto a Mao en la Conferencia de Lushan de 1962. Desde ese día la cuestión fue saber cuándo Mao, que era un estratega y manipulador excelente, se lo cargaría. En agosto de 1966 ese día había llegado. Mao quería designar a Lin como su sucesor en el Pleno. El motivo estaba claro: todos los años de peloteo y adhesión inquebrantable al líder, finalmente habían dado resultado. El mariscal Ye Jianying le llamó “gran hombre de Estado y estratega, con un grado elevado de habilidades de liderazgo, que hace de él el mejor sucesor del camarada Mao”. Zhou Enlai dijo que el único estándar para valorar a una persona era su actitud hacia Mao y en esto Lin Biao había sido constante, siendo merecedor del título de “el camarada de armas más próximo al presidente Mao”. Pero el regalo tenía su gotita de veneno: durante el Pleno, Ye Jianying fue nombrado secretario general de la Comisión Militar Central y Mao quiso que varias personas entrasen en el Politburó. Asimismo, no siendo Mao un hombre de detalles al que le gustase la gestión del día a día y estando Lin Biao con problemas de salud, Zhou Enlai seguiría siendo quien de verdad dirigiese la Administración. Es decir, que Lin Biao iba a ser un sucesor capitidisminuido y rodeado de algunas personas que podrían bloquearle si trataba de pasarse de listo. Parece que Lin intentó resistirse a la designación. Los motivos podían ser muchos: su salud titubeante y saber que no estaba a la altura del cargo; la conciencia de que Mao era un jefe exigente, que pedía lealtad absoluta y que podía ser muy suspicaz, con lo que el riesgo de quemarse en el puesto no era desdeñable; saber que le habían colocado algunos hombres para que le controlasen, lo que indicaba que Mao no se fiaba 100% de él. Pero se trataba de una oferta a la que no podía decir que no. Historia Tags ChinaJiang QingLin BiaoMao ZedongRevolución CulturalSimon LeysYe QunZhisui LiZhou Enlai Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 13 jul, 2023