ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

La guía de campo de Bangkok del Camarada Aeon

Emilio de Miguel Calabia el

Una buena amiga me regaló “La guía de campo de Bangkok del Camarada Aeon” de Emma Larkin con gran entusiasmo. Como sé que le gusta leer tanto como a mí, me metí en el libro con ganas. Logré entender por qué le había gustado tanto y sin embargo la novela me dejó una cierta insatisfacción cuyo origen me costó descubrir.

La novela tiene varias tramas, que convergen en dos. La primera son los sucesos del mayo negro de 1992, cuando los militares tailandeses reprimieron violentamente las protestas populares contra la dictadura del general Suchinda Kraprayoon. Oficialmente hubo 52 muertos, pero esa cifra no convence a muchos y se habla de un número indeterminado de desaparecidos. ¿Cuál fue la cifra real? Lo más objetivo que he encontrado online es un informe de Asia Watch y de Médicos por los Derechos Humanos del 23 de septiembre de 1992, que establece que para aquella fecha el Ministerio de Interior tailandés contabilizaba 227 desaparecidos, mientras que el Hotline Center contabilizaba 277.

Esta trama argumental la sustenta el matrimonio Wongduan y Witty, cuyo hijo único, Win, se fue a las protestas y nunca regresó. Wongduan, una antigua actriz muy popular, reconvertida en guionista de éxito, está obsesionada con encontrar los restos de Win; siente que mientras no aparezcan ni él, ni ella tendrán paz. Witty, un promotor inmobiliario multimillonario, no acepta la posibilidad de que Win esté muerto. “… [Witty] nunca ha renunciado a la esperanza de encontrarlo con vida. Lee y vuelve a leer esas historias difíciles de creer de las que informan ocasionalmente los periódicos – el bebé perdido hallado como un adulto crecido que vive en alguna ciudad impronunciable de Sudamérica, un amnésico que regresa a casa después de décadas tan pancho como si sólo se hubiese ido a comprar el periódico…”

La otra trama gira en torno al barrio chabolista Amabilidad Abundante (no sé si no hay en ese nombre alguna broma privada de la autora), de cuya tierra Witty quiere apropiarse para construir la torre más alta de Bangkok, a la que llamará la Torre Win. Larkin describe las vidas de los habitantes del barrio, centrándose en unos pocos personajes: Yai Sunan, que cocina y vende en la calle “pah-tong-koh” (una especie de churros tailandeses) y tiene sueños premonitorios; Loong Pradit, un ex-bombero, que es el líder oficioso del barrio; Kongkiat, un hombre solitario, cuya pasión son los peces luchadores tailandeses y que guarda un oscuro secreto…

En torno a esas dos tramas circulan otras menores que las entrelazan. Está Ida, la esposa de un expatriado, que vive en un edificio que da al barrio y que fantasea tirarse por la ventana y dar con sus huesos allí. “… ¿Y si mantiene la consciencia, sentirá el momento del impacto? La pregunta le trae a la cabeza el tipo de ecuaciones que sus hijos hacen como parte de sus deberes: si una mujer que pesa 63 kilos cae desde una altura de 108 metros, ¿con qué velocidad golpeará el asfalto?” (Para las personas que pesen 63 kilos y estén interesadas en la respuesta, el cuerpo se estrellará con el asfalto a una velocidad de 165 kms por hora y tardará en caer 4,7 segundos). Está la telenovela “Sombras rotas”que ha escrito Wongduan y de la que Larkin nos ofrece fragmentos; es una de mis partes favoritas de la novela, porque Larkin ha sabido recoger el “ethos” de las telenovelas tailandesas: el personaje que se creía muerto y que reaparece, el amor imposible pero que acaba triunfando entre dos personajes que se adoran, la mala malísima que quiere dañar al bueno, la sirvienta tontorrona… Y luego está el Camarada Aeon, un antiguo estudiante universitario que, tras las matanzas de la universidad de Thammasat de octubre de 1976, huyó a la selva con las guerrillas comunistas; Aeon volvió tras la amnistía, pero mentalmente nunca salió de la selva. Se ha refugiado en el barrio chabolista y dedica sus días a recorrer Bangkok y tomarle el pulso: los niveles de agua de los canales, los gatos muertos, los varanos…

La novela está bien escrita y es capaz de suscitar el interés, aunque uno sepa de antemano cómo van a terminar las dos tramas principales. Como en otras novelas que he leído ambientadas en Bangkok y escritas por expatriados, la escritora sabe dar con la atmósfera de la ciudad, aunque no alcanza el nivel de John Burdett en “Bangkok ocho”.

Creo que lo que me pasa con la novela es que me la venden como una novela profunda, cuando no deja de ser un libro con alma de best-seller, donde se percibe perfectamente el manual de instrucciones de la perfecta escritora de best-sellers que utilizó Larkin en su composición. ¿Recomendaría su lectura? Sí, si alguien está muy aburrido en casa una tarde de domingo y no tiene nada mejor que hacer.

 

Literatura

Tags

Emilio de Miguel Calabia el

Entradas más recientes