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Blogs El bochinche venezolano por Ludmila Vinogradoff

El éxodo de ucranianos y venezolanos

Ludmila Vinogradoff el

Unos 10 millones de ucranianos, según cifras oficiales de la ONU, han tenido que abandonar sus hogares, de los cuales unos 3,5 millones se han refugiado en los países europeos vecinos, donde les han abierto las puertas a la inmigración de inmediato desde el primer día en que comenzó hace un mes, el 24 de febrero, la guerra iniciada por el presidente de Rusia, Vladimir Putin.

Putin y Maduro impulsan el éxodo

Ucrania, de 44 millones de habitantes, ha sufrido la peor tragedia después de la Segunda Guerra Mundial, tan solo comparable a la hambruna ocurrida entre 1930 y 1932 cuando Stalin diezmó a la población con el denominado Holodomor cuando murieron de inanición unos 4 millones de ucranianos.

Este 4 de marzo observamos una conmovedora situación. En una estación de Kyiv para tomar el tren a Lviv, Aleksander, de 41 años, se despide con lágrimas de su pequeña hija Ana de 5 años. Aleksander prefirió quedarse para luchar en la guerra mientras su familia sale de Ucrania para buscar refugio en un país vecino.

Es la misma sensación de llanto y abandono familiar que  observo en el Puente Internacional de San Antonio en el Táchira que enlaza a Cúcuta en Colombia, en las barcas que cruzan el mar incierto de Trinidad y Tobago o en el aeropuerto de Maiquetía, envuelto en las policromías de Cruz Diez, la última imagen que se llevan los venezolanos al despedirse de sus padres.

Esta vez ha sido el bombardeo ruso constante, el que ha causado el desplazamiento de 10 millones de ucranianos, que todavía se preguntan ¿por qué? y ¿para qué? cuando huyen para salvarse del implacable fuego de las bombas.

Las residencias ucranianas, los hospitales, las escuelas, los museos, las fábricas, las empresas, han sido todas destruidas. Los pueblos y ciudades se ven en ruinas, arrasadas, llenas de escombros y fantasmales como si hubieran sufrido los embates de una lluvia torrencial de misiles y metralletas imparable durante un mes.

Esta vez la naturaleza no se ha ensañado contra el sufrido país sino la ambición demencial de un psicópata que pretende anexarse a “sangre y fuego” el territorio que ha invadido.

La crisis de refugiados ucranianos es un dejá vu para Venezuela. El éxodo de venezolanos en sus interminables oleadas comenzó hace 22 con el ahora fallecido Hugo Chávez pero se intensificó hace 8 años con la toma del poder de Nicolás Maduro.

Cada vez que Maduro anuncia que se aferra al poder, mediante elecciones fraudulentas, más huyen los venezolanos al exterior. La diáspora venezolana tiene nombre y apellido, igual que la ucraniana, y ambas escapan del comunismo trasnochado.

Las Naciones Unidas también cifran el éxodo masivo en 7 millones de venezolanos, aunque la causa no son los bombardeos rusos, sino otro tipo de armas, igual de letales, y similares a las bombas solo matan gente como la represión, la inflación, el desempleo, el hambre y la corrupción.

La gran diferencia entre los migrantes ucranianos y venezolanos es que los primeros envían a sus hijos y mujeres -el 90%- a refugiarse en los países vecinos mientras los hombres se quedan luchando. En cambio la mayoría de los hombres y jóvenes venezolanos huyen al extranjero para trabajar mientras dejan a sus hijos en manos de las abuelas.

Polonia ha sido el vecino que le ha abierto los brazos a los ucranianos y ha recibido mayor cantidad de refugiados mientras que Colombia lo ha sido en el caso de los venezolanos. La diferencia es que los venezolanos no han recibido el trato humanitario de sus pares latinoamericanos “progres” por el dinero de Maduro.

Todas las guerras provocan una migración masiva de gente por la destrucción y la miseria que dejan en el camino.  Tanto la guerra militar de Putin contra Ucrania como la guerra política de Maduro contra los venezolanos, tienen en común que la gente escapa del neo comunismo y la tiranía.

En su expansión estratégica, Putin ha encontrado en Maduro al socio rico caribeño que necesita para penetrar en América Latina y amenazar de cerca a los Estados Unidos en sus narices o sea en su propio patio trasero. Sin duda, el líder chavista es el peón del ruso.

A ninguna de las dos tiranías les importa la suerte de los que se han ido, solo de los que se han quedado para poderlos someter a sus designios. Ambos saben que tienen la guerra perdida con fecha de vencimiento, las acusaciones de crímenes de guerra, lesa humanidad y la sombra en su contra por mucho que se aferren al poder.

Venezuela y Ucrania están en manos de tiranos. Putin ha logrado sembrar el desprestigio y la mala reputación de los rusos y Maduro el de los chavistas. Y por mucho que intenten lavar su imagen con la propaganda y la represión siempre quedarán como criminales de guerra. Así se lo recordarán los millones de refugiados que escaparon de sus garras y así quedarán en la historia.

Este articulo lo dedico a mi padrastro ucraniano, un superviviente refugiado de la hambruna de Stalin. Se llamaba Konstantin Iwanenko y se casó con mi madre rusa siberiana. Los rusos y ucranianos siempre se llevaron bien y así será en el futuro a pesar de que  Putin los ha tratado de dividir.

 

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