Los empresarios reían

Reían los empresarios y sus asociaciones catalanas en 2014 (excepto una, solo una). El empresariado a favor de la consulta, decían. El Pacto Nacional por el Derecho a Decidir, creado en 2013 a bombo y platillo, transformado en el Pacto Nacional por el Referéndum, en 2016. Siempre de la mano de Artur Mas, primero, y de Carles Puigdemont, después. Aliarse con la CUP y la ANC para presionar al Gobierno de España, en manos del PP, of course. Ahí estaba Pimec, por ejemplo, que cinco años después inserta anuncios en las desconexiones barcelonesas de Onda Cero para que la ANC no se haga con la asociación. En un perfecto español de Cataluña, decía estos días Antoni Cañete que si él no ganaba las elecciones en Pimec, se transformaría en una entidad política y no empresarial. Risas de empresarios. Ganó Cañete porque la entidad ya es política. Por aquellos pactos nacionales también transitaron el Ayuntamiento de Barcelona y el F. C. Barcelona. ¿Qué se creían que era ir hasta el final? Risas de empresarios. Ahora, Barcelona es la capital del vandalismo. Ya pocos dudan de que Cataluña está podrida y solo se discute los años que se tardará (si eso sucede) en sanar. Risas de empresarios. Pedían «diálogo» entre el cumplimiento de la ley y el salvajismo. Luego llegó Quim Torra y seguían riendo. Se trata de desmantelar los Mossos d’Esquadra, sin bolas de goma, sin foam… sin policía. ¿Qué se creen que es el nacionalismo catalán? Ahora ya no ríen tanto.