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Presencia madrileña en los premiados al juego limpio de EMDE

Presencia madrileña en los premiados al juego limpio de EMDE
Premiados por los Juegos EMDE junto al cheque de McYadra
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Seguimos aprovechando el parón de la competición en los XXXI Juegos Deportivos de Escuelas Católicas de Madrid para acercarnos a otros temas o visibilizar otras realidades. Hace una semana se conocía la decisión tomada por la Junta de EMDE, por unanimidad, de anular la celebración de los Juegos EMDE 2020. Una decisión que afectó a los 54 equipos de 22 colegios madrileños que tenían previsto acudir.

La presencia madrileña en los Juegos Nacionales Escolares EMDE es siempre destacable por su elevado número de equipos y participantes allí presentes. Además, en la última edición siete equipos lograron acceder al podio, tres de ellos como campeones en sus diferentes categorías y deportes. Sin embargo, hoy nos centraremos en los trofeos más importantes de los Juegos EMDE, los que tienen la copa más grande y conllevan un cheque de la marca McYadra de 1300€ en material deportivo: los premios Fair Play y Valores Humanos. Y es que de los últimos doce galardones entregados, cinco han ido a parar a equipos o personas de colegios madrileños. Algunos de estos protagonistas relatan su recuerdo de esos momentos.

En 2018, el equipo alevín de voleibol del colegio Raimundo Lulio se desplazaba hasta Torremolinos con el objetivo de pasar un buen campeonato. La expedición, lejos de ser tan multitudinaria como otras, tenía como representante a Álvaro Ovejero, quien fue galardonado con el premio Fair Play por su comportamiento intachable durante todo el campeonato. Su equipo acabó como quinto clasificado, tras vencer al equipo sevillano de Alberto Durero en su último partido. “No habíamos dormido nada la noche anterior. Recuerdo la ilusión con la que iban las niñas”, cuenta Álvaro.

Siempre hemos valorado los Juegos EMDE como una experiencia para disfrutar en todo momento, con colegios de otras comunidades, de manera tan natural y espontánea”, asegura. Como jefe de expedición, Álvaro se encontraba respondiendo a mensajes de padres cuando oyó su nombre y subió a por el trofeo. “Pisé el escenario que tantas veces había visto, es un orgullo y te sientes muy gratificado, aunque no sabes dónde meterte”, confiesa. “Quienes nos dedicamos a esto no lo hacemos por los premios, sino por los chavales”, asegura el coordinador de Raimundo Lulio.

De este tipo de premios, Álvaro cree que premian una trayectoria. “No quiero decir que yo lo mereciera, sino que todos los que van y lo organizan se lo merecen. Cada año nos involucramos más, y todos los que estamos inmersos en el deporte educativo valoramos los Juegos como la mejor experiencia para todos”, relata. “Lo mínimo que podemos hacer es ser respetuosos, amables y deportivos con la gente”, sentencia Álvaro. Por eso, él lo echará de menos tanto como el resto. “Es una competición que se supera año tras año, y conociendo a la organización el año que viene serán los mejores juegos que recordemos”.

Ese mismo año, pero en el campeonato infantil, otro premio se vino para Madrid cinco días más tarde. Esta vez fue el Trofeo Valores Humanos, que recayó en el equipo femenino de fútbol sala del Colegio Claret. El equipo madrileño hizo un gran campeonato pese a que eran pocas jugadoras y todas alevines, frente a equipos infantiles, cadetes y hasta juveniles. “Lo recuerdo muy bonito por el cariño que recibimos de los equipos de todos los deportes y de los árbitros”, cuenta Marina Álvarez, jefa de expedición del Claret en aquel campeonato. “Había ido otros años, incluso lo habíamos ganado, pero esta vez nos presentábamos con un equipo de niñas de Primaria, como premio por el buen recorrido que habían tenido durante el año. El colegio y los padres nos apoyaron”, cuenta Marina.

Ni siquiera cuando Javier Esteban y Manuel García Morales fueron describiendo las características del grupo premiado, Marina se esperaba ese reconocimiento para su grupo de chicas. “No me lo esperaba, aunque recuerdo a las madres en el Auditorio que nos avisaban de que éramos nosotras”, cuenta la responsable del equipo claretiano. “Es verdad que habían hecho un campeonato increíble, era la primera vez que salían de casa, incluso se quedaban dormidas viendo la tele… Es un orgullo tremendo, el mejor premio que he recibido en mi carrera”, se sincera.

Para Marina, la clave del juego limpio pasa por el compañerismo, cualidad esencial de aquel grupo que tanto agradó en Torremolinos. “Es fundamental, incluso con los adversarios. Un buen deportista debe serlo 24 horas al día, durante el campeonato, la liga y toda su vida. Eso intento transmitir como profesora de Educación Física”, asegura. Este año habrá un parón en la experiencia de Marina en los Juegos EMDE. “Se echará de menos el buen ambiente entre jugadores, entrenadores y organización. Esa unión se da porque pese a estar compitiendo, estamos todos a una”, concluye.

Al año siguiente, en 2019, Luis Bergés, entrenador de fútbol sala del colegio Mater Immaculata, recibía el premio Fair Play por su excelente comportamiento a lo largo del campeonato, y justo después de haber perdido la final con sus chicos ante los sevillanos de Bami. “De aquel campeonato recuerdo absolutamente todo”, cuenta Luis. “Desde el primer día que empezamos a preparar el campeonato hasta el último adiós a un jugador y a su familia ya en Madrid, sin dejar de disfrutar en el hotel, las habitaciones, las comidas, las charlas tácticas, el rato de jugar, descansar, los paseos del equipo, la misa… Jugamos cuartos de final, semifinales y la final que perdimos”, relata Luis. “Soy extremadamente competitivo, pensé que siendo así no lo ganaría nunca, pero por encima de todo intento ser educado y hacer todo de corazón”, cuenta sobre el premio.

Cuando se van nombrando a los premiados siempre es algo bonito de ver. Yo estaba orgulloso por mis jugadores y desilusionado conmigo mismo, pero estaré siempre agradecido a la organización y a todos los que lo hicieron posible”, se expresa Luis. “En ese momento me acordé de mi llegada al colegio, de los jugadores que eran un gran grupo, de la gente con la que agradezco poder trabajar, y por supuesto a mi familia, pues ellos me han dado la formación y educación. El trofeo se lo regalé a mis padres”, asegura. Para Luis Bergés, los Juegos EMDE suponen una oportunidad. “El hecho de viajar con tu equipo para competir en una competición nacional y convivir con tus adversarios, no tiene precio. Acabas conociendo a todo el mundo y es muy bonito”, concluye.

Y como ya sucedió en 2018, de nuevo en 2019, cinco días más tarde, un equipo madrileño era premiado con el Premio Valores Humanos. En esta ocasión, el combinado premiado fueron las chicas infantiles de voleibol del colegio San Luis de los Franceses, por su gran espíritu de equipo, su capacidad para hacerse notar en las pistas de Torremolinos y para generar ese buen ambiente tan característico de los Juegos EMDE. Víctor Campos, uno de los entrenadores de aquel equipo, nos relata sus recuerdos sobre aquellos días en tierras malagueñas.

Recuerdo el campeonato como una experiencia inolvidable. Son cinco días intensos, de competición, nervios, convivencia, amistad y un sinfín de anécdotas”. Víctor y sus jugadoras se presentaban en el Auditorio Príncipe de Asturias de Torremolinos tras haber perdido la final en el ‘tie-break’ decisivo ante el poderoso Claret de Las Palmas. “Estábamos tristes y alicaídos, pero cuando Javier Esteban nos nombró saltamos de las butacas llenos de alegría y soltando la adrenalina acumulada. Subimos y nos dimos cuenta de que acabábamos de ganar el verdadero premio”, recuerda Víctor.

El entrenador del colegio San Luis de los Franceses explica algunas de las claves para obtener un premio así. “Respeto, educación, compañerismo, humildad, gratitud… No se nos debe olvidar que somos educadores por encima de todo, y debemos transmitir esos valores para que crezcan como personas”, explica. Para Víctor, la noticia de la suspensión fue como “un jarro de agua fría para las jugadoras”, aunque entiende que “lo primero es la salud”. “Echaremos de menos los reencuentros, la tensión y los momentos vividos en la grada animando a amigos y compañeros”, cuenta.

Iván Hernández

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