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Lingotes, mentiras y monedas desaparecidas, conclusión del paso de Clifford por Madagascar

Lingotes, mentiras y monedas desaparecidas, conclusión del paso de Clifford por Madagascar
Jesús García Calero el

Una sarta de mentiras, medias verdades, confusión e intenciones dudosas es lo que los cazatesoros han vuelto a dejar tras de sí. Esta vez ha ocurrido en Madagascar, y el informe de los arqueólogos de la Unesco, liderados por el francés Michel L’Hour, ha puesto las cosas en su sitio. Difícil de creer. Un lingote de plata que era de plomo, monedas de oro que han desaparecido por el arte de birli-birloque y las más disparatadas identificaciones de pecios sin el debido estudio ponen en evidencia una vez más el peligro de tratar con los ladrones de la historia. Lo que la Convención 2001 prohíbe es, fundamentalmente, la explotación comercial del patrimonio y aporta unas guías para la excavación científica de los yacimientos, con el fin de que su información sea compartida y no se disuelva sin estudio en el mercado.

La arqueología científica se ha enfrentado otra vez a un equipo de cazatesoros en Madagascar, puesto que un contrato firmado con Barry Clifford ha dejado de tener validez desde que este país suscribió y ratificó la Convención Unesco 2001 para la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático en 2015. Tal vez para defender su débil posición después de la adhesión malgache a la Convención, Barry Clifford aprovechó la pasada primavera la filmación de un documental en la Isla de Sainte Marie para llevar a cabo una llamativa y mediática intervención sobre lo que él identificó como los restos del barco del pirata William Kidd. La prueba de sus pesquisas fue un lingote «de plata» de 45 kilos de peso, que entregó al presidente malgache en un acto multitudinario.

Michel L’Hour se inclina para comprobar los detalles del lingote de plomo, en presencia de Ulrike Guerin, secretaria de la Convención Unesco 2001 (de pie)

Para empezar con lo más llamativo, el lingote se analizó y está hecho de plomo en un 95% (acorde con las marcas que muestra el metal) y es un «salmón» un lingote de lastre típico de los siglos XVIII y XIX. Nada que ver con Kidd. No tiene ni trazas de plata. Solo plomo y una pátina oscura debida a la oxidación.

El equipo de la misión Unesco, comandado por Michel L’Hour ha podido inspeccionar el estado de los yacimientos de la isla de Sainte Marie, y sus conclusiones son sabrosas. Para empezar, el pecio identificado como el Adventure Galley, de William Kidd, era en realidad un trozo de una antigua construcción portuaria, donde ni siquiera había restos de barco alguno.

Toma de muestras en uno de los pecios consultados

El famoso lingote, según adelantó Espejo de Navegantes, no tiene ni un gramo de plata, sino que es en un 95% plomo. De hecho se trata de un lingote de lastre para alguna embarcación de la época. El supuesto barco de William Kidd, en el que se prometían incontables tesoros no es el corsario Adventure Galley, que fue varado y del que se sacaron los cañones y todos los objetos de valor antes de incendiarlo, según los relatos históricos. Ni hay signos de fuego, ni siquiera elementos propios de arquitectura naval. De hecho los especialistas de Unesco se preguntan si es un pecio. No se sabe si se trata de un montón de piedras con el que fue lastrado un barco para hundirlo o tal vez rastros de las obras del puerto en el siglo XIX. En ningún caso el barco de William Kidd.

Lingote de plomo

Aún hay más: Lo que Clifford y su gente identificó como los restos un buque holandés y de manera tan gratuita como llamativa fue asociado con el barco pirata Fiery Dragon serían en realidad los restos de una nave de origen asiático, probablemente construida en la India, que seguramente fue capturada por los piratas y luego abandonada en la bahía del islote Madame. Una de las posibles identificaciones podría ser el Haiji de 500 toneladas que fue asaltado por el pirata Condent en agosto de 1720, una de las mayores presas en la historia de la piratería.

Ahí no acaba el disparate. Al parecer, el equipo de cazatesoros, que estudió los restos en los primeros años 2000 y luego en 2010, recuperó objetos diversos del citado buque asiático en 2010, sobre todo cerámicas de origen chino y una docena de monedas de oro, que permitirían hoy una identificación más exacta del yacimientos. Desafortunadamente esas monedas, y otras halladas en el yacimiento según ha sido comprobado por testimonios directos, ya no aparecen en el inventario ni están en el museo local del islote Madame, como se había prometido. Al menos hay fotos de dos de ellas, que quedarán en la lista de patrimonio desaparecido. Esta es otra práctica muy común en estos casos que hacen muy peligroso el trato con cazatesoros.

Por lo que se refiere a las piezas extraídas de los yacimientos, el equipo de Unesco ha podido constatar que la conservación y almacenaje se hizo de una manera anticientífica y que en la ausencia de las debidas precauciones ha dañado los objetos y los yacimientos, lo que se traduce en una reducción de las posibilidades para comprender el contexto histórico de los pecios.

¿Por qué después de su fiasco en Haití, Barry Clifford ha querido actuar en Madagascar? Se sabe que en las aguas de Sainte Marie, la pequeña isla junto a la costa malgache, naufragaron un buen número de naves de distinta procedencia. Entre las más importantes, el Armand (Francia, 1656), Saint-Georges (Francia, 1656), Amity (Bermudas, 1697), Adventure Galley (inglés, 1698), Rouparelle/November (Francia, 1698), Great Muhammad/New Soldado) (árabe, 1699), Mocha (Inglaterra, 1699), Dolphin (árabe, 1699), Flying Dragon (Holanda, 1721), Glorieux (Francia, 1755), Cerf (Francia, 1757), Phélypeaux (Francia, 1757), Serapis (Inglaterra, 1781), Berceau (Francia, 1846), Macassar (Francia, 1880), La-Bourdonnais (Francia, 1893), and Cavalaire (Francia, 1926).

Además de los citados, habría que sumar muchos otros barcos de origen europeo, árabe o asiático, que aún no se han documentado. Algunos de los restos fueron empleados para la construcción del puerto de Sainte Marie.

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