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Un origen hispánico del Derecho Internacional Humanitario: la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna

Un origen hispánico del Derecho Internacional Humanitario: la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna
José María Lancho el
Partida de la primera expedición de vacunación a nivel mundial en la Corbeta María Pita desde La Coruña

Una de las construcciones ideológicas más fraudulentas y sin embargo con más éxito para la explicación seudohistórica del progreso moderno es la que lo identifica con el rechazo de lo español, atribuyéndole una ilegitimidad como experiencia original de Occidente y la necesidad histórica de su desmembración.  En ocasiones hemos denunciado el empleo, todavía intensivo, de la leyenda negra por parte de los cazatesoros para facilitar y popularizar sus labores expoliadoras y de destrucción cultural.

Sin embargo pocos acontecimientos desentonan más en el discurso histórico de la leyenda negra antiespañola como el antecedente más importante del humanitarismo tecnológico moderno, me refiero a la denominada expedición de la vacuna de la viruela de 1803; el proyecto de difundir gratuitamente por América y Asia el remedio más moderno, perfeccionado por los físicos españoles, y su tecnología contra la más terrible plaga del género humano, la viruela. La expedición que partió de España y consiguió llevar el remedio a América, Filipinas y hasta la misma China, así como a los dominios portugueses e ingleses en Asia.

Es difícil comprender la dimensión de la Real Expedición Filantrópica contra la viruela sin entender que esa empresa representa algo que no había hecho ninguna civilización antes y que sólo en pleno siglo XX, el 7 de abril de 1947 se volvería a intentar algo parecido, con muchos de los principios de la misma, en la constitución de la Organización Mundial de la Salud.  Sin duda uno de los antecedentes directos y fundamentales del derecho humanitario. Es posible que algún día nos sintamos tanto o más deudores de la expedición de vacunación mundial contra la viruela de 1803 que de la revolución francesa.  La viruela, al menos desde 1980 (el último caso fue en 1977), sólo existe en ya en laboratorios, lo cual también es inquietante, pues es claro que la humanidad nunca cerrará voluntariamente la puerta a la muerte y ese monstruo vírico se concibe como una posible arma de guerra biológica o como fuente de fensa. La viruela durante milenios ha sido, aún más que la peste, el agente infeccioso más terrible con el que se ha enfrentado la humanidad, una pesadilla sinónimo de muerte, de desfiguración y de ceguera.

Conviene destacar que las expediciones científicas reales ya fueran geográficas, botánicas o arqueológicas recurrieron al protagonismo de la Armada y esto tuvo una consecuencia fundamental y transformadora sobre la misma. De hecho, el papel y carácter de la Armada a fines del XVIII y principios del XIX configuró a veces un espacio utópico e inédito en lo hispánico concebido para regenerar los territorios de un imperio demasiado viejo y extenso, haciéndolo sobre dos axiomas: lo científico y el espíritu filantrópico.  Ese fenómeno no fue exclusivo de nuestra Armada pero fue mucho más característico e intenso en la Armada española que en otras, como la británica.

La corbeta María Pita, al mando del Teniente de Fragata de la Real Armada D. Pedro del Barco partió de La Coruña el 30 de noviembre de 1803. Al mando científico se encontraba un hombre único: Francisco Javier Balmis. La Real Expedición recurría y validaba el método de vacunación de la viruela de Jenner de persona a persona puenteando a la Royal Society que se negaba a reconocer y publicar las aportaciones de este científico inglés, siendo el respaldo de la Real Expedición lo que haría mundialmente famoso a Jenner.  Distintos métodos de inoculación contra la viruela habían sido empleados bien como medicina tradicional en África negra remedio observado por los médicos musulmanes y que fue introducido en Constantinopla y allí aprendida por los europeos.  Otros métodos como la variolización corrieron otros caminos también hasta el siglo XVIII europeo.

La Real expedición llevaba a 21 niños portadores (normalmente se expresa que fueron 22 pero la noticia original dada cuenta al día siguiente de la partida fue de 21), una carga de suero guardado en placas de vidrio sellado y miles de ejemplares impresos con instrucciones sobre la vacuna y su aplicación. Sin duda el primer manual de salud pública del mundo y para el mundo.

La primera escala de la expedición fue en Canarias, la segunda en Puerto-Rico, y la tercera en Caracas. En el puerto de la Guayra se dividió en dos ramos, navegando el uno para la América del Sur a cargo del Subdirector, el médico catalán universal, Francisco Salvany  dirigiendose el  director Balmis a la Havana y de allí a Yucatán. Allí, nuevamente se dividió la expedición marchando el médico Francisco Pastor –la verdad es que casi fue una expedición franciscana dado el gran número de científicos con el nombre de Francisco que participaron en ella- a la provincia de Tabasco, Chiapas y hasta Guatemala y luego hacia Oaxaca otra vez. La expedición llegaría hasta Sonora y Sinaloa y para demostrar el carácter no político y humanitario llegaría hasta las regiones indias de la Pimería Alta donde poco antes se habían rebelado.

Tras una navegación de poco mas de dos meses, esta vez con 26 niños a cargo de la Rectora de la Casa de Expósitos de la Coruña llegó Balmis a Filipinas preocupándose de hacer llegar la vacuna incluso a territorios en guerra en sus muchas islas lo que hizo pacificar áreas de conflicto endémico con España. Finalmente llegó a las colonias portuguesas (Macao) y al Imperio Chino. El propio Balmis hace distribuir la vacuna en la región de Cantón y se la proporciona a médicos ingleses que la trasladarán a la India. De regresa el azar le convierte en visitante de Santa Helena donde vacuna a la colonia inglesa. Es curioso que un benefactor de la humanidad como Balmis fuera olvidado en esa isla mientras que un Gengis Kahn europeo como Napoleón Bonaparte sea el único pasado histórico de aquella colonia.

La expedición filantrópica vindicó el nombre de Jenner frente a la Royal Society que no respaldó al científico

La locura del nacionalismo europeo hace que la epopeya humanitaria de esta expedición científica no tenga un artículo en francés ni en alemán en la Wikipedia, ni el propio Balmis merece mención alguna en esos idiomas. Tampoco en idioma chino o en portugués, territorios donde por cierto esta expedición humanitaria hizo llegar por primera vez la vacuna de la viruela. Me gustaría que se recordara también, mucho más, en España esta gesta… tal vez quitar el nombre de alguna calle importante a algún siniestro de los que tanto abundan en nuestro callejero ¿porqué no a Serrano?, aunque hay muchas candidaturas y cedérsela a Balmis, en lugar de la que tiene en Madrid y a Salvany en Barcelona. en lugar de algún protagonista de la Guerra Civil  Desde San Francisco, Nuevo Mexico, Arizona o Texas hasta Perú, Bolivia y Chile la expedición fue un proyecto mundial que no se interrumpió por la guerra, recordemos que Gran Bretaña al hundir a traición la fragata Mercedes en tiempos de paz obligó a nuestro país a entrar en guerra con ella aliado de Francia.

Sorprende reconocer  mucho del espíritu de esa expedición científica y humanitaria en el imaginario contemporáneo y en las mismas utopías de la ciencia ficción desde “La vida futura” de 1933 (“The Shape Of Things To Come”) a Star Trek.

La viruela diezmó la humanidad, siendo en el continente americano, aislado durante milenios hasta la presencia española, donde fue más terrible.

Muy generosamente la Sociedad Española de Pediatría ha hecho disponible en su web el libro que editó sobre la Real expedición filantrópica de los autores Emilio Balaguer Perigüell y Rosa Ballester Añon y al que pongo el enlace http://www.aeped.es/documentos/en-nombre-los-ninos-real-expedicion-filantropica-vacuna-1803-180

Existen otros trabajos de nuestra historiografía moderna al respecto y sobre la leyenda negra muy recientemente se ha reeditado la obra de Julián Juderías en edición y con un importante prólogo del historiador Luis Español.

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José María Lancho el

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