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Blogs Crónicas de un nómada por Francisco López-Seivane

Jeju, la joya de Corea del Sur

Jeju, la joya de Corea del Sur
Francisco López-Seivane el

Jeju podría ser perfectamente una isla del archipiélago canario, con su gran montaña volcánica en el centro, como Tenerife, sus espectaculares túneles basálticos, como Lanzarote, sus cálidas playas de arenas negra, su privilegiado clima subtropical y su zona turística en el Sur, como Gran Canaria, si no fuera por la abundante vegetación y el esplendoroso verdor que la caracterizan.

Bellísima perspectiva de un puente coreano sobre el Parque Hallim/ Foto: F. López-Seivane

En 2011 fue elegida “una de las siete maravillas naturales del mundo” por internautas de todo el planeta, pero Jeju, situada 120 kilómetros al sur de la península de Corea, ya era Patrimonio de la Humanidad desde hace años, a pesar de que sus numerosos atractivos, como los increíbles acantilados de sorprendentes formas basálticas que se asemejan a los tubos de un gigantesco órgano, el fabuloso parque Hallim, poblado de bonsáis centenarios que rodean la entrada del mayor laberinto de cuevas volcánicas del mundo, o el atrevido río que desemboca en el mar precipitándose desde treinta metros de altura, estén aún por descubrir para muchos.

Curiosa escultura de basalto que deja ver un hermoso arbusto floreado en el parque Hallim/ Foto: F. López-Seivane
Todo el Parque Hallim está salpicado de increíbles bonsais/ Foto: F. López-Seivane

Si es cierto, como se dice, que los árboles no dejan ver el bosque, también podría decirse que el cráter no permite ver el volcán. Tal es el caso del Seongsan (Fortaleza en la montaña), también llamado Ilchulbong (Colina del sol naciente), una auténtica fortaleza de basalto en el mar, una chimenea volcánica que emergió formidable de las aguas, unida a tierra firme por un pequeño istmo formado por la colada de lava que fluyó tras su erupción. No hay mejor manera de apreciar esta joya de la naturaleza que sobrevolarla en helicóptero. También se puede subir al cráter por una interminable escalera, pero, ya digo, lo que se ve desde arriba no es más que una decepcionante hondonada de pasto que se asoma al océano, aunque la salida del sol sea espectacular.

Desde lo alto de Seongsan la vista es decepcionante. Hace falta un helicóptero para disfrutarla en todo su esplendor/ Foto: F. López-Seivane

El centro de la isla lo ocupa el Parque Nacional Hallasan, que incluye el monte más alto del país, el Hallasan, de casi 2000 metros de altura, un antiguo volcán apagado que se suele divisar envuelto en nubes (a veces también cubierto de nieve) desde cualquier punto y constituye una permanente referencia visual.

Si uno quiere ver todo lo que Jeju tiene que ofrecer no puede darse respiro. Pocos son los que vienen a tumbarse en la playa como en nuestras Islas Canarias. Lo que Jeju pide es recorrerla de cabo a rabo. Desde las pequeñas hondonadas en el suelo, cerca de la capital, donde una antigua leyenda sitúa a los ‘tres padres’ fundadores de la isla hasta los deliciosos recovecos de piedra esculturales y cuidados bonsáis de los jardines de Tamna Mok Sok Won o la Cueva de Manjanggul, el cañón de lava más largo del mundo. Otros prefieren el Parque Temático de Miniaturas, que reproduce a escala las más emblemáticas construcciones del mundo, desde la muralla china a la torre de Pisa, o curiosidades como el Castillo de Chocolate, un museo que recoge las mejores obras en cholcolate de todo el mundo.

Aunque sólo el 30% de los coreanos son budistas, en Jeju abundan los templos/ Foto: F. López-Seivane

Los amantes del trekking disfrutarán recorriendo el Parque Nacional Hallasan e incluso subiendo a sus dos cráteres. En realidad existen doce rutas marcadas para visitar todos los atractivos de la isla de manera organizada. Lo normal es hacer una ruta al día, ya que las extraordinarias singularidades con que la naturaleza ha bendecido a Jeju están repartidas por toda su geografía. Al norte queda la Isla de la Vaca (Udo), con sus playas blancas de coral, y al sur, los acantilados de Seopjikoji, unas extrañas formaciones geométricas que aparecen y desaparecen con el vaivén del oleaje.

Estas extraordinarias formaciones de basalto son unos de los muchos atractivos de la isla/Foto: F. López-Seivane

Más al sur quedan las Cataratas de Cheonjiyeon, formadas por las aguas de un río que se precipita al mar desde treinta metros de altura. No son, ni mucho menos, las únicas de la isla. Hay otras igualmente sorprendentes en distintos puntos, así como campos de té verde y de mandarinas, una fruta abundante en la isla.

La desembocadura de este río también es un caso insólito, ya que cae a plomo al mar formando una bella cascada/ Foto: F. López-Seivane

La verdad es que Jeju está llena de atractivos: cascadas, campos de te, playas de arena blanca y hasta una playa de arena coralina en la vecina isla de Udo, que se divisa perfectamente desde lo alto del cráter de Seongsanpo… Si se animan a viajar hasta allí, Jeju no les decepcionará, seguro.

Cómo llegar

El asunto no tiene duda. Korean Air es la única compañía que vuela directamente desde Madrid a Seúl. Cuenta con una flota moderna y un servicio sobresaliente. Desde Seúl a Jeju hay vuelos frecuentes. El viaje dura sólo una hora.

Un majestuoso Airbus 380 de Korean Air en ruta a Seúl/ Foto: F. López-Seivane

Dónde dormir

En Jeju hay muchísimos hoteles de todas las categorías. El mejor, sin duda, es The Silla, situado en el Complejo Turístico del sur, muy cerca de las mejores playas, aunque algo aislado de los centros urbanos. Las instalaciones son de auténtico lujo, los desayunos, espléndidos y las habitaciones, fantásticas, pero recomiendo mantenerse alejado del Spa, ya que sus precios son de escándalo.

Qué comer

Lo verdaderamente interesante en Corea es qué comer. Su peculiar gastronomía está marcada por el omnipresente kimchi, en sus múltiples variantes. Se trata de col marinada y fermentada, al estilo del chucrut alemán, aunque mucho más especiado. Por lo general, una comida coreana se compone de un plato principal (una sopa oceánica, por ejemplo, con fideos, vegetales y pescado dentro) y una serie de platitos adicionales con distintos kimchis, arroz, algas, etc.

Estas tinajas de barro para guardar el kimchi son universales en todas las casa coreanas/ Foto: F. López-Seivane

En Jeju hay algunos platos únicos que recomiendo probar, como el Okdom Gui, un pez rosado que sólo se pesca allí. Lo sazonan con sal, lo asan a la brasa y lo sirven con muchos platitos de guarnición. Se parece un poco a la ‘vieja’ canaria. Dicen allí que, tras probar el Okdom Gui, cualquier otro pescado resulta insípido.

También vale la pena probar la sopa tradicional de la isla, Galchi-Hobak-Guk, que se sirve en las casas cada vez que se recibe la visita de un huésped honorable. Es básicamente calabaza sazonada y hervida con pescado durante largo tiempo.

Estas simpáticas coreanas parecen despedirnos desde el romántico parque de los bonsáis en Jeju/ Foto: F. López-Seivane

Para dimes y diretes: seivane@seivane.net

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