Tanto pelear por una presunta injusticia y ahora se escapa por la puerta de atrás, sin anunciarlo públicamente. Será por algo. Valentino Rossi ha retirado su recurso en el Tribunal de Arbitraje del deporte internacional, el TAS, para intentar conseguir jurídicamente la injusticia de la decisión de salir el último en el Gran Premio de Valencia. Y no se entiende esta posición, después de hablar tanto de ser víctima de los comisarios del campeonato y de dos españoles, Lorenzo y Márquez, unidos para destrozarle y dejarle sin su octava corona de MotoGP.
La retirada del recurso por parte Rossi, en silencio, cuasi anónima, desprende la realidad de lo sucedido. Valentino utilizó todo el apoyo mediático que le rodea para quitarse la imagen de antideportivo que todo el planeta vio en Malasia al echar de la pista a Márquez. La sanción de partir el último en Cheste fue muy leve. Él sabe que deberían haberle suspendido por una o dos carreras sin competir. Pero si no estaba en Valencia, el final del Mundial habría sido muy triste. Partir el último le daba una opción que a punto estuvo de darle el título. Al final se hizo justicia, menos mal. Lorenzo era el justo campeón.
Rossi ha retirado su recurso al famoso TAS porque una visión objetiva de lo sucedido, reglamento en mano, habría supuesto su expulsión del campeonato por uno o dos grandes premios. Y Valentino no quiere escuchar de un órgano de tanto prestigio mundial escuchar lo que todo el mundo sabe: fue muy antideportivo. El TAS, que no tiene dependencias de nadie, puede expresarlo con total imparcialidad. Y ha evitado escucharlo.
¿No era tan injusta la sanción del Mundial? ¿No era indignante, decía el italiano? Por sus actos les conocemos y les conoceremos. Ahora puede escudarse en que ya no valdría de nada triunfar en el TAS. Pues quizá si valdría de mucho haber ganado el caso en ese tribunal. Pero se ha retirado porque sabe que solo podría leer un veredicto que dijera que la sanción fue muy leve, dados sus actos tan pocos deportivos en la pista. ha eludido escuchar una crítica de índole mundial a su comportamiento. Se ha escondido ante la verdad después de intentar salvar su imagen en Valencia, quejándose del Mundial y de sus rivales españoles.
Todavía hay muchos mitómanos que aman a Valentino, como vimos en Cheste, donde corrió como si estuviera en Mugello. Si Márquez o Lorenzo hacen la mitad de lo que el italiano hizo a Marc en Sepang, a los españoles los habrían detenido al llegar a Italia para intentar correr. Aquí, que somos quijotes, aplaudimos a los antideportivos, porque estamos acostumbrados a ver la falta de justicia en todos los ámbitos y jaleamos a los que se pasan de listos. Aún muchos de esos mitómanos aplauden a Valentino porque no quieren perder el sueño de un campeón sobrehumano. “No me desmonten a un mito, no nos cuenten la verdad”, nos piden bastantes aficionados al analizar que Valentino también atacó en la pista y en los micrófonos a Stoner, Biaggi y Sete Gibernau. Ha atacado también a Lorenzo desde 2010 cuando le venció con la Yamaha creada por el italiano. Y ahora ha agredido a Márquez. Agrede a todos los que pueden ganarle. Y es la cruda verdad. Su decisión de retirar el caso ante el TAS confirma los vaivenes psicológicos que vive Rossi desde que observó que su octava corona de MotoGP ser escapaba. Y no lo podía admitir mentalmente. Su soberbia de campeón le impide descender a la tierra.
Otros temas Tomás González-Martínel