Lorenzo lucha con Márquez por la corona de MotoGP. Se respetan, son amigos, y saben que su pelea es a largo plazo. El año pasado tuvieron un enemigo dentro de las pistas que quiso extender su enemistad fuera de ellas después de tirar a Marc de una patada en un circuito asiático: Valentino. El italiano firmó por fin las paces con Márquez en Montmeló, tras la muerte de Luis Salom. Ahora, los dos españoles son favoritos al cetro, como lo fueron en 2013, en 2014 y en 2015. Y Rossi siempre ha estado de por medio en la trayectoria triunfal de los dos españoles. Les ha intentado minar psicológicamente. Y no ha podido con ellos. Lorenzo y Márquez no son Biaggi, amigo. No se calientan y pierden los papeles.
Rossi quiso frenar a Lorenzo en Yamaha desde 2008, y a partir de 2010 nunca más pudo con él. Tres entorchados ha ganado el mallorquín, en 2010, 2012 y 2015. Márquez debutó en 2013 en la cilindrada grande y se adjudicó dos títulos consecutivos con su genialidad por bandera. El año pasado, Rossi quiso provocar a los dos hispanos con una lucha fuera del asfalto, tras ser el italiano el culpable de todo con su carácter antideportivo. Habló de compadreo entre Jorge y Marc para quitarle el título en la última prueba. No es cierto. Perdió él solo. Se condenó al tirar a Márquez con malas artes. Incluso le permitieron correr la última carrera en Valencia, cuando debieron castigarle con la suspensión.
El mal ambiente entre Valentino y Márquez también se extendió a un nefasto ambiente interno en Yamaha entre Rossi y Lorenzo, porque el italiano acusaba a su colega de escudería, que no compañero, de ganar la corona 2015 gracias a la ayuda de Márquez. Fíjense si se pueden decir tonterías. Una Honda ayudando a una Yamaha.
El caso es que Yamaha cometió el error de apoyar internamente a Valentino más que Lorenzo en esa situación. Como el italiano vende más motos, aunque no gane títulos desde 2009, la marca se inclinó por el amor al dinero y no por la rectitud. Así les va. Márquez y su Honda caminan hoy hacia su tercer entorchado mundial individual. Y si alguien se lo puede impedir es Lorenzo, a 24 puntos. Rossi, a 42, ve los toros desde lejos.
Jorge, molesto por la actitud parcial de Yamaha, ha decidido no continuar en esa casa en 2017. Ha fichado por Ducati. Y la escudería italiana ha contratado a Casey Stoner, campeón del mundo en 2007 y 2011, como probador. Su objetivo es hacer una moto ganadora para Jorge.
Si alguien conoce a la Ducati, tan difícil de pilotar, ese es el australiano. La hizo campeona del mundo en 2007, frente a Rossi y Pedrosa, cuando nadie creía en ella. Stoner la puso la electrónica acorde al máximo rendimiento. La modernizó. La hizo a su imagen y semejanza. Y ahora será el testador para crear una montura que pueda volver a ganar. Ha dicho el oceánico que trabajará con entrega total para que Lorenzo tena una máquina ganadora. Tener una Ducati campeona frente a Yamaha y Valentino es el nuevo reto de Jorge. Y de Stoner. Los dos han sufrido los desaires de Valentino. Stoner fue despreciado por el italiano desde que osó ganarle el título en 2007. Lorenzo ha sufrido ese ninguneo siempre, desde 2008, hasta que derrotó a Rossi en 2010 con una M1 creada por el campeonísimo italiano. Valentino se marchó de Yamaha tras perder ante Jorge ese año. Se fue a Ducati en el bienio 2011-12 y fracasó. Volvió a Yamaha en 2013. Ahora, es superado por los dos españoles en la pista. Y el gran objetivo de vida que se han marcado Jorge y Casey es derrotar al mito de Urbino con la Ducati, una moto italiana, con la que él no pudo hacer nada durante dos años. ¿Lo conseguirán Stoner y Lorenzo? Lo veremos. Ciao.
Otros temas Tomás González-Martínel