Siempre dijo que hay que dar espectáculo y cuando el aficionado se aburre su misión es despertarle. Valentino se manifestaba así cuando una caída o un resbalón le hacía perder posiciones y comenzar una remontada imposible, algunas de ellas acabadas en éxito y otras con podio o con decepción, como la que le costó el Mundial frente a Hayden en Valencia. Marc Márquez imita esos mismos pasos que Rossi dio para erigirse en el piloto más querido del mundo en todos los ámbitos del motor. Hay que decirlo con claridad: Valentino es más amado en el mundo de las ruedas, sean dos o cuatro, que cualquier piloto de Fórmula Uno que ustedes quieren destacar. Y el ilerdense de Cervera rueda por la misma vertiente de amistad universal. Gusta a todas las aficicones, con ojos rasgados o caras blancas de hielo. Aprendió bien de VR46 a gustar a todo el mundo. Eso no es fácil.
Marc cometió un error en la primera carrera del Mundial, en Qatar, y permitió que Rossi ganara su gran premio 109 (su obsesión son los 122 de Agostini) y que comenzara como líder la temporada. El pupilo de Alzamora reacionó en Austin, su circuito mágico, y ganó con seguridad la segunda prueba de la campaña. El italiano era tercero en meta y mantuvo el liderazgo en la clasificación absoluta. Los dos ídolos, el veterano y el imberbe, dan brillo a MotoGP. Carmelo Ezpeleta, el CEO del cotarro, vive tranquilo. La estrella eterna vuelve a brillar, incombustible, y el niño que le idolatraba hace una década ha cogido el testigo para seguir la misma senda. No hay mejor camino que el diseñado por el bambino de Urbino, que se vestía de doctor para curar todas las penas los domingos por la mañana. Y las curaba.
Ezpeleta, como todos nosotros, tenemos siempre in mente la imagen del debutante Márquez, con un coche rojo de juguete en sus manos, al lado de Rossi, que le sacaba entonces medio metro. El catalán se estrenaba con quince años en el Mundial y el jefe del negocio en la pista le daba la bienvenida. Marc creció. Hizo cuerpo, como los buenos vinos. Ganó los Mundiales en las categorías inferiores antes de ascender a la cilindrada grande. No hizo como otros pilotos, que dieron el salto a MotoGP sin ganar nada o casi nada. Emilio le obligó a ser campeón desde abajo para valorar lo que es competir desde arriba. Y así conquistó dos títulos mundiales consecutivos en la categoría absoluta nada más llegar, en 2013 y 2014. Y es el favorito para obtener el tercero y labrar esa veta de oro que le lleve a las comparaciones con su ídolo de niñez.
Marc tenía posters de Rossi en su habitación cuando corría el Campeonato de España y dio el salto al Mundial. Ahora, suma cuatro coronas universales. El campeonísimo acumula nueve, siete en MotoGP y dos en las cilindradas inferiores. También ascendió ganando en cada división. Márquez le copió. Así lo hacen los campeones. Ahora, el español tiene dos entorchados de MotoGP, cinco menos que su referente. Y camina hacia el tercero. Es su objetivo, alcanzar las cifras de VR46. En verdad, su meta es superar a su amigo Valentino.
Su ambición es ilimitada. Por eso pensaba hace unos meses en correr en Moto2 y MotoGP, para acumular más títulos. Tiró la pregunta para escuchar las respuestas. Un Mundial al año le parece poco. Observa que Nieto y Agostini ganaban dos por temporada. Nieto llegó a correr tres carreras por gran premio. Y su compatriota medita: ¿Por qué no puerdo hacerlo yo?
Son los intereses comerciales los que frenan ese anhelo. Para Honda y Repsol es primordial que obtenga el título más importante y no admiten que se juegue las piernas también en Moto2. Marc, no obstante, hace cuentas y comenta que Agostini obtuvo 15 coronas, que Ángel celebró 13 y a él le suenan a poco los que puede conseguir. Repsol y Honda le dicen que se centre en alcanzar los ocho Mundiales de Giacomo en MotoGP, que es la gran marca universal del motociclismo. Valentino persigue desde 2010 igualar esa cifra (suma siete) y no lo ha logrado. Y Márquez se lo pone muy difícil. Lleva dos y le faltan seis. Ese debe ser su objetivo. Este año buscará el tercero. Tiene un reto para seis años.
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