Estaba harto. Molesto por la superioridad de Honda. Lo aceptaba con deportividad, pero requería, rogaba, una mejoría contestataria de su fábrica. Necesitaba, necesita, que Yamaha acceda a dar un salto tecnológico adelante. Jorge Lorenzo no se resignará nunca a que Márquez y Pedrosa, los enemigos de HRC, le den golpes un día sí y otro también, amparados en la velocidad punta de la Honda, la mejor máquina del mundo. Por fin, en Mugello, volvió a derrotarles. Como hizo en la primera carrera del Mundial, en Qatar.
Les venció por su carácter. Tenía claro que impondría un ritmo infernal que Márquez no pudo soportar y que Pedrosa tampoco supo aguantar. Para conseguirlo encontró cambios técnicos en su moto que escondió con secretos de estado. La Yamaha no puede competir todavía en velocidad con la creación de Honda Racing Corporation, pero se ha acercado. En Montmeló, el día 16, volverá a sufrir en la recta de mil metros del circuito barcelonés, pero ya no será una desventaja tan descarada. El triunfo en Italia ha demostrado que con su calidad como piloto puede eliminar esa desventaja.
Jorge ha probado chasis, ha cambiado piezas y sus ingenieros han encontrado un camino que le ha inyectado seguridad. El mallorquín es muy duro mentalmente y solo pide una evolución para poder enseñar todas sus dotes. Su superioridad arrogante en la pista del Mugello fue aplastante. Nadie tiene tanta confianza en sí mismo. Desde el sábado sabía que ganaría. Porque su volunad es de hierro y su constancia es un seguro de éxito. Por eso es bicampeón del mundo de MotoGP.
Pedrosa y Márquez le pondrán difícil la corona. Lo asume. Sin embargo, si no es campeón de nuevo, reza que lo sea porque ellos fueron mejores, no solo porque la moto es mejor. Así es el balear. En Italia volvió a mostrar su brazo que picaba al enemigo con un veneno mortal, en esa metáfora de la mamba negra que define su golpe mortal. Su pilotaje es así. No deja duda. Si puede picar, mata al adversario, no lo deja medio vivo. Arrasa. Arrolla. Así son los campeones. Sin medias tintas.
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