La familia Márquez, la que encabeza Juliá, vive el mundo al revés. Marc es el más grande en la pista, pero deja de ser un gran campeón del universo del motociclismo cuando llega a casa. Allí es el “nen”, sin más. Allí no vale lucir sus cuatros títulos mundíales. Allí no mandan sus dos coronas de MotoGP. Su hermano Álex vive ahora una situación similar: el domingo puede proclamarse campeón del muno de Moto3, pero en casa es uno más. Tiene que hacerse la cama. Nada de escaparse. Su hermano Marc le ha apoyado durante todo el año para que ingrese en el grupo de los campeones que él lidera. No ha sido una labor fácil. ¿Por qué?
Porque Álex no es un piloto tan agresivo como su hermano. “Demasiado noble para meter la moto de forma asesina”, dicen de Álex. Marc ha sido su mejor consejero para hacerse valer en el asfalto. Que no te pisen. Que no te echen de la trazada. Marc sabe cómo manejar esas situaciones. Nadie le falta al respeto. Marc ha ayudado a Álex para ser fuerte mentalmente y alcanzar el liderato en el Mundial de Moto3 en una temporada muy dura, con Miller como enemigo. El domingo se la juega en Cheste. Y Marc espera que Álex demuestre su serenidad para incluirse en el planeta de los campeones.
Álex ha tardado en explotar. Marc le decía siempre que fuera más arrojado. Hubo un momento en el que Álex Rins parecía ser el líder del equipo Estrella Galicia de Moto3. Pero Álex Márquez supo dar un vuelco a la situación. Se hizo con el mando a fuerza de pelear con valentía y estar en el podio. Ahora debe consolidar ese salto adelante en Valencia, donde la afición espera que España sume su tercera corona mundial de la temporada.
Álex ya sufrió las tácticas del equipo del australiano Miller hace ocho días. Ahora no debe caer de nuevo en la trampa. “Ya ha visto como se las gasta Miller”, advierte Alzamora, director del español, ante el último examen final del año. Debe quedar entre los cuatro primeros para ser campeón. No ha de pegarse en duelos calientes que el rival intentará provocar. Álex Márquez tiene que demostrar su nivel en esta prueba cum laude. Es el momento de dejar claro que sabe templar los nervios y ganar cuando se debe.
La diferencia entre los campeones y los que no lo son es que saben demostrar su calidad em los momentos fundamentales. Cuando los nervios te pueden, es que no eres un grande. Álex desea plasmar en el asfalto que es un ganador. Lo que sí saben Alzamora y Marc es que si conquista el cetro en Valencia, veremos un nuevo Álex a partir de 2015. Se juega mucho. Toda su carrera en cuarenta y cinco minutos de gran premio.
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