Lorenzo y Stoner, los gallos del corral, han sido los líderes de la negativa de muchos pilotos de la categoría reina a disputar el Gran Premio de Japón, el 2 de octubre. Están preocupados por la radiactividad que produjo el desastre nuclear en la central de Fukushima, consecuencia del enorme seísmo que soportó la zona norte del país.
Aquella tragedia provocó que el Gran Premio, previsto para el 24 de abril, tuviera que ser suspendido. El circuito de Motegi, situado a 126 kilómetros de Fukushima, soportó algunos desperfectos en sus instalaciones. Desde entonces, Dorna y la Federación Internacional de Motociclismo han luchado con denuedo para frenar ese frente opositor de los líderes de MotoGP y conseguir que la carrera nipona se celebre en octubre.
Ha sido confirmada oficialmente. Carmelo Ezpeleta y la FIM quieren tender su mano de ayuda a Japón, reina madre de las motos campeonas: Honda, Yamaha, Suzuki. “Se lo deben” a estas fábricas, que surten de material a los equipos desde hace más de medio siglo. Ofrecen su apoyo a una nación que necesita organizar la carrera para dar la imagen de recuperación y normalidad que sus dirigentes buscan. El Gran Premio de Japón, televisado a todo el mundo, será la mejor información para que el resto del planeta observe que la gente come y vive sin problema. Algunos pilotos de la cilindrada absoluta temen, sin embargo, que la radiactividad sea superior a la permitida.
Manifiestan que no quieren arriesgar el futuro de su vida por una carrera. Piensan en la posibilidad de ingerir alimentos irradiados, procedentes del norte de Japón. Los informes de la agencia Arpa expresan que la radiación en la zona del circuito es la misma que en cualquier otro sitio. “La misma que en Roma”, señala Ezpeleta.
Las escuderías niponas quieren que haya Mundial el 2 de octubre. Álvaro Bautista, referente de Suzuki, lució un casco en Laguna Seca con la bandera japonesa. Rossi estaba de acuerdo con Lorenzo y Stoner, pero no le gusta ir a remolque de ambos, que ya lo sufre en la pista, y puede desmarcarse. Pedrosa no ha tomado una decisión final: “Ya veremos, falta tiempo”. Y Lorenzo, escuchados los últimos informes, medita si correrá o no en Motegi. Yamaha así lo desea.
Hasta ahora, el “no” inicial de Jorge y de Stoner mantendría equilibrada su batalla por la corona, pues Dovizioso y Dani están lejos en puntos. Si uno cambia de opinión, el otro sentirá la presión de competir, para no perder sus opciones. La tendencia actual es que los pilotos comienzan a variar su postura. Los profesionales de Moto2 y 125 no plantean problema. Sus equipos irán a Motegi y no han protestado. Tampoco tienen poder para negarse. Estarán allí. Jorge y Casey sí poseen esa fuerza. Ellos tienen la palabra.
deportes Tomás González-Martínel