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Blogs Vendiendo Motos por Tomás González-Martín

Simoncelli querría un homenaje a todo gas

Tomás González-Martínel

Su padre, Paolo Simoncelli, está alucinado. La semana posterior a la muerte de su hijo se ha transformado en un homenaje constante a Marco. Tras el funeral oficial, los deseos de rendir honores al número 58 han sorprendido a su progenitor. Mattia Pasini, piloto italiano de Moto2, se ha tatuado el número 58 en la muñeca para recordar para siempre a su compatriota.

Un sector de los “tifosi” ha solicitado que Valentino Rossi, el mejor amigo de Simoncelli en el Mundial, dispute el Gran Premio de la Comunidad Valenciana con el 58 en la cúpula de su Ducati. Otro segmento de los aficionados pide que VR46 ponga una foto de Marco en su casco o en su moto. Dorna, la empresa promotora del campeonato, propondrá que este número nunca sea utilizado por ningún otro piloto en la historia. Y los dueños del circuito de Misano meditan denominarle “Circuito Marco Simoncelli”.

Paolo, el padre, promete que si esa sede del motor lleva el nombre de su hijo, hará un museo con todas las motos, monos, cascos, botas, manetas, fotos, vídeos y carreras del joven de 24 años que corría tan rápido que se nos ha ido demasiado pronto. ¿Por qué esta reacción tan unánime como generalizada? Porque “SuperSic” había calado en los seguidores del motociclismo mucho más de lo que todos pensaban. “Es su sonrisa”, reflexiona Paolo. “Se ganaba a todo el mundo”. Sí, su simpatía le había convertido en un ídolo para muchos forofos de las dos ruedas.

 Era de los pocos que atendía a todo el mundo y no se escondía en el box, ni corría a toda velocidad con su Scooter para escapar de la masa. Al revés. Se paraba y saludaba a los amantes de este deporte. Sabía que él vivía del universo de la moto gracias a esa gente que paga un viaje de tres días, a Le Mans o a Brno, con tal de verles correr. Era querido. Más de lo que su padre y Gresini podían imaginar. Ahora, Cheste, Valencia y toda España le preparan un homenaje en el Gran Premio del próximo fin de semana. Y Paolo ha rogado que el homenaje sea como a su hijo le gustaría: “Con una sonrisa, la suya”.

Por eso manifiesta que no quiere nada de tristezas, ni minutos de silencio. Al revés, pedirá a todos los pilotos de las tres categorías y a Carmelo Ezpeleta, el jefe de este negocio, que todos los profesionales se suban a sus motos y dediquen un minuto de ruido a todo gas. Es la idea más preciosa para recordar al hombre más feliz de la carpa.

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