Valentino Rossi y Fernando Alonso van a poner al mundo del motor teñido de rojo pasión por el motociclismo y por la F-1. El italiano, el mito universal de las dos ruedas, rubrica su popularidad estratosférica al fichar por Ducati, la máquina más idolatrada por los amantes de la moto. Más de un millar de españoles poseen y conservan antiguas Ducatis como si fueran un cuadro de Velázquez. Su salto al equipo rojo es otro guiño al Olimpo de los dioses en el que milita. Ese color, el rojo, es el talismán de la otra casa sobrehumana que más quieren los italianos: Ferrari. Fernando Alonso es la imagen triunfal de la escuadra, que en 2011 intentará conquistar el título que ahora se le escapó por una mala estrategia de equipo. Los dos pondrán el universo a sus pies. En Italia sueñan con el éxito de Valentino montado en la máquina del romanticismo histórico del motociclismo. La fábrica prepara una montura adaptada a las medidas y los gustos del número 46, que desea reconquistar el trono que Lorenzo le quitó este año. Jorge sabe que su máximo rival será su principal adversario personal en 2011, aunque la potencia de la Honda de Stoner y de Pedrosa merezca mucho respeto. “Vale” se ha operado del hombro que tenía destrozado para volver a ser el de 2009. Los doctores se asustaron al observar en el quirófano esos cartílagos rotos del campeón. No entendían cómo podía haber corrido hasta final de temporada. Ahora “está nuevo”, avisa el propio piloto. Se entrena en secreto en sus cuarteles de invierno, con preparadores, fisioterapeutas y cámaras de aire, para debutar en la pista el 1 de febrero, primera jornada oficial de la pretemporada, como si tuviera veinte años.
deportes Tomás González-Martínel